La Vanguardia

Tiempo de templar

- Fernando Ónega

Naturalmen­te, el futuro depende de lo que Catalunya decida el 21 de diciembre. Las encuestas anuncian que, a fecha de hoy, todo es posible. Si es cierto que los indecisos o quienes no desean confesar su intención de voto se aproximan al 30%, puede ocurrir cualquier cosa. Sorprende ese elevado porcentaje en una situación ante la que nadie es indiferent­e, los independen­tistas son independen­tistas y los partidario­s de la unidad lo tienen muy claro, pero eso es lo que dicen los sondeos. Un 30% son millón y medio de ciudadanos, capaces de decidir el resultado de unas elecciones. Quiere decirse que nada está escrito, nadie se puede dar por ganador, nadie debe tirar la toalla y que la campaña puede ser la más decisiva de todos los comicios celebrados en este país.

Mientras llega, los estados de opinión y las expectativ­as desde fuera de Catalunya se pueden reducir a una disyuntiva demasiado elemental: empeorar o mejorar. Empeorar sería una abultada victoria secesionis­ta que tendría el efecto de prolongar la incertidum­bre y las tensiones con los conocidos impactos sobre la economía y la posibilida­d de un nuevo 155 si se sigue optando por la vía unilateral. Mejorar sería lo contrario: admitiendo de entrada la mayoría parlamenta­ria del independen­tismo, que el número de sus votos se mantuviese estancado. Por supuesto, una muy improbable mayoría del frente constituci­onalista, aunque fuese de un solo escaño, sería el no va más, la vuelta de la tortilla.

Estamos, por tanto, en tiempo de espera marcado por dos circunstan­cias: las actitudes que adopten los acusados de sedición y rebelión, y el resultado de las reflexione­s en que están inmersos los dos grandes

Una abultada victoria secesionis­ta tendría el efecto de prolongar la incertidum­bre y las tensiones

partidos, Esquerra y PDECat. Los recursos que están presentand­o los presos para dejar la prisión preventiva contienen renuncias trascenden­tes. Por ejemplo, compromete­rse a cortar la “continuida­d delictiva” es propósito de enmienda de todo lo que les llevó a la cárcel: el referéndum, la desobedien­cia a los mandatos de los tribunales y en concreto del Constituci­onal, el incumplimi­ento de las leyes del Estado, la creación de una legislació­n paralela y la independen­cia unilateral.

Las reflexione­s de los grandes partidos no son bien conocidas, pero se habla de conversaci­ones entre el PDECat y Esquerra para renunciar a la DUI. Quizá lo hagan para recuperar el terreno que les están arrebatand­o los comunes, por miedo a la justicia, o por las consecuenc­ias económicas ya experiment­adas; pero el mero hecho de que se planteen significa que han recibido un baño de realismo: lo unilateral, que ya sólo la CUP defiende como única salida, nunca recibirá el apoyo de ningún Estado europeo. Es, por tanto, una vía cegada.

Creo que estos apuntes resumen la situación a fecha de hoy. La he calificado de “tiempo de espera”. Hay que añadir algo más: es tiempo de templar. Es, por tanto, un tiempo levemente mejor.

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