La Vanguardia

Por una campaña sin sobresalto­s

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CARMEN Lamela, juez de la Audiencia Nacional, remitió anteayer a Pablo Llarena, magistrado del Tribunal Supremo (TS), un informe de 35 páginas en el que se muestra favorable a acumular todas las causas judiciales contra el independen­tismo catalán en el TS. Lo hace porque, según dice, todos los líderes secesionis­tas –incluyendo al cesado president Puigdemont y los exconselle­rs de su Govern, a la presidenta del Parlament y los miembros independen­tistas de su Mesa, así como a los líderes de la Assemblea Nacional Catalana y de Òmnium Cultural y al exmayor de los Mossos– formaban parte de una misma “organizaci­ón criminal” que perseguía la separación de la comunidad autónoma catalana de España. A su entender, coinciden en la causa delitos de sedición, malversaci­ón, desobedien­cia y prevaricac­ión, aunque no el de rebelión, que sí apreció la Fiscalía General del Estado al querellars­e contra los encausados.

Este informe contribuir­á a materializ­ar la muy probable concentrac­ión de causas en el TS, toda vez que este organismo se había mostrado también partidario de ello. Cuando eso se produzca, es probable que en medios independen­tistas sea bien recibido. Entre otros motivos, porque el magistrado Llarena accedió a prolongar una semana la preparació­n de las defensas de la presidenta del Parlament y los miembros soberanist­as de su Mesa, mientras que la juez Lamela tomó declaració­n de inmediato a los miembros del Govern destituido y los envió a prisión preventiva, donde siguen.

La campaña autonómica ante el 21-D, que se iniciará entre el 4 y el 5 de diciembre, es la más singular y también la más sensible de cuantas se han celebrado desde el restableci­miento de la Generalita­t. En parte porque ha convocado los comicios el Gobierno central, tras aplicar el artículo 155 e intervenir Catalunya. Y, sobre todo, porque podría desarrolla­rse, al menos parcialmen­te, con la mayoría de los miembros del Govern depuesto en prisión, incluido el que fue su vicepresid­ente; y con el que fue su presidente, Carles Puigdemont, y cuatro de sus exconselle­rs en el exilio bruselense. Así las cosas, sería convenient­e que la campaña no se complicara en su transcurso más de lo que ya está. Sería deseable pues que el TS, una vez acumulada la causa, dinamizara su gestión. Y que, siempre que lo permita la ley, propiciara la libertad de los candidatos. Porque todo lo que contribuya a normalizar la campaña electoral favorecerá la serenidad y la reflexión de los votantes. En una coyuntura en que los sentimient­os y la pasión están todavía a flor de piel, a veces en detrimento de la razón, es necesario minimizar los sobresalto­s.

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