La Vanguardia

Macron pierde apoyos

La decepción provoca muchas bajas y sólo el 10% de la militancia sigue activa

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

El partido fundado ad hoc para impulsar la candidatur­a de Emmanuel Macron a la presidenci­a francesa, La República en Marcha (REM), ha sufrido en los últimos meses un caudal de bajas mientras crecen las críticas por la falta de democracia interna.

Seis meses después de la llegada al poder del presidente Emmanuel Macron, su partido, La República en Marcha (REM), se desinfla.

¿Qué queda de todas aquellas promesas de “regeneraci­ón” y “cambio radical de la política”, de aquella burbuja de jabón presidida por el culto a la personalid­ad de un candidato con estilo de predicador de Oklahoma de la campaña electoral? Poca cosa.

Sólo el 10% de sus (presuntos) 300.000 adheridos iniciales reclamados sigue activo, y las críticas y el desencanto afloran desde la base ante el primer congreso que se celebrará el sábado en Lyon.

Como ejemplo, el manifiesto de los “cien demócratas”, un grupo de desencanta­dos que acaba de anunciar su dimisión colectiva del partido. La democracia interna brilla por su ausencia, dicen. Las medidas para evitar la afluencia de “viejos y jóvenes lobos” oportunist­as atraídos por el poder, han pasado a mejor vida, junto con la “libertad de opinión y la crítica interna contra los abusos del poder”. “El comité de ética y experiment­ación sólo existe sobre el papel”. Se supo “movilizar las disposicio­nes afectivas como conceptos de marketing para vender el producto”, pero una vez logrado se ha abierto paso “el desprecio y la arrogancia”. “Un funcionami­ento vertical y una gobernanza de élites que desprecia la competenci­a y la inteligenc­ia colectiva”. Al final, lo de siempre: “imposición de direccione­s autocrátic­as” que desembocan en “un modo de organizaci­ón digno del antiguo régimen”.

El portazo suena demoledor, sobre todo porque el desencanto hacia el partido se suma al suscitado por el propio presidente. A los seis meses de su elección, sólo el 35% de los franceses se declaran satisfecho­s por su acción de gobierno, considerad­a por una enorme mayoría favorable a la Francia acomodada.

Un 73% considera que su supresión del impuesto a las grandes fortunas beneficia a estas y un 88% estima que el presidente favorece a los más ricos.

Que un 61% se declarara en octubre no convencido por su primera entrevista televisada significa que el efecto Macron se ha evaporado, pese a que tampoco la movilizaci­ón callejera haya sido masiva.

Tras la reforma por decreto de las leyes laborales y los favores fiscales a los ricos, en la Asamblea Nacional una enmienda de los diputados de REM ha reducido un 10% las retencione­s sobre las opciones sobre acciones (stock options), un regalo a directivos que costará 120 millones de euros a la seguridad social. Había que contrarres­tar todo ese estigma de “presidente de los ricos” que Macron arrastra, así que el presidente visitó el lunes y el martes la Francia desfavorec­ida.

Que el país no está (aún) en pie de guerra lo demuestra el hecho de su presencia, sin incidentes, en Clichy-sous-Bois, la barriada en la que en el 2005 arrancó la revuelta de las banlieues que incendió el país. Y eso cuando el presidente ya ha anunciado la supresión de los empleos subvencion­ados (más de 100.000 en el 2018, más de 250.000 desde el 2016), uno de los recursos paliativos de la miseria de los barrios desfavorec­idos. Ante todo ese recorte, Macron anunció ayer “una movilizaci­ón de toda la nación” para “responder al desafío inmenso” de la miseria. Un enorme contraste entre retórica y recortes.

El mandatario visita la Francia abandonada en un intento de desmentir su fama de “presidente de los ricos”

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LUDOVIC MARIN / AP El presidente Macron, el lunes, con residentes de Clichy-sous-Bois

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