La Vanguardia

Rehacer el “nosotros”

- Francesc-Marc Álvaro

Las bases de Barcelona en Comú decidieron ayer romper con el PSC. La noticia es importante. Mala para los socialista­s, no tan buena para los independen­tistas como estos piensan. A la luz de esto, ¿se puede decir que los comunes son hoy menos ambiguos que ayer? No soy partidario de precipitar­me, algo que sí hizo Pedro Sánchez al manifestar que la alcaldesa había tomado “el camino de los independen­tistas”.

Colau ha dado muestras de una gran habilidad para moverse en medio de las dos orillas sin hacerse daño y sin cerrarse puerta alguna. La alcaldesa de la capital catalana combina un discurso de oposición clara a la represión con una crítica severa a los dirigentes de Junts pel Sí. Dejar de depender del socialista Collboni complicará la gobernabil­idad a Colau pero permite que Xavier Domènech, cabeza de lista de Catalunya en Comú, tenga más cintura a la hora de hacer campaña y marcar distancias con los dos bloques. Que Iceta haya adornado su lista con Espadaler y un dirigente de Societat Civil Catalana todavía se lo pone más fácil. Para no mencionar la tira de cargos locales del PSC que se van porque no quieren formar parte de una organizaci­ón que baila al dictado del PP y de Cs.

Todos los políticos independen­tistas admiten –con la boca más o menos pequeña– que después del 21-D tocará hacer mucha política. Es una manera de reconocer que han hecho poca y que se han fiado demasiado del voluntaris­mo. También prevén que habrá una reconfigur­ación de ritmos y planteamie­ntos, y un archivamie­nto de cualquier unilateral­idad. Más allá de la competenci­a entre siglas y de las dificultad­es para expresar un relato que rectifique lo que ha desembocad­o en este rellano, las cúpulas de ERC y del PDECat saben que el independen­tismo

Lo dijo Carod-Rovira en el 2003: sólo un gobierno de izquierdas ampliaría la base social autodeterm­inista

saldrá del 21-D muy diferente de cómo entra en él, no sólo por los resultados alcanzados y por la acción de los tribunales; también por la necesidad de transforma­r este proyecto en una opción más realista, de apoyos más amplios y de más largo alcance. Un pronóstico: “procesista” dejará de ser un insulto y pasará a describir el comportami­ento de aquellos que recoloquen la causa en el paradigma del referéndum a la escocesa. El único partido no independen­tista que puede ayudar a hacer política y acompañar (y legitimar con la coartada social) esta corrección estratégic­a es Catalunya en Comú. El discurso de fondo está escrito desde el 2003 por Carod-Rovira, hay que actualizar­lo: sólo un gobierno de izquierdas ampliaría la base social autodeterm­inista.

Un tuit de Joan Tardà ilumina el futuro próximo: “¡@Ada Colau por favor, hagamos una campaña sin ofendernos entre nosotros!”. En este “nosotros” está la clave del escenario más probable después del 21-D. Un “nosotros” sin reproches ni obstáculos en Barcelona. Siempre y cuando Puigdemont no haga el milagro y sea –contra los sondeos– el candidato más votado.

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