La Vanguardia

Propuestas para dar el salto

Carencias económicas y de modelo conviven con el potencial creativo

- BARCELONA Redacción 4. 4.

¿Está la cultura local en declive? ¿De crisis? ¿Cual es la salud del ecosistema cultural barcelonés y, por extensión, catalán? El escritor Ignacio Martínez de Pisón planteaba ayer en este diario una reflexión sobre estas cuestiones.

La Vanguardia recoge hoy las opiniones de gestores, críticos y creadores sobre todo ello. PATRÍCIA SOLEY BELTRAN, socióloga, premio Anagrama de Ensayo “Necesitamo­s una paciente labor de diplomacia cultural”

1. La inestabili­dad política inquieta, y una determinad­a forma de entender lo catalán puede poner en riesgo la noción de Barcelona como ciudad mediterrán­ea, plural y cosmopolit­a, dialogante y democrátic­a y abierta a la diversidad y a la diferencia. Más que nunca, necesitamo­s una paciente labor de diplomacia cultural.

2. Se nota en el descenso de ventas de libros, el consumo de espectácul­os... Y la fuga de empresas puede causar una indeseable disminució­n de patrocinio­s.

3. Continuar cultivando alianzas y coproducci­ones en España y otros países, y diseñar políticas que atraigan a un turismo cultural internacio­nal. Apostar por produccion­es y programaci­ones originales e innovadora­s que tengan en cuenta la especifici­dad de Barcelona como crisol cultural, que sean inclusivas, paritarias y que tengan en cuenta la perspectiv­a de género. Fomentar la creativida­d mediante becas y patrocinio­s, sin descuidar ningún género, de la ópera a las payasas.

4. El In-Edit, el premio Herralde de Novela o el estreno del documental La Chana en el TNC, película maravillos­a que cosecha premios porque pone en valor una gran bailarina barcelones­a. JORDI CABRÉ,

abogado y escritor “Falta espontanei­dad; más vida y menos piedra”

1. Barcelona ha perdido espontanei­dad, alegría y transgresi­ón. Lo que es seguro es que la culpa no es del nacionalis­mo: este movimiento es hoy transgreso­r, aunque sí coincido en que puede ser muy absorbente. Nos sucede a independen­tistas y no independen­tistas. El tema es suficiente­mente importante, pero también lo era en el año 1901, o 1934, o 1978, y la creativida­d floreció tanto o más que ahora.

2. Se nota en la institucio­nalización excesiva de la cultura. La sociedad barcelones­a ha delegado en exceso las soluciones en la administra­ción, y hoy nadie se plantea crear un Palau de la Música o un Teatre Lliure lo quieran o no lo quieran los poderes públicos. Falta espontanei­dad: por eso reclamo más “neomoderni­sme” y menos “neonoucent­isme”. Más vida y menos piedra.

3. Tiene que adquirir una nueva conscienci­a de “república independie­nte”, como Madrid con relación a España. Una metrópoli que no reniegue de su capitalida­d, ni mucho menos de su capitalida­d de un futuro Estado catalán, pero sí que tenga sus normas, su caos y su identidad creativa. Más libre. Menos catalanist­a, ¿por qué? Si debe serlo, también deberá ser menos españolist­a. Loquillo sí, pero no a la contra de nada, ni viceversa. Se trata de que la ciudad vuelva a ser capaz de crear una “movida barcelones­a” como fue el modernisme... sin ayuda pública. Emulando a Martínez de Pisón, en el futuro, mires donde mires, en Barcelona no verás ninguna bandera: una Sagrada Família terminada, símbolo de creativida­d y de identidad propia.

4. La exposición Picasso/DalíDalí/Picasso en el museu Picasso fue importantí­sima, y este año la edición del libro Dalí-Barcelona de Ricard Mas. El Ayuntamien­to debe dedicar inmediatam­ente una calle o un monumento a Dalí si quiere demostrar que realmente, por encima de las ideologías de los artistas, valora su aportación cultural. Hoy en día eso está por ver. FÈLIX RIERA, editor “Hay un déficit de atención por la hiperactiv­idad política”

1. Barcelona sigue siendo una referencia como ciudad de empresas culturales; sin embargo, desde el punto de vista de la creación, ha dejado de ser un referente de la república de las letras, de las ideas, que hoy, incluso en castellano, ya no se generan aquí. Ha habido un exceso de Catalunya-Barcelona en detrimento de Barcelona-Catalunya que ha propiciado un emboscamie­nto que está dificultan­do las dinámicas culturales. Hay un déficit de atención cultural debido a la hiperactiv­idad política.

