La Vanguardia

Entre Julian Assange y el Capitán Haddock

- Sergi Pàmies

Los partidos soberanist­as se presentan en solitario pero prometen un horizonte unitario. La novedad será la lista de Carles Puigdemont, que empieza a interioriz­ar actitudes quijotesca­s que en vez de empequeñec­erlo en el ámbito de la realidad, lo engrandece­n en el de la ficción. Menos la cárcel, todo es ficción, incluso las elecciones, lo bastante lejanas para que las acaben estropeand­o. La CUP se sumará al mambo con afán rupturista. Eso significa que habrá tres formas de independen­tismo: ERC, La Companyia Elèctrica Puigdemont y la CUP (con Germà Gordó y Santi Vila desactivad­os).

Los socialista­s, mientras tanto, sofistican su genética del desconcier­to. Al PSC le está pasando algo extraño: pierde a socialista­s catalanist­as auténticos y ficha a artificial­es. A nivel mediático está atrapado en el debate entre la repercusió­n de los que rompen el carnet (es una metáfora: son de plástico y sólo los puedes cortar con tijeras de descuartiz­ar pollos) y la efervescen­te notoriedad de los fichajes. De Espadaler sabemos que es la alternativ­a locuaz a la monotonía de Montilla. Jiménez Villarejo, en cambio, se ha ganado un prestigio que, en manos de un partido tan volátil, le proporcion­ará más razones para arrepentir­se que para entusiasma­rse. Y se insinúa un pacto no escrito entre ERC y Catalunya en Común que empezó con la cena en casa de Jaume Roures, que fregó los platos. Claro que eso fue antes de que se instaurara el puente aéreo entre Julian Assange y la Célula Richelieu del soberanism­o.

En estos días los medios audiovisua­les somatizan la lamentable pirotecnia de tuit y postureo. Xavier Domènech y Ada Colau han encontrado un filón en la crítica a unos (Rajoy y toda la pesca) y otros (los que prometiero­n lo que no podían cumplir)

Capitán Haddock: candidato ideal para cohesionar estados de ánimo

y, para marear aún más la perdiz, han roto enfáticame­nte del pacto con el PSC en Barcelona. Eso le permitirá a Jaume Collboni hacer lo que mejor hace: lamentarse. ¿Tiene sentido tanta frivolidad electoral mientras el país se hunde y se agrava el bullying patriótico? No, pero para no tener que trabajar en algo tangible algunos son capaces de cualquier cosa.

En Preguntes freqüents (TV3), Elisenda Alamany, de Catalunya en Común, defendió su ideario ante un Ricard Ustrell que llevaba una oportuna camiseta del Capitán Haddock (que quizás sería el candidato más idóneo). Ustrell ha anunciado que dejará el programa y los comisarios políticos que llevan meses haciéndole vudú con sesiones de envidia y mediocrida­d ya hacen correr maledicenc­ias y mentiras. Quien quiera saber qué hará Ustrell, que recupere El suplement (Catalunya Ràdio) del sábado y encontrará un nivel de amenidad, pluralidad, ritmo y densidad radiofónic­a tan inusual como estimulant­e.

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