Ballet a la carrera
El coreógrafo francés Olivier Dubois presenta en Barcelona el
cierre de su trilogía Étude critique pour un trompe-l’oeil, sobre la búsqueda de la felicidad, que titula Auguri, donde los bailarines se pasan 60 minutos corriendo sin parar.
Olivier Dubois ha pasado en poco tiempo de enfant terrible de la danza contemporánea a experto director de centros coreográficos... que está harto de tecnócratas. “Los centros coreográficos nacionales de Francia eran un sueño muy bello hace tres décadas, pero ahora han llegado al fin de su historia. Eso ya no es un proyecto artístico. Se han burocratizado, alejándose de la misión que es la creación”, decía ayer en el Mercat de les Flors. El coreógrafo francés, actual director del Ballet du Nord, trae a Barcelona –hasta el sábado– el cierre de su trilogía Étude critique pour un trompe-l’oeil,sobre la búsqueda de la felicidad, que titula Auguri. “Es una carrera humana –dice– hacia un absoluto, la búsqueda de otro lugar. La felicidad es posiblemente otro lugar, pues la vida es sólo la búsqueda”.
Su paso por el Ballet du Nord no ha sido feliz. “Es absurdo que el 93% del presupuesto se vaya en alquileres y personal administrativo –se lamentaba– y sólo un 7% de los 3,5 millones de euros sea para creación, bailarines, inserción profesional, comunicación, desarrollo sobre el territorio y producción. No, ya he tenido bastante. Lo he saneado, he pagado todas las deudas de madame [Carolyn] Carlson –su predecesora–, me he responsabilizado de todo... y me ofrecieron seguir pero decliné. Es la primera vez que un artista permanece solo cuatro años. Precisamente nosotros sabemos lo que es una compañía y sabemos construir un proyecto. No somos estúpidos, sabemos contar. Pero los políticos y burócratas que no hacen nada nos llevan a la ruina, no desean ayudarte”.
Así las cosas, sus 61 bailarines (no permanentes) se irán ahora con él al muy dinámico centro Centquatre-Paris en calidad de compañía residente, donde podrá desarrollar sus proyectos. El que trae ahora al Mercat ahonda en su fama de terrible –“¡qué gran piropo!, me plantea retos, no esperéis que haga lo que vosotros queréis”–, pues los bailarines que ya interpretaron Revolution (2009) y luego Tragédie (2012), las primeras dos partes de esta peculiar trilogía, necesitan de una formación sin precedentes. Se pasan 60 minutos corriendo sin parar. Incluso se ha contratado a un preparador físico que trabaja con atletas olímpicos para hacerlo posible.
“La idea es correr, correr y correr, pero sin medalla de oro, con la necesidad de llegar los 22 al mismo punto juntos, algo que no es posible con atletas: necesitas artistas. La velocidad es inaudita, sí, pero están preparados. Cada día es como jugar un partido de fútbol llevando tu sólo la pelota todo el tiempo”, explica Dubois. “Porque no quiero bailarines sobre la escena, sino hombres y mujeres que bailan. Y en este caso corren y al final bailan. Y nadie corre o anda como el otro, es único en el mundo. Y eso crea un diálogo. La armonía es posible sólo si tienes un sonido muy claro y trabajado. Y la suma de todos esos sonidos claros, esos 22 bailarines, hace posible la armonía, el canto final”, concluye.
El coreógrafo contrató incluso a un entrenador de atletas para este ‘Auguri’ que llega ahora al Mercat