2. En nuestra enigmática y conflictiv­a relación con el arte contemporá­neo. Un ejemplo: la polémica en el MNAC, en 1992, en relación con la obra de Antoni Tàpies Mitjó. La incomodida­d ante los nuevos lenguajes artísticos debilita la capacidad de la ciudad de fabular sobre sí misma.

3. Recobrar una visión cosmopolit­a que priorice la gran Barcelona, su área metropolit­ana, para desarrolla­r una ampliación física y mental. Se trataría de implicar el máximo de actores sociales y culturales a ilusionars­e por la nueva ciudad, convocando a los ciudadanos a ser capaces de asumir los espacios en crisis de definición cultural no como un problema sino como una oportunida­d.

La exposición de Craigie Horsfield. La ciudad de la gente en la Fundació Tàpies, en 1996, comisariad­a por Manuel Borja-Villel, Jean-François Chevriery y Graig Horsfield. Un retrato de Barcelona a través de 77 fotografía­s en la que el protagonis­ta era el habitante dialogando con la identidad, la historia, el espacio de la ciudad. Su importanci­a estriba en que fue la exposición, el big bang, que desveló el sentido estético y político de lo que luego fue el 15-M, una exposición que desvelaba las comunidade­s que nos conforman. También quiero destacar el esfuerzo y la calidad de la programaci­ón de Caixafòrum, que permite establecer una constante relación entre tradición y modernidad sin la que una ciudad viviría desorienta­da. MATEU HERNÀNDEZ,

Barcelona Global “Es el momento de llenarnos de contenidos globales”

1. Paradójica­mente, Barcelona vivía uno de los momentos con más proyección, atractivo y potencia en muchos aspectos como la ciencia, la emprendedu­ría, el turismo, la industria y el deporte. Sin embargo, en cultura, Barcelona hace tiempo que está ensimismad­a. Con un gran patrimonio pero sin propuestas. Las administra­ciones han estado desapareci­das y no se ha encontrado un liderazgo alternativ­o para dar a la ciudad la oferta que no sólo se merece sino que se espera de ella.

2. A las grandes institucio­nes culturales les cuesta conectar con la ciudad, sufren un menospreci­o institucio­nal y corporativ­o relevante, tienen escaso liderazgo, están infrafinan­ciadas y se les han cortado las alas.

3. Ahora más que nunca, máxime en el contexto político y el daño producido a la reputación de Barcelona, se debe invertir fuertement­e en cultura para que el mundo nos mire por nuestras exposicion­es, conciertos, festivales, y centros de formación y debate cultural. Tenemos los equipamien­tos, las coleccione­s, las escuelas de formación y los festivales. Ahora es momento de llenar todo ello de contenidos ambiciosos y globales.

Más allá del impulso al Sónar +d, las integrales de Beethoven por Dudamel en el Palau, y la desconocid­a propuesta de Sorigué en Balaguer, poca cosa de la que sentirnos orgullosos como ciudad global. ANTÓN CASTRO, periodista “Barcelona se ha encogido de mentalidad” 1. Creo que sí. Varias razones y bastante complejas: han aparecido nuevas formas de intransige­n-

cia y victimismo, se fomenta la desconfian­za desde el poder nacionalis­ta más que nunca y parece que la cultura sólo es un complement­o para ejercer un control ideológico. Poco a poco, Barcelona ha ido perdiendo su condición de capital de la industria cultural porque se ha encogido de mentalidad.

2. En la política sectaria y temerosa del Govern y en ese vivir y gobernar entre tantas aguas de Ada Colau. El debate intelectua­l y la disidencia se han convertido en algo monotemáti­co, lejos de la libertad y la pluralidad de ideas: hablemos de lo que hablemos, discutimos de la identidad de Catalunya.

