Gran intérprete verdiano
Este barítono ruso, hijo del ingeniero Alexánder Hvorostovski y de la médica Ludmila, nació en un ambiente de sólidas convicciones artísticas y se orientó muy pronto hacia la música; se distinguió en la coral del Colegio Pedagógico de Krasnoyarsk y fue formado por la profesora de canto Ekaterina Yoftel, inicialmente como tenor, pero después pasó a la cuerda de barítono.
Debutó como Monterone, en el
Rigoletto verdiano en el Teatro Estatal de Krasnoyarsk y pasó al de Bakú, ciudad donde ganó el concurso Glinka de canto (1986). Ganó diversos otros concursos de canto, como el de Toulouse (1988) y el de la BBC de Londres, en una gran final muy recordada donde ganó al también eminente barítono galés Bryn Terfel. Viajó por Europa y en 1989 se presentó en la Ópera de Niza en La Dama de Fregaderos de Chaikovski, y acto seguido debutó en el Covent Garden de Londres, en la Lyric Opera de Chicago con La traviata (en el papel de Germont) y en el Metropolitan de Nueva York.
En el Liceu de Barcelona cantó
Pagliacci (el prólogo y el rol de Silvio) y cantó también al Don Giovanni en el Festival de Salzburgo (donde aparecía en escena conduciendo un vistoso automóvil), en el 2002. En el 2016 hizo una nueva aparición al Gran Teatre del Liceu en un recital, ya afectado por la enfermedad, después del cual sugirió cantar en la temporada de este año la ópera Demon de Anton Rubinstein (de la cual era un gran intérprete y había ofrecido ya una pieza en recital). Pero un agravamiento de un cáncer que sufría lo obligó a cancelar finalmente este ofrecimiento.
Gran entusiasta del compositor ruso Georgy Sviridov (1915-1998) difundió la música, de fuertes resonancias chaikovskianas. En 1982, Hviristivski ganó el Disco de Oro por sus grabaciones con la firma Philips.
Entre sus grabaciones se distinguió sobre todo el de su rol de Giorgio Germont, en La traviata, gran intérprete verdiano, compositor ideal para su color de voz oscuro y aterciopelado. Defendió siempre la claridad en la pronunciación del texto operístico, ya que según había dicho, el canto perdía buena parte de su sentido si no se hacía comprensible al espectador lo que se estaba transmitiendo.
Dmitri Hvorostovski tenía una fuerte personalidad escénica, favorecida por una abundante cabellera de color rubio-platino que lo hacía especialmente visible en escena. Desde el 2015 sufría un cáncer de cerebro que lo obligó a renunciar primero a actuar en los teatros de ópera, pero todavía obtuvo fuertes éxitos en sus recita- les. Pero al fin, el mal lo ha vencido en Londres, rodeado por su familia. La desaparición de Dima, como lo conocían sus amigos y el mundo profesional de la ópera, ha producido una fuerte conmoción en todo el mundo lírico, que ha expresado un lamento unánime por una voz carismática apagada con tan sólo 55 años. Deja un gran legado discográfico, con Verdi y el repertorio ruso como gran aportación. Su última grabación salió este mismo mes de noviembre, protagonizando el rol titular de la ópera Rigoletto, para el sello Delos. Descanse en paz.
En el Liceu de Barcelona cantó ‘Pagliacci’ en el 2002 y volvió en el 2016, ya enfermo, en un recital