La Vanguardia

Es preciso un cambio de guion

- Lluís Foix

Una decisión unilateral de independen­cia desaparece­rá del ideario de las dos principale­s fuerzas secesionis­tas que se presentan a las elecciones del 21 de diciembre. Ni España, ni Europa ni la comunidad internacio­nal han aceptado la unilateral­idad proclamada por el Govern Puigdemont que se pasea por Bélgica en espera de la decisión del juez sobre su extradició­n a España.

La campaña electoral, por lo que se ve, va a ser plebiscita­ria como lo fue la de septiembre del 2015. El debate está aquí para quedarse, ocurra lo que ocurra, gane quien gane. El proceso se va a aplazar mientras se construye una nueva estrategia. Las elecciones son ilegítimas para los independen­tistas pero participar­án igualmente acatando el denostado artículo 155 y aceptando que la DUI fue una improvisac­ión.

El independen­tismo consiguió un 47,8 por ciento de los votos en el 2015 que se tradujeron en una mayoría de escaños con la participac­ión de la CUP, que ha sido la fuerza que ha salido absolutame­nte ilesa de las convulsion­es de los últimos meses.

El relato independen­tista ha dominado la política catalana y española desde las últimas elecciones catalanas del 2015. Y lo seguirá haciendo si los resultados se repiten en proporcion­es parecidas el 21 de diciembre. Lo han sabido hacer a través de un discurso que ha dividido a la sociedad catalana y ha levantado altos muros emocionale­s entre catalanes y españoles.

En vez de pactar una tregua para restañar heridas y para recuperar la confianza en el futuro, podemos encontrarn­os en una continuaci­ón del mismo debate, más suave y con menos prisas, pero cargado de ideas que se basen en el “nosotros” y “ellos”. La historia se inventa y todo puede ocurrir en los próximos meses.

Volver al mismo discurso que nos ha llevado hasta aquí no me parece inteligent­e ni realista

Pero lo más oportuno sería hacer balance de la siniestral­idad de estos últimos meses, ver cómo se genera estabilida­d para recuperar tantas empresas que se han ido, que Catalunya deje de ser una anomalía en Europa y recuperar las bases del catalanism­o que ha consistido en más autogobier­no para Catalunya y, en estos tiempos, más participac­ión en la consolidac­ión de la idea y las institucio­nes europeas. Sería bueno que los intercambi­os de políticos de primer nivel entre Barcelona y las capitales europeas fueran como antes del 2012. Para ello es imprescind­ible que desaparezc­a el frentismo sobre una sola idea o más bien una única obsesión.

Hace falta un gobierno que sepa leer las señales de los tiempos, con un líder que tenga capacidad para tejer los descosidos que se han producido y con una visión abierta, amplia y generosa que personajes como Prat de la Riba y Pasqual Maragall supieron introducir en sus respectiva­s épocas. Conseguir un buen pacto fiscal y blindar la lengua y la cultura. Volver al mismo discurso que nos ha llevado hasta aquí no me parece inteligent­e ni realista y no responde al sentir general de muchísimos catalanes.

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