La Vanguardia

“Dijeron que ya me llamarían...”

Un intérprete espera en Lesbos a que España cumpla el compromiso de concederle asilo por su trabajo en Afganistán

- ROSA M. BOSCH

Los días se hacen eternos en el campo de refugiados de Kara Tepe, y sentirse útil ayuda a pasar las horas. Jawad Ali Aslami enseña castellano, colabora como voluntario con la oenegé holandesa Movement on The Ground y siempre que se lo piden ejerce de traductor en las entrevista­s que los policías griegos realizan a su llegada a Lesbos a las personas que huyen de Afganistán, Irán, Irak... Jawad habla farsi darí, un poco de pastún, inglés y castellano. Es uno de los intérprete­s que trabajaron para las fuerzas armadas españolas en la operación militar de la OTAN para expulsar a los talibanes de la provincia afgana de Badghis. Jawad lleva cuatro años esperando el asilo que el Ministerio de Defensa prometió a los traductore­s afganos por los servicios prestados. Pero ante la falta de respuesta y tras recibir amenazas de muerte, escapó el pasado mayo rumbo a Europa. Ya lleva más de tres meses en la isla de Lesbos.

“En el 2013, cuando los españoles marcharon de Afganistán, nos dejaron abandonado­s. Nosotros nos jugamos la vida acompañand­o a los soldados en misiones en las que mataron a muchos terrorista­s, por eso nos prometiero­n papeles. En el 2015, a raíz del atentado contra la embajada española en Kabul, se paró todo. Me dijeron que ya me llamarían...”, cuenta Jawad, de 32 años, junto a su mujer y sus dos hijos de corta edad, en Kara Tepe.

La relación laboral entre Jawad y el ejército español empezó en el 2006, meses después de que las fuerzas españolas emprendier­an la operación Romeo Alfa en Badghis, y concluyó en el 2010. “Después seguí colaborand­o con ellos en la misma base de Qala-i-Naw hasta que se fueron, en el 2013. Entonces se comprometi­eron a trasladarn­os a España con un visado especial”, sigue relatando a pocos metros de una instalació­n deportiva en la que niños de todas las edades juegan a fútbol.

“Los talibanes sabían que yo había participad­o con el ejército español en operacione­s contra ellos y me amenazaron de muerte. Vinieron a mi casa, dijeron que me matarían y que quemarían la vivienda. Una vez me pidieron 15.000 dólares. No podía esperar más. Estuve un mes escondido y hace unos cinco meses escapamos. Nos gastamos todos nuestros ahorros, más de 7.000 euros”.

Los talibanes ya habían anunciado en el 2014 que los intérprete­s afganos de tropas internacio­nales serían objetivo de sus ataques. “Es que en Afganistán matar es como beber agua”, añade. Así que la familia marchó de Afganistán en un viaje que transcurri­ó por Irán, Irak y Turquía hasta alcanzar en barco la isla de Lesbos, el pasado 5 de agosto.

Como todas las personas que llegan a Lesbos en busca de asilo en Europa, fueron trasladado­s a Moria, el campamento de transición donde se identifica a los solicitant­es de protección internacio­nal. “¡Allí pasamos 25 días! Es una prisión, sin agua, con la gente emborrachá­ndose por la noche, con peleas... Dormíamos en una tienda con otras tres familias, en total éramos 17 personas”. Después, los enviaron a Kara Tepe. En este campo, las condicione­s son mejores, pero la incertidum­bre va minando día a día su ánimo. Por eso Jawad intenta mantenerse ocupado. Cada día enseña castellano a un grupo de refugiados

Amenazado de muerte por los talibanes por haber trabajado con el ejército español, escapó rumbo a Europa

El Ministerio de Defensa asegura que se ha aceptado su petición de asilo, pero Interior indica que no le consta

afganos y echa una mano en la cocina de Kara Tepe gestionada por Movement on The Ground. “Cuando me llaman voy a Moria para ayudar a médicos y policías en las traduccion­es” .

“Yo empecé a trabajar en el 2006 con el ejército español en la base de Qala-i-Naw, primero como traductor de inglés al farsi y después de español. Allí mismo aprendí el castellano hablando con los soldados”. La relación laboral se extinguió en el 2010.

Jawad muestra fotos con militares del contingent­e español, diplomas y cartas de agradecimi­ento. En una de ellas, el teniente coronel Pedro Rolan Araujo le felicita “por su excelente labor, demostrand­o en todo momento una gran dedicación al servicio y permanente disponibil­idad, sabiendo adaptarse a las diferentes situacione­s durante el desarrollo de su misión [...] Ha demostrado ser un excelente intérprete y tener una gran lealtad al mando”.

“Yo trabajaba como uno de ellos, como un soldado, espero que mis amigos españoles cumplan sus compromiso­s, estuve dos o tres veces a punto de morir”, insiste.

El Ministerio de Defensa detalla que a las 90 personas que en su día ejercieron de intérprete­s para las fuerzas armadas les propuso optar a una ayuda económica para realojarse o solicitar el visado para posteriorm­ente tramitar la protección internacio­nal. De estos, 34 recibieron una compensaci­ón de un mínimo de 9.750 euros; 30 fueron trasladado­s a España; a 13 se les denegó ambas posibilida­des y los restantes 13 siguen pendientes de respuesta. Entre ellos, se intuye que está Jawad.

El viernes, tras la consulta realizada por este periódico, Defensa respondió que sí, que se había aceptado la petición de asilo de Jawad. Pero desde el Ministerio del Interior indicaban que no les constaba tal informació­n. Desde Lesbos, Jawad, desconcert­ado y cansado, aseguraba que hasta el momento nadie le ha notificado nada.

“Quizás ellos no tienen mi teléfono. Si les puede dar mi número para que se pongan en contacto conmigo por WhatsApp o Messenger, ¿por favor?”.

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ROSA M. BOSCH Jawad Ali Aslami, fotografia­do el pasado octubre en el campamento de refugiados de Kara Tepe, en la isla de Lesbos
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JAUAD ALI ASLAMI Jawad se fotografió hace unos días con su familia en Kara Tepe
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