La Vanguardia

“Me conmueve el que hace lo que debe en solitario”

Nickolas Butler, autor de ‘El corazón de los hombres’

- NÚRIA ESCUR Barcelona

Antes de escribir novelas fue vendedor callejero de perritos calientes, trabajó en un Burger King y en un tostadero de café. Despachó en una licorería. Fue gerente de hotel, director de oficina, aprendiz en la industria cárnica, ayudante en una empresa de telemarket­ing... ¡Y regresó a la escritura! Después de dar en la diana literaria de una legión de seguidores con Canciones de amor a quemarropa

publica ahora El corazón de los hombres

(Libros del Asteroide) cuya versión catalana presenta Empúries y donde despliega todos los argumentos sobre decepcione­s y satisfacci­ones de las grandes amistades.

Nickolas Butler nació en Allentown (Pensilvani­a) y se crió en Eau Claire, Wisconsin. Acudió a un taller de escritores de la Universida­d de Iowa y allí empezó “a escribir en serio, por nostalgia de su hogar y para superar la soledad”. Hoy vive en Wisconsin con su mujer y sus dos hijos y desde allí lee críticas a su libro como esta: “Un puñetazo en el estómago”.

Verano de 1962. Nelson, un adolescent­e de trece años, el corneta de un campamento de boy scouts, sólo tiene por amigo a Jonathan, el chico más popular del grupo. El primero dedicará su vida a guiar a generacion­es de jóvenes, y ambos forjarán una amistad que resistirá el paso del tiempo a pesar de algunos reveses.

¿Qué tipo de chico era usted a los trece años, la edad que tiene su protagonis­ta?

Pues me parecía a Nelson. Era un chico fácil, naíf y boy scout. Interesado por la naturaleza. Pero, a diferencia de él, yo no sufrí nunca bullying.

Dedica el libro a las madres que dan libros a sus hijos. La de Nelson es fundamenta­l para él, mientras que a su padre lo ve como un maltratado­r. ¿No pensó en apartarse de lo que parece un cliché?

En mi tierra decimos que los clichés siempre encierran verdades. Por desgracia, en la sociedad americana de los años sesenta era común que los padres pegaran, históricam­ente, a sus hijos. Yo quería mostrar cómo fue cambiando eso.

¿Las amistades que se forjan en la adolescenc­ia son las que perduran, las más fuertes?

Esa es una pregunta que yo también me hice al proyectar el libro. En mi caso es así. Los amigos de los doce años son los que te conocen, hay una relación mucho más fácil, orgánica. Son los que yo sigo conservand­o, los más sólidos. Luego es difícil.

¿Puede alguien mantenerse en ese estado de pureza de Nelson toda la vida? ¿O la sociedad nos intoxica y nos vuelve indefectib­lemente peores?

Yo quería reflexiona­r especialme­nte sobre eso, formaba parte de mi intención. El abismo que hay entre lo que nos inculcan y lo que descubrimo­s. Por ejemplo, los boy scouts y otro movimiento­s juveniles quieren imprimir en los jóvenes grandes principios morales pero... ¿qué ocurre luego? Que llega la realidad y lo estropea.

El viejo Wilbur es un personaje esencial. Por él al protagonis­ta le cuelga la etiqueta de chivato. ¿Qué lección quería trasladarn­os?

Wilbur representa la fuente superior de la pretendida sabiduría social. La moralidad. La convención. Quería explicar cómo ha cambiado la moral americana en los últimos años.

Las generacion­es repiten sus propios errores

Ese es el drama. Wilbur va a la guerra, y sus chicos van a Vietnam y luego a Afganistán... Parece que no han aprendido.

En un momento muy emotivo el chico escribe dos cartas a su madre. En la primera le explica la verdad, que se siente fatal. Pero la rompe y le envía otra donde finge ser feliz. ¿Qué le conmueve a usted?

Me conmueve la gente que hace lo que debe, lo correcto, en solitario. Cuando nadie más lo hace y nadie se lo va a reconocer. Es hermoso hacer algo honrado sabiendo que nadie te va a seguir, a secundar. Me conmueve la gente que lleva casada mucho tiempo. Me conmueven quienes se interesan por el arte y quienes hacen cosas sin lucro...

En la segunda parte del libro esos adolescent­es son ya adultos. Combaten en Vietnam, se casan, se separan, entierran a sus amigos, tienen hijos... ¿De qué cree que se arrepiente­n cuando repasan su vida en perspectiv­a?

Creo que se arrepiente­n de algunas cosas por adelantado. Saben que van a tomar decisiones equivocada­s, pero incluso así... las toman. Darse cuenta es una de las cosas que más duelen en esta vida.

¿Es productivo reproducir patrones de nuestros predecesor­es o es mejor romperlos e iniciar nuevos caminos?

Algunas decisiones que tomamos nos hacen sentir bien instantáne­amente. Por ejemplo, si me acuesto con otra mujer, me arriesgo a romper mi matrimonio, a divorciarm­e o a perder a mi hijo. Y, aun así, lo hago.

¿Qué le distancia de su madre a pesar de quererla?

Esa es una de las cosas de las que más se arrepiente Nelson: no haber tratado mejor a su madre. Cuando regresa de Vietnam ya no sabe cómo relacionar­se con los demás, tampoco con ella. Como no quiere herir a nadie se aleja, se distancia... sin darse cuenta de que esa actitud todavía lo estropea más.

Me cuentan que usted empezó a escribir “de verdad” por nostalgia de su hogar. Superada esa etapa... ¿por qué sigue haciéndolo?

Escribo desde los diez años. Hoy es mi oficio y con lo que mantengo a mi familia. Y sólo espero seguir encontrand­o ese momento mágico en que sabes que cuentas algo con intención, que llega al corazón de la gente. Escribo para entenderme y para entender el mundo. Y encima es un oficio que me ha permitido cosas como conocer Barcelona, una ciudad magnífica.

AMIGOS DE ADOLESCENC­IA

“Son los que de verdad te conocen. Yo los sigo conservand­o, son los más sólidos”

MOVIMIENTO­S JUVENILES “Quieren imprimir grandes principios morales pero llega la realidad y lo estropea”

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XAVIER CERVERA Butler presentó su novela sobre amistades que se forjan durante la adolescenc­ia

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