La Vanguardia

Trump llama “gordo y bajo” a Kim, tras ser calificado de “viejo lunático”

El cruce de insultos cuestiona los esfuerzos diplomátic­os del líder de EE.UU

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Tras una semana de contención, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no pudo resistirse y ayer, en la recta final de su gira asiática, dio rienda suelta a su afición a lanzar tuits acerados. Siguiendo esta práctica, disparó una andanada contra el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, al que calificó de “gordo y bajo”. Un ataque que alimentará la tensión en la península coreana, que acoge nuevas maniobras aliadas.

Trump volvió ayer a las andadas y echó por tierra buena parte de sus esfuerzos desplegado­s en Corea del Sur y China para reforzar alianzas y estrechar el cerco sobre Corea del Norte. Un esfuerzo diplomátic­o que quedó en entredicho después de que respondier­a a la provocació­n de Pyongyang, cuya prensa oficial había criticado su gira asiática y había publicado que “nadie puede predecir cuándo el viejo lunático de la Casa Blanca (…) empezará una guerra nuclear”.

“¿Por qué Kim Jong Un tiene que insultarme llamándome ‘viejo’ cuando yo NUNCA le insultaría llamándole ‘bajo y gordo’? Oh, vaya, yo sólo trato de ser su amigo, ¡y tal vez algún día eso suceda!”, escribió Trump en su cuenta de Twitter desde Hanói, la penúltima etapa de su gira asiática. Un viaje que le ha llevado a Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas, adonde llegó ayer para asistir a la cumbre de países del Sudeste Asiático (Asean), que se inició anoche con un cena presidida por Rodrigo Duterte.

Su comentario llegó en mal momento. Se produjo al día siguiente de que EE.UU. y Corea del Sur iniciaran unas maniobras militares en el mar de Japón ante la península coreana, que cuentan con la participac­ión de tres portaavion­es de propulsión nuclear y sus respectivo­s grupos de combate y un submarino también nuclear. Un despliegue de fuerzas que EE.UU. no hacía desde el 2007 y cuyo fin es mostrar músculo militar ante Pyongyang.

Más tarde, en una rueda de prensa con su homólogo vietnamita, Trang Dai Quang, Trump volvió sobre el tema y afirmó que “sería muy, muy agradable” si él y Kim se hicieran amigos. “Podría ser algo extraño, pero es una posibilida­d”, comentó. Y acto seguido emplazó a todos los países a presionar a Pyongyang para forzar el desmantela­miento de su programa nuclear. “Todas las naciones deben actuar para garantizar que el régimen deshonesto de Corea del Norte no siga amenazando al mundo”, dijo Trump.

No es la primera vez que el comandante en jefe y el joven líder norcoreano se enzarzan en un intercambi­o de insultos y amenazas. En septiembre, la tensión entre los dos países alcanzó cotas inimaginab­les después de que Kim calificara a Trump de “desequilib­rado y viejo chocho americano” al que domaría con fuego. Fue su respuesta al discurso del líder de EE.UU. en la ONU, donde le llamó “hombre cohete” y amenazó con destruir su país.

No fue esta la única polémica en la que Trump se vio envuelto ayer. También se vio obligado a matizar sus declaracio­nes de la víspera, acerca de que creía en la sinceridad del presidente ruso, Vladímir Putin, cuando le dijo que Rusia no se había entrometid­o en las elecciones de EE.UU. y que se sentía muy insultado por esas acusacione­s. En la rueda de prensa con Tran Dai Quang aclaró

MANIOBRAS AERONAVALE­S EE.UU. y Corea del Sur inician una nueva tanda de ejercicios ante las costas coreanas

LA INTROMISIÓ­N RUSA Tump matiza su opinión sobre Putin y dice que se cree a sus agencias de inteligenc­ia

que él nunca había dicho que había creído o no a Putin.

“Lo que yo dije es que creí que [Putin] lo cree (...) Yo creo que él cree que ni él ni Rusia interfirie­ron en las elecciones”, dijo el líder de EE.UU., según la nota de la rueda de prensa emitida por la Casa Blanca. “Sobre si yo le creo o no... yo estoy con nuestras agencias de inteligenc­ia”, insistió.

Trump matizó sus palabras, después de que el director de la CIA, Mike Pompeo, reiteró su respaldo al informe de los servicios de inteligenc­ia sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2016 poco después de que Trump dijera que creía a Putin cuando negó la intromisió­n de Moscú.

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JIM WATSON / AFP Trump brinda con Honeylet Avancena, esposa de Rodrigo Duterte (en el centro), ayer en Manila

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