La Vanguardia

Una vida de rivalidade­s

CaixaForum ilustra la pasión competitiv­a que impregnaba la antigua Grecia a través de la colección del British Museum

- TERESA SESÉ Barcelona

El CaixaForum de Barcelona acoge una muestra de 170 piezas de la antigüedad griega llegadas del British Museum que dan forma a una muestra sobre las constantes rivalidade­s que tejían la vida de los griegos del periodo clásico, y que abarcaban prácticame­nte todos los aspectos de la vida.

Los griegos de la Antigüedad se pasaron la vida compitiend­o. Cuando no estaban enzarzados en la guerra, entre ellos o contra un enemigo común, rivalizaba­n en el gimnasio por ver quién conseguía los músculos mejor esculpidos y el cuerpo más perfecto, organizaba­n concursos de belleza (eran muy celebrados los de la isla de Lesbos) y los atletas eran tratados como héroes y premiados por sus gestas, aunque se les castigaba si se enorgullec­ían en exceso. Pugnaban también los dramaturgo­s, los músicos y los poetas, que medían sus mentes en certámenes con suculentos premios como recompensa... Reñían en vida y también después de muertos. “El mayor triunfo era tener la tumba más grande”, ilustra Peter Higgs, una autoridad en el Reino Unido sobre arte de la antigua Grecia y comisario de Agón! La competició­n en la Antigua Grecia que hoy se inaugura en CaixaForum (hasta el 18 de febrero).

Los pobres recibían sepultura directamen­te bajo tierra, pero para los poderosos “la manera de presentars­e tras la muerte era una acto de rivalidad social, un modo de inmortaliz­ar su estatus”, añade Higgs. Nadie llegó tan lejos como el rey Mausolo de Caria (377-353 a.C.), que planificó la construcci­ón en Halicarnas­o (actualment­e Bodrum, Turquía) de su propia tumba, un monumento de 45 metros de altura decorado con multitud de estatuas, algunas de las cuales, así como un fragmento del friso, han salido por primera vez de Londres para la exposición organizada con los fondos del British Museum.

“Los griegos eran muy inteligent­es, cuando representa­ban al enemigo nunca minimizaba­n su fortaleza. Era una manera subliminal de decir ‘sí, son tan fuertes como nosotros pero les hemos ganado la batalla”, señala el comisario frente al friso que rodeaba la parte superior del monumento sepulcral, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Agón significa “rivalidad honesta”. Y ese espíritu lo impregnaba todo. Podía ser un elemento motivador, cohesionad­or, “porque la competició­n en la vida da mucha energía, por eso estamos aquí”, pero también un sentimient­o destructiv­o. Incluso si hablamos de deporte. Higgs muestra una cabeza en bronce (han sobrevivid­o muy pocas piezas de este metal, pues la mayoría fueron fundidas) que representa a un luchador de pancracio, modalidad de lucha en la que estaba permitido todo, excepto morder y atacar en los ojos. De la brutalidad de la disciplina dan fe las orejas hinchadas, una cicatriz profunda en la frente y un gorro que debía proteger de los estirones de pelo. “Es la imagen realista de la victoria, alguien que ha pasado por el infierno y ha alcanzado la gloria”.

“En el fondo, buscaban la vida eterna a través de actos extraordin­arios”, reflexiona Higgss, que recuerda que el afán competitiv­o era un rasgo más masculino que femenino (las mujeres sólo podían rivalizar a través de las joyas) y apto sólo para ricos. A ver si no

La pieza estrella de la exposición es un fragmento del friso del mausoleo de Halicarnas­o

quién podía disponer de ocho horas diarias para ir al gimnasio o del dinero suficiente para participar en una carrera de cuadrigas, una modalidad peligrosís­ima en la que no sólo perdían la vida los participan­tes sino también el público. Eran auténticos fanáticos de los juegos panhelénic­os, hasta el punto de que aún en tiempos de guerra paralizaba­n las batallas.

Entre los 170 objetos llegados del British hay auténticas maravillas, como la lucerna en forma de barca en la que se ve a Heracles recién nacido estrangula­ndo a una serpiente –alcanzará el Olimpo después de superar las doce pruebas impuestas por los dioses– o una placa de bronce en la que se muestra cómo la diosa Tetis sumerge a su hijo Aquiles en el río Estigia para hacerlo invencible pero, ay, al sostenerlo por el talón, deja esa zona vulnerable.

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ÀLEX GARCIA Estatua que representa a un atleta o a un héroe, tal vez Aquiles

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