La Vanguardia

El vídeo de Òmnium

- Laura Freixas

Hace poco volví a ver un clásico del cine: La pasión de Juana de Arco, de Dreyer (1928). La Fundación March me había pedido que presentara la película, dentro de un ciclo dirigido por Román Gubern, y yo quería analizar la visión que Dreyer da de su protagonis­ta, y por extensión, de las mujeres. Me intrigaba que habiendo sido Juana una guerrera salvadora de su patria, Dreyer la pintara como una niña visionaria, sufriente y asustada. En esas estaba cuando apareció Help Catalonia.

Por si no lo han visto, Help Catalonia es un vídeo de Òmnium Cultural que cuenta lo sucedido el 1-O... según la versión oficial indepe: Catalunya es “un sol poble” independen­tista (“we, the Catalans” es gente desfilando con pancartas del sí), el referéndum fue convocado por “el Parlamento de Catalunya” (no se menciona que la mitad de diputadas/os abandonaro­n el hemiciclo en señal de protesta), votaron 2,3 millones de personas (menos de la mitad del censo, pero se omite ese detalle), y la policía actuó con “un grado de fuerza nunca visto en un país de la Unión Europea” (miren las imágenes de los mossos disolviend­o a los del 15-M del 2011 y opinen). Un mes después, Òmnium emitió otro vídeo similar, donde una Catalunya moralmente irreprocha­ble (“nuestra sociedad libró una feroz batalla contra el fascismo”, que por lo visto sólo existía del otro lado del Ebro) vuelve a pedir a Europa que “no nos abandone”. Lo interesant­e es que en ambos casos, la narradora es una joven. En el primero, una actriz catalana que parece todo el rato a punto de echarse a llorar; en el segundo, una refugiada bosnia, lo bastante víctima de por sí (escapó a la matanza de Srebrenica) como para no necesitar ningún subrayado emocional.

Y entonces lo vi claro: Dreyer optó por la facilidad. Continuó una vieja tradición: la princesa salvada por san Jorge, la musa romántica, la heroína del bel canto, la femme-enfant surrealist­a... Una tradición que presenta a las mujeres como víctimas (inocentes y puras, amenazadas por un hombre malo, pidiendo socorro a un hombre bueno) y como médiums (que no hablan en nombre propio, sino en el nombre de Dios, el arte, la patria...). De este modo no se les reconoce autonomía ni autoridad. Lo mismo que ha hecho Òmnium, en unos vídeos que no sé si empoderan a los catalanes (independen­tistas), pero que desde luego no empoderan, sino todo lo contrario, a las mujeres.

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