Los hoteleros piden ayuda ante la caída del turismo de negocios en Barcelona
El sector reclama a las administraciones que doblen la inversión dedicada a la promoción ante el descenso de la ocupación
Que a estas alturas las reservas hoteleras para pasar el fin de año en la capital catalana supongan únicamente la mitad de las registradas en el ejercicio anterior es sólo un síntoma de la tendencia a la baja del turismo, afectado por la inestabilidad política. La situación en la ciudad es lo suficientemente alarmante como para que el presidente del gremio en Barcelona, Jordi Clos, reclamara ayer a las administraciones que doblen la inversión dedicada a la promoción turística.
Los profesionales que se dedican a organizar eventos para empresas están dejando Barcelona de lado, están dejando de preguntar precios, de solicitar presupuestos, de reservar fechas... Y de aquí a unos pocos meses ello repercutirá de un modo muy importante en las cajas registradoras de las tiendas, de los hoteles, de los taxistas, de los restaurantes, de los... El Gremi d’Hotels de Barcelona advirtió ayer con una severidad inusitada que en estos momentos la reputación de la capital de Catalunya como destino turístico de negocios está muy en entredicho. Los hoteleros exigen a las administraciones que doblen sus inversiones en promoción de la ciudad. Hasta ahora las principales ferias y congresos aguantan. Aún no se produjo ninguna suspensión de renombre. El Mobile World Congress no quiere mudarse. El Smart City Expo está estos días batiendo sus propios récords de asistentes. Pero el turismo de negocios va mucho más allá de estas grandes citas. Hablamos de centenares de incentivos de empresas, de reuniones de directivos, de encuentros de trabajadores de multinacionales. Hablamos de un turismo de calidad que supone muchos ingresos y pocas molestias.
Las imágenes de aquellas cargas policiales, de las grandes manifestaciones y de tantos altercados grabados con un smartphone no cesan de dar vueltas al planeta y de espantar cada vez más a los ejecutivos, especialmente a los estadounidenses y a los japoneses, una gente muy sensible a cualquier perturbación del orden público y de la seguridad. Además, Granada y Sevilla, por poner un par de ejemplos, también les parecen unas ciudades maravillosas donde perderse unos días. La competencia es muy fuerte. Lo constató de un modo un tanto agrio Jordi Clos, el presidente del Gremi d’Hotels de Barcelona, en Londres, en el World Travel Market, hace pocos días, durante la celebración de la feria de referencia de la industria turística mundial, cuando le preguntaron cuándo volvería Barcelona a ser una ciudad segura, si acaso Catalunya sufría otra guerra civil. Sí, Clos se quedó ojiplático.
“Estamos yendo de mal en peor –prosiguió ayer el presidente del gremio en un encuentro con periodistas–. Empezamos con las colas en el aeropuerto, luego llegó el vandalismo turístico, después se produjeron los atentados... y ahora estamos inmersos en una coyuntura política tremendamente complicada. Los últimos datos son muy preocupantes”. Porque las estadísticas confirman todos los temores que se vienen materializando desde agosto. Y encima únicamente reflejan la caída de una parte del mercado. Se refieren principalmente al comportamiento del turista al uso. La ocupación hotelera en Barcelona bajó hasta el 83% el pasado octubre, siete puntos menos que la registrada un año atrás. Ello supuso un descenso medio de la facturación de un 13%. Esta caída no está afectando de igual modo a todos los establecimientos turísticos. Algunos de los hoteles más lujosos de
Barcelona están viendo cómo sus beneficios menguan hasta un 40%. Más de cien negocios están perdiendo el 30%. Muy pocos arrojan un balance positivo. El precio medio de la habitación se abarató nueve euros. Pasó de los 156 a 147 euros. Además, las reservas para pasar aquí Fin de Año son hoy día poco más de la mitad de las registradas hace un año. Los italianos están buscando otros escenarios para sus juergas.
Pero estas estadísticas aún no reflejan las consecuencias que tendrán sobre el sector los miedos de los ejecutivos estadounidenses y japoneses. Porque todos estos indicadores, abundó Clos, son reflejo principalmente del comportamiento de turistas al uso que, ante la trepidante sucesión de acontecimientos de los últimos meses, decidieron disfrutar de sus días de descanso en otro lugar, que finalmente prefirieron no viajar a Barcelona. En agosto nadie canceló sus vacaciones. En estos tiempos los reem- bolsos son muy raros. Pero entonces y después muchos que planeaban su escapada a Barcelona decidieron cambiar de destino. Son sobre todo familias que de repente disponen de tres o cuatro días. “Esta situación bloquea inversiones, reduce estructuras, tensa la tesorería...”. Afortunadamente, prosiguió el presidente del gremio, recuperar este segmento de mercado no es tan complicado. Sin embargo, los actos de empresa se preparan unos cuantos meses antes, sus organizadores son seducidos constantemente, y recuperar aquellos que ya se perdieron sí que resulta muy complicado. Además, será muy difícil cuantificar cuántas cenas y noches de hotel perderá Barcelona por culpa de la fuga de empresas.
“Por ello pedimos a las administraciones que doblen las inversiones destinadas a la promoción de Barcelona y de su marca –dijo Clos–, que empleen de este modo la recaudación de la tasa turística hasta que recuperemos la normalidad”. El gremio confía en que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau se dé cuenta de la gravedad de la situación, y de que la intervención de la Generalitat no obstaculice la toma de medidas extraordinarias. También advierte que son las inversiones en promoción las que propician la atracción de visitantes de calidad, que cuando no se gasta nada es cuando viene la gente que ninguna ciudad quiere. A grandes rasgos, lo que piden los hoteleros es que el presupuesto anual del consorcio de Turisme de Barcelona pase de 3,5 millones a siete. Además, el propio gremio, Vueling, Expedia, Turisme de Barcelona, Fira de Barcelona y el Centre de Convencions Internacional de Barcelona invitarán a los principales organizadores de eventos para empresas a pasar unos cuantos días en Barcelona, a comprobar que, a pesar de lo que pueden dar a entender muchas imágenes registradas por smartphones, en Catalunya no se está librando ninguna guerra civil.
LO PEOR ESTÁ POR LLEGAR
Los indicadores reflejan principalmente el descenso de las escapadas
SI NO SE TOMAN MEDIDAS YA
La caída de los visitantes por negocios no será patente hasta dentro de unos meses