Tel Aviv, la Ciudad Blanca
UNO DE LOS ELEMENTOS MÁS DIS TINTIVOS D EL ES TILO BAUHAUS EURO PEO ERAN LAS AMPLIAS ZONAS D E
CRISTAL
Con más de cuatro mil edificios en poco más de cincuenta kilómetros cuadrados, Tel Aviv es la ciudad del mundo con más
construcciones de estilo Bauhaus
del mundo. Recordamos la llegada de esta escuela arquitectónica alemana a la urbe israelí y recorremos los rincones más representativos de la Ciudad Blanca. UN ESTILO ROMPEDOR
En 1919, el arquitecto, urbanista y diseñador alemán Walter Gropius abrió en Weimar la Staatliche Bauhaus (Casa de la Construcción Estatal), una escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura. Con la idea de que la forma siempre sigue a la función como uno de sus principales principios fundacionales, con los años, la Bauhaus acabaría convirtiéndose en una de las corrientes artísticas y arquitectónicas más relevantes del siglo XX.
A inicios del siglo pasado, la comunidad judía de Jaffa decidió asentarse colectivamente en la zona de dunas de arena de las afueras de la vieja ciudad portuaria palestina. Nacía Tel Aviv. Fue el primer alcalde de la incipiente urbe, Meir Dizengoff, quien encargó el plan maestro de Tel Aviv a Patrick Geddes, urbanista británico que ya había realizado el trazado de Nueva Delhi.
La idea era diseñar una metrópolis siguiendo los preceptos del movimiento urbanístico Ciudad Jardín , fundado por Ebenezer Howard. Para Howard, las ciudades debían ser zonas urbanas diseñadas para trabajar, pero también, y muy especialmente, para disfrutar de una vida saludable. Una urbe con una población limitada y rodeada por un cinturón vegetal. Geddes trabajó en el encargo entre 1925 y 1927, diseñando las calles, avenidas y los principales edificios, así como sus funciones, de la ciudad. Sin embargo, pasó por alto el estilo arquitectónico que debían seguir. LA BAUHAUS LLEGA A ISRAEL El 30 de enero de 1933, en una de las decisiones más nefastas de la historia de la humanidad, el presidente alemán Paul von Hindenburg nombró canciller a Adolf Hitler, culminando el ascenso al poder del Partido Nazi. Millares de judíos europeos emprendieron en ese momento un éxodo que llevó a muchos de ellos a buscar exilio en Palestina. Entre las muchas personas que llegaron al entonces protectorado británico se encontraban arquitectos como Arieh Sharon, Shmuel Mestechkin, Munio Gitai Weinraub o Shlomo Bernstein, todos ellos miembros destacados del movimiento Bauhaus (por cierto, los nazis también prohibieron la escuela abierta por Walter Gropius por considerarla degenerada). Fueron estos los que, aprovechando la ausencia de una tradición y estilo arquitectónico predeterminados, delinearon los edificios de la nueva ciudad siguiendo los principios e ideales de la Bauhaus, pero adaptándolos a las singularidades del territorio y su clima: desértico y mediterráneo.
Uno de los elementos más distintivos del estilo Bauhaus europeo eran las amplias zonas de cristal que permitían la entrada de luz. En Tel Aviv, los arquitectos optaron por una solución totalmente opuesta: pequeñas
ventanas que limitaban el exceso de calor y resplandor. Del mismo modo, los balcones ahora eran estrechos y alargados, sombreados por el balcón del piso de encima. Y los tejados dejaron de ser inclinados, como marcaban los preceptos del estilo, para
pasar a ser planos, regalando a los residentes una zona común en la que poder socializar y hacer vida colectiva. Muchos de estos edificios también se levantaron sobre pilares, lo que permitió que el viento soplara por debajo de los apartamentos, regalando al mismo tiempo un zona para que los más pequeños pudieran jugar. Todos los bloques ofrecían diversos servicios a sus inquilinos: lavandería, servicio postal, jardín de infancia..., además de gozar casi todos de un espacio verde en el que los residentes podían cultivar sus frutas, verduras y hortalizas. Sin embargo, el principal elemento del estilo Bauhaus en Tel Aviv fue el
blanco, color que refleja las ondas luminosas provenientes del sol, con el que se tintaron todos los edificios de la ciudad. Tanto es así que a Tel Aviv se la pasó a conocer como la Ciudad Blanca. UNA NUEVA URBE En la actualidad, la Ciudad Blanca (en hebreo, Ha-Ir HaLevana) se refiere a la zona de Tel Aviv de poco más de cincuenta kilómetros cuadrados en la que se localizan alrededor de cuatro mil edificios, erigidos a partir de la década de los años 30 del siglo pasado por los
arquitectos judíos que llegaron al actual estado de Israel huyendo del nazismo, todos ellos ideados a partir de las formas de la escuela Bauhaus. Área de incalculable valor arquitectónico, en 2003, la
Unesco proclamó la Ciudad Blanca de Tel Aviv, urbe que amaga el mayor número de edificios de estilo Bauhaus del mundo, como lugar
Patrimonio de la Humanidad por ser “un ejemplo sobresaliente del planeamiento de una nueva ciudad y su arquitectura a principios del siglo XX”.
Una visita al Museo Bauhaus
(abierto únicamente dos días a la semana: miércoles y viernes) es la mejor manera para adentrarse y entender la relevancia que tuvo la escuela alemana en el desarrollo urbanístico de Tel Aviv. Y tras la visita se puede completar la experiencia realizando el Tel Aviv Bauhaus Walking Tour, actividad gratuita organizada por el Ayuntamiento que cada sábado, a partir de las 11 h, recorre los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Aunque, como sabe todo viajero, no hay mejor manera para descubrir los ejemplos más significativos del estilo Bauhaus de Tel Aviv, entre ellos, la casa Rabinsky, el Hotel Cinema, la plaza Dizengoff o la casa Hengel, que perderse por libre por las calles de la ciudad. Un recorrido que puede empezar en el bulevar Rothschild, indiscutible epicentro de la escuela alemana en la metrópoli, y proseguir por avenidas y calles adyacentes, como Shenkin, Dizengoff, Bialik, Mazeh o Kalisher.