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La reciente pérdida de volumen del negocio turístico en Barcelona, y las consecuencias económicas que puede tener el Brexit para España.
LOS funcionarios de la Comisión Europea han empezado a analizar el posible escenario del futuro ciclo presupuestario de la Unión Europea que se abrirá a partir del año 2021. El principal dato que incidirá sobre las cuentas comunitarias a partir de entonces será la pérdida del segundo contribuyente neto a las arcas de Bruselas, que es el Reino Unido. El Brexit supone que se dejarán de ingresar los algo más de 10.000 millones de euros anuales que aporta actualmente. Estos menores ingresos comportarán, de entrada, un drástico recorte en los gastos. A partir de ahora se abre un largo e intenso periodo de negociaciones para el reparto de sacrificios, en el que los países receptores de ayudas comunitarias corren la peor parte, algo que políticamente puede comportar un incremento de los movimientos euroescépticos.
España, como tercer receptor neto de las políticas de cohesión europeas, después de Polonia y de Italia, tiene mucho que perder ante el nuevo escenario presupuestario. Los primeros cálculos indican que, en la peor de las hipótesis, podría dejar de recibir 38.500 millones de euros de los fondos de cohesión en el transcurso de los siete años que debería contemplar el nuevo periodo presupuestario que comenzará en el 2021. Evidentemente, esto supondrá un duro golpe para las finanzas públicas españolas, con especial incidencia en las comunidades autónomas que mayores ayudas reciben actualmente, como son Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.
Los contribuyentes netos a las arcas comunitarias, con Alemania a la cabeza, no son partidarios de incrementar sus aportaciones presupuestarias para cubrir el agujero que dejará el Reino Unido. A lo sumo podría pensarse en un incremento de los recursos a través de la implantación de impuestos europeos. Pero todo indica que los recortes serán inevitables.
Otro problema adicional es que las nuevas exigencias geopolíticas obligarán a cambiar las estrategias presupuestarias europeas para invertir más dinero en seguridad, defensa e inmigración, lo que a su vez comportará menos recursos para los fondos de cohesión, que podrían quedar circunscritos únicamente a los países del Este. Los países del Sur, por tanto, sufrirán directamente las consecuencias presupuestarias del Brexit.
La prioridad política y diplomática de España, por tanto, ante el nuevo escenario post-Brexit que se abre en la Unión Europea a medio plazo debe ser intentar minimizar el impacto presupuestario negativo que se avecina. A nadie se le oculta que el reto es difícil.