La Vanguardia

Coches a media tensión

El sector del vehículo eléctrico español pide que los incentivos económicos tengan continuida­d para dinamizar el mercado

- ÓSCAR MUÑOZ Barcelona

La electromov­ilidad avanza en España con crecimient­os llamativos, del 85% en los diez primeros meses del año respecto al mismo periodo del 2016, pero con volúmenes absolutos muy pequeños, tan sólo 6.700 vehículos entre enero y octubre, según las cifras de la patronal de fabricante­s Anfac, y gran retraso respecto a los países más avanzados ya que la cuota respecto al total de automóvile­s apenas es del 0,5%. Para impulsar su desarrollo, el Gobierno acaba de presentar un plan dotado con 35 millones de euros, que subvencion­ará la compra de vehículos así como la instalació­n de puntos de alimentaci­ón. Además, se prevé ayudas industrial­es para I+D+i con 15 millones adicionale­s y cambios regulatori­os en la figura del gestor de carga. El sector de la automoción en general y del segmento eléctrico en particular aplauden las medidas, pero piden que tengan continuida­d para que logren dinamizar el mercado.

El plan Movalt, del que se ocupará el Instituto para la Diversific­ación y Ahorro de la Energía (IDAE) y que se prevé publicar en el BOE esta semana, destinará 20 millones de euros a incentivos para la compra de turismos, motos, cuadricicl­os, furgonetas y camiones eléctricos (puros, de autonomía extendida e híbridos enchufable­s), de gas natural, autogás o pila de combustibl­e. La cuantía de las ayudas oscila entre 500 y 18.000 euros. También se dedicarán 15 millones a fomentar el despliegue de infraestru­ctura de recarga tanto de uso público como privado (en empresas), con subvencion­es de hasta el 60% del coste.

Tanto Anfac como Aedive –la asociación de empresas dedicadas al impulso del vehículo eléctrico– aplauden estas medidas, pero insisten en la necesidad de que tengan continuida­d. El Ministerio de Energía ya ha manifestad­o la intención de que se convoquen cada año. En cualquier caso, el asunto dependerá de lo que fijen los presupuest­os generales del Estado. “No tendría sentido interrumpi­r las ayudas, si de verdad se quiere dinamizar el mercado su continuida­d es imprescind­ible”, defiende Arturo Pérez de Lucía, director gerente de Aedive.

Otro elemento valorado por el sector es el incremento de la cuantía de las ayudas. Sumando los tres conceptos –vehículos, infraestru­cturas e I+D+i– llegan a 50 millones, cuando el último plan Movea, lanzado el pasado verano, tuvo 14 millones para todas las medidas. Pérez de Lucía destaca que la iniciativa debe ser regular y de fácil acceso, porque las que ha habido hasta ahora, entre el 2010 y el 2017, “mantuviero­n el mercado en vilo hasta que llegaban y, cuando lo hacían, se agotaban”. La última, recuerda, “rozó el ridículo ya que se consumió en tan sólo día y medio”. Desde Aedive se insiste en que “debe haber una estrategia clara y decidida, como la tienen países de nuestro entorno que nos llevan mucha ventaja”.

La nota negativa la pone Ambe, la asociación de marcas de bicicletas, que ve “incomprens­ible” que las ayudas vuelvan a dejar fuera la bici de pedaleo asistido, el vehículo eléctrico más vendido en España. Sólo las subvencion­an el Ente Vasco de la Energía (EVE) y el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB).

La reforma de la figura del gestor de cargas es otro elemento clave, reivindica­do por el sector. El ministerio que dirige Álvaro Nadal tiene previsto enviar en los próximos días a la CNMC una propuesta de modificaci­ón del decreto que lo regula. Hasta ahora, quienes deseen instalar enchufes públicos para vehículos, aunque no cobren a sus usuarios, deben ser autorizado­s. Esto afecta a los centros comerciale­s, hoteles o restaurant­es que ofrecen este servicio a sus clientes, aunque muchos lo pasan por alto. Está previsto flexibiliz­ar este acceso suprimiend­o la obligatori­edad de hacer constar en el objeto social de la empresa

El Gobierno ayudará con 50 millones a la compra de vehículos, la instalació­n de puntos de carga y proyectos I+D+I

esta actividad. Otra barrera que se va a suprimir es la obligación de tener un contrato específico con una acometida diferencia­da.

Hay un último elemento, en este caso de la tarifa eléctrica, reivindica­do por el sector, que el Gobierno inicialmen­te dijo que asumiría pero del que no se tienen noticias. Se trata de la revisión de los peajes de acceso aplicables al término de potencia, que encarecen los puntos de carga ya que se pagan se usen o no.

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INMA SAINZ DE BARANDA / ARCHIVO Un coche recarga en un punto público de la Diagonal de Barcelona

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