Entre Julian Assange y el Capitán Haddock
Los partidos soberanistas se presentan en solitario pero prometen un horizonte unitario. La novedad será la lista de Carles Puigdemont, que empieza a interiorizar actitudes quijotescas que en vez de empequeñecerlo en el ámbito de la realidad, lo engrandecen en el de la ficción. Menos la cárcel, todo es ficción, incluso las elecciones, lo bastante lejanas para que las acaben estropeando. La CUP se sumará al mambo con afán rupturista. Eso significa que habrá tres formas de independentismo: ERC, La Companyia Elèctrica Puigdemont y la CUP (con Germà Gordó y Santi Vila desactivados).
Los socialistas, mientras tanto, sofistican su genética del desconcierto. Al PSC le está pasando algo extraño: pierde a socialistas catalanistas auténticos y ficha a artificiales. A nivel mediático está atrapado en el debate entre la repercusión de los que rompen el carnet (es una metáfora: son de plástico y sólo los puedes cortar con tijeras de descuartizar pollos) y la efervescente notoriedad de los fichajes. De Espadaler sabemos que es la alternativa locuaz a la monotonía de Montilla. Jiménez Villarejo, en cambio, se ha ganado un prestigio que, en manos de un partido tan volátil, le proporcionará más razones para arrepentirse que para entusiasmarse. Y se insinúa un pacto no escrito entre ERC y Catalunya en Común que empezó con la cena en casa de Jaume Roures, que fregó los platos. Claro que eso fue antes de que se instaurara el puente aéreo entre Julian Assange y la Célula Richelieu del soberanismo.
En estos días los medios audiovisuales somatizan la lamentable pirotecnia de tuit y postureo. Xavier Domènech y Ada Colau han encontrado un filón en la crítica a unos (Rajoy y toda la pesca) y otros (los que prometieron lo que no podían cumplir)
Capitán Haddock: candidato ideal para cohesionar estados de ánimo
y, para marear aún más la perdiz, han roto enfáticamente del pacto con el PSC en Barcelona. Eso le permitirá a Jaume Collboni hacer lo que mejor hace: lamentarse. ¿Tiene sentido tanta frivolidad electoral mientras el país se hunde y se agrava el bullying patriótico? No, pero para no tener que trabajar en algo tangible algunos son capaces de cualquier cosa.
En Preguntes freqüents (TV3), Elisenda Alamany, de Catalunya en Común, defendió su ideario ante un Ricard Ustrell que llevaba una oportuna camiseta del Capitán Haddock (que quizás sería el candidato más idóneo). Ustrell ha anunciado que dejará el programa y los comisarios políticos que llevan meses haciéndole vudú con sesiones de envidia y mediocridad ya hacen correr maledicencias y mentiras. Quien quiera saber qué hará Ustrell, que recupere El suplement (Catalunya Ràdio) del sábado y encontrará un nivel de amenidad, pluralidad, ritmo y densidad radiofónica tan inusual como estimulante.