Más de 400 muertos en un terremoto en el Kurdistán iraní
Setenta mil personas se han quedado sin techo y hay más de 6.000 heridos
Un temblor de tierra con una magnitud 7,3 se ensañó ayer con los habitantes del Kurdistán iraní. La situación era anoche desesperada. Los equipos de rescate intentaban encontrar supervivientes entre los escombros, pero los continuos aludes dificultaban sus labores.
A los kurdos ya sólo les faltaba estar en el epicentro de un terremoto. El que anteanoche se desencadenó en la frontera entre Irán e Irak, con una magnitud sobrecogedora de 7,3 grados. Al menos 415 muertos y 6.600 heridos figuran en el primer balance de víctimas del seísmo, que pudo ser percibido hasta a orillas del Mediterráneo Oriental.
Más cerca, en Irbil –capital kurda de Irak– o en la misma Bagdad, fueron muchos los que se precipitaron a las calles a causa de las vibraciones. Sin embargo fue en la República Islámica –por determinantes geológicos, que no teológicos– donde la devastación fue mayor. Aunque la mitad de las provincias iraníes sufrieron daños, según Teherán, el dolor se concentra en la demarcación kurda de Kermanshah, donde en una sola localidad, Sarpol-e Zahab, perecieron más de 200 vecinos.
Los equipos de rescate se afanaban, a la caída del día, para intentar salvar de entre los escombros y de las dentelladas de una segunda noche de bajas temperaturas a eventuales supervivientes. Esta es una frontera montañosa. A los muertos y heridos hay que sumar unas 70.000 personas que se han quedado sin techo –en muchos casos, viviendas de adobe– y que están siendo realojadas temporalmente en campamentos.
Las montañas, las únicas amigas de los kurdos según su propia expresión, esta vez también les han fallado. Y los aludes ralentizaron las labores de rescate.
Aun siendo Irán un país propenso a los terremotos, los más viejos de Kermanshah dicen no recordar nada parecido. Aunque por muchos cadáveres que pueda haber bajo los escombros, ya es posible vislumbrar que no se trata de una catástrofe del mismo calibre que el terremoto de Bam, que en el 2003 dejó más de 30.000 muertos.
Por la porosa frontera entre los kurdos de Irán y los de Irak –una bendición para el régimen de Teherán durante los años duros del embargo– esta vez apenas se ha filtrado la desgracia. En el lado iraquí hay que lamentar apenas ocho muertos y algunos cientos de heridos, a pesar de que el epicentro estaba junto a la localidad kurdo-iraquí de Halabja, tristemente famosa por el genocidio con armas químicas de Sadam Husein.
El Kurdistán –placa giratoria del contrabando euroasiático de héroes, heroínas y petróleo–, que antes sólo figuraba en los mapas de minorías étnicas y nacionales, ha saltado a la palestra internacional como no lo había hecho en un siglo. Los kurdos de Irán viven relativamente desenganchados de la montaña rusa de ilusiones y desengaños experimentada por los kurdos de Irak, Siria y Turquía durante los últimos quince o veinte años y recientemente acelerada.
En Irak, el referéndum de independencia unilateral de hace un mes y medio ha resultado, hasta ahora, contraproducente para sus convocantes. Tanto es así que han perdido a manos del ejército todas las zonas en disputa que ocupaban desde hacía más de tres años y de cuyo petróleo se habían adueñado.
En Siria, la batalla de las fuerzas kurdas no es por la independencia, sino por limpiar un espacio en el que ejercer su hegemonía. Sin embargo, un objetivo posibilista y que cuenta con apoyo de EE.UU. –que ha armado a las milicias kurdas contra el Estado Islámico– puede tener efectos imprevistos, debido a la tutela del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Porque en el lado turco hay enfrentamientos armados entre el PKK y el ejército turco todas las semanas. Aunque la fase más cruenta, cuando el PKK se atrincheró en las ciudades kurdas de Anatolia, ha quedado atrás. En cualquier caso, el ministro de Urbanización turco acaba de reconocer que 70.000 viviendas han sufrido daños durante los dos últimos años y 26.000 serán reconstruidas en seis meses.
De ahí que la alianza implícita del PKK con EE.UU. no sólo ponga a la defensiva a Ankara, sino también a Teherán, aproximando a ambas capitales. Cabe decir que el PKK cuenta con una rama iraní, el PJAK, y que sus escaramuzas con el ejército iraní han vuelto a aumentar en los últimos años. De ahí que, en paralelo, Irán haya ido estrechando su relación con la segunda y tercera fuerza política del Kurdistán iraquí. Y en esas se hundió la tierra.
EN LA FRONTERA
El sismo afectó a Irán e Irak, pero la destrucción fue mayor en la República Islámica
DEVASTACIÓN
La arrasada localidad iraní de Sarpol-e Zahab sufre la mitad de los fallecidos