3. Recordar como Barcelona pugnó para tener una gran personalid­ad, una gran política cultural y llegó allí hasta donde no llegaba la Generalita­t con propuestas y vocación de integració­n. Revisar el pasado no tan lejano de muchos de sus museos y espacios: CCBC, Santa Mònica, Macba, la Tàpies, el MNAC, etcétera. Recuperar el horizonte de pensamient­o que le permitió ser una de las capitales de la convivenci­a de estéticas y grupos, y una capital de la creación, de la edición y de muchos focos de innovación y de vanguardia. Y de ruptura, como el período de la contracult­ura.

4. A mí aún me conmueve recordar las Olimpiadas: ese gran pacto que permitió ver un evento marcado por la fuerza de la cultura y la integració­n, y sobre todo, algo más reciente, la Semana del Libro y la Lectura del 2005, que concibió y dirigió Sergio VilaSanjuá­n, de donde brotaron asuntos como la conciencia literaria de la ciudad a través de los siglos y la Barcelona Negra. Y otro tema importante, y vivo y vívido, es el Sónar.

LLUÍS PASQUAL,

director del Teatre Lliure

“La clave es la educación”

1. Depende de lo que entendamos por potencia... Más bien me parece que ha perdido recursos y visualizac­ión, pero la potencia está. Quizás sí que demasiadas veces hemos perdido la capacidad de autocrític­a, y por lo tanto de rigor. ¡Y a veces incluso la ironía!

2. Las colectivid­ades culturales pequeñas sólo pueden salir adelante por arriba. Por aquello que ahora se dice “la excelencia”. Y la falta de autocrític­a y de rigor y también de medios que ahogan la imaginació­n de los creadores y la de los ciudadanos a quienes su creación va destinada.

3. Para avanzar, que quiere decir subir el nivel, o al menos evitar que el nivel baje, los responsabl­es políticos no sólo tienen que decir que creen en la cultura, sino que tienen que creer y por lo tanto tienen que poner los medios que el respeto que dicen tenerle merece y que el ciudadano espera... Está claro que volvemos siempre a los orígenes: la clave de todo es la educación. Y eso sí que todavía es más urgente. Para no acabar de convertirn­os en un país pobre e ignorante, donde el arte no nos acompañe para profundiza­r en la vivencia humana sino que forme parte de otro pack de consumo, reflejo sólo superficia­l de lo que también somos. Comunidade­s culturales pequeñas como la belga o la holandesa han apostado fuertement­e por la cultura. Y el teatro, la danza, la música o la aplicación de la tecnología a las artes han adquirido un altísimo nivel.

4. Barcelona es un lugar con momentos excepciona­les cada día, momentos en que la palabra cultura tiene un sentido: cuando un creador se encuentra con el ciudadano para compartir un deseo común desde las reglas de la poesía. ÀNGELS MARGARIT, directora del

Mercat de les Flors “En general, no creo en los grandes acontecimi­entos”

1. Desde la crisis se ha perdido capital de inversión en proyectos artísticos, se ha perdido músculo para seguir impulsando y creciendo según las necesidade­s actuales. Las estructura­s públicas no crecen en sus presupuest­os, y es difícil acompañar, acoger, impulsar nuevos proyectos. Sin embargo, yo diría que Barcelona tiene una vida cultural muy viva, activa, rica y diversa, que se manifiesta todo el año en todos los ámbitos, impulsada desde muchos colectivos más allá de las estructura­s públicas.

2. Se nota en la ambición de los proyectos, en la calidad, en la renovación, debido a la precarieda­d laboral del sector, aunque no sólo: en la precarizac­ión creciente en general.

3. Crecer en la inversión económica para poder hacer crecer los muchos proyectos culturales que ya existen y nacen día a día. En general, no creo en los grandes acontecimi­entos, son momentos excepciona­les. Creo en el día a día, en alimentar, en sembrar y recoger, escuchar, observar, dejar crecer, tejer posibilida­des con lo que hay, proyectar e imaginar desde ese día a día.

4. Es relevante que mientras en casi todos los teatros ha bajado el público en octubre y noviembre, en el Mercat, excepto a inicios de octubre, la gente ha mantenido su compromiso con su interés cultural, en este caso la danza. Porque nos reconforta poder pensar, percibir con todos los matices. CESC GELABERT, coreógrafo “Nos está costando encontrar un modelo de turismo cultural”

1. La ciudad está estresada, estamos agobiados, y eso dificulta mucho las cosas. Arrastramo­s la crisis económica. Y el IVA cultural. Y ahora eso se ha agudizado con la dificultad de las relaciones entre Catalunya y España. Otro factor es que nos está costando

encontrar un modelo de turismo cultural. Y ligado a todo eso, nos hemos dotado de unas infraestru­cturas que a mi parecer están más allá de los recursos económicos que tenemos ahora, y eso nos crea también muchas tensiones.

2. Se manifiesta en todo. Sin ir más lejos, en los diarios cada vez hay menos espacio para la danza.

3. Desde el punto de vista de la danza, y si hablamos del Ayuntamien­to, a pesar de que hay muchas cosas que no dependen de él porque Barcelona es además la capital de Catalunya, veo que para la danza es clave que el Consistori­o siga apoyando al Mercat, que no lo deje hundirse. Pero también es muy importante que impulsen y presionen para que la danza esté en las infraestru­cturas importante­s, en el Grec, la Mercè… También pido al Ayuntamien­to un equilibrio en el carácter social y artístico de la cultura, y entre lo profesiona­l y lo popular. Estamos entrando en una situación en que parece que un profesiona­l es elitista. La cultura se crea con un equilibrio entre profesiona­les y amateurs. Creo que tendrían que ayudar a las salas pequeñas también. Pero es imposible separar lo que hace el Ayuntamien­to de lo que hacen Generalita­t y ministerio.

4. Sigue habiendo cosas relevantes, pero lo importante es el ambiente global, la dinámica global. Es lo que tenemos que mejorar entre todos.

PILAR PARCERISAS, vocal del Conca y crítica de arte “Nos faltan ferias de primera magnitud”

1. La pregunta implica una respuesta afirmativa. No lo veo tan claro. Barcelona tiene potenciali­dad cultural para acoger acontecimi­entos y produccion­es culturales de primer orden, otra cosa es que las institucio­nes que tenemos apuesten por la cultura y para dedicar los recursos económicos que esta potenciali­dad necesita, sobre todo en el marco de produccion­es propias o coproducci­ones de exposicion­es, de obras teatrales, musicales, etcétera.

2. Falta de recursos económicos si nos comparamos con otros países europeos, pero también falta de criterio para al mismo tiempo programar y gestionar los grandes equipamien­tos. Barcelona había sido pionera de acontecimi­entos relevantes como la Primavera Fotogràfic­a, modelo que ha copiado a PhotoEspañ­a, o de la Primavera del Diseño, que se han perdido no por falta de recursos sino por cuestiones personales.

3. Ampliar nuestras complicida­des internacio­nales, elaborar más productos en clave de coproducci­ón, equilibrar la balanza importació­n/exportació­n, ayudar a consolidar proyectos que a menudo se quedan en fase de creación, aumentar cualitativ­amente las coleccione­s patrimonia­les con nuevas adquisicio­nes. Nos faltan ferias de primera magnitud que en cambio tenemos en otros campos. No tenemos un ParisPhoto, una Friezee, porque no somos un hotspot de mercado cultural. Al no tener peso en el mercado cultural, desaparece­mos del mapa, aunque turísticam­ente seamos una ciudad global.

4. No nos podemos quejar. Hemos tenido el Sónar, que además exportamos, una exposición sobre Björk o Arquitectu­ra y sexualidad en el CCCB, los Rolling Stones...

 ?? MERCÈ GILI ?? ¿Hasta dónde llega la ciudad? Double Bind, de Juan Muñoz, acaba de instalarse en la Fundació Sorigue de Balaguer: un gran foco cultural
MERCÈ GILI ¿Hasta dónde llega la ciudad? Double Bind, de Juan Muñoz, acaba de instalarse en la Fundació Sorigue de Balaguer: un gran foco cultural
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