La Vanguardia

Películas sin humo

- Quim Monzó

La sugerencia de la ministra de Sanidad francesa de prohibir las imágenes de gente fumando en los filmes no gusta a la ex primera dama francesa, Valérie Trierweile­r, como observa Quim Monzó: “Hemos visto como a Lucky Luke le quitaban el cigarrillo de la boca y lo sustituían por una ramita de árbol, igual que se los quitan a André Malraux y Jean-Paul Sartre en los carteles. En el metro de París, con motivo de un ciclo en la Cinemateca Francesa dedicado a Jacques Tati, al personaje del señor Hulot le cambiaron su eterna pipa por un molinillo de viento”.

Valérie Trierweile­r es una periodista francesa, miembro de la redacción de Paris Match. Fue primera dama de Francia durante los primeros años que François Hollande fue presidente de la República. La relación entre ambos se acabó cuando se descubrió que, de vez en cuando, Hollande cogía la moto, se ponía el casco y se iba a un piso a encontrars­e con la actriz Julie Gayet, que era su novieta.

El martes por la noche hizo un tuit en el que aparece fumando con cara de placer y el texto “Je ne fume pas, je fais mon cinéma”. Me intrigó, pero no le di mayor importanci­a. A la mañana siguiente hizo otro, con un cigarrillo en la mano, una gorra de béisbol y unas gafas de sol. Esta vez el texto dice: “Mes nouvelles lunettes Chanel, mon clope, mon cinéma...”. Tampoco entendí de qué iba. La insistenci­a en hablar de “mon cinéma” me hacía pensar en Le cinéma, la canción de Claude Nougaro: “Sur l’écran noir de mes nuits blanches / moi je me fais du cinéma / sans pognon et sans caméra / Bardot peut partir en vacances / ma vedette c’est toujours toi (...) D’abord un gros plan sur tes hanches / puis un travelling panorama / sur ta poitrine grand format / voilà comment mon film commence / souriant, je m’avance vers toi...”. Es una canción espléndida; la letra, un cuento redondo. Con el título El cinemascop, Llorenç Torres –muerto de accidente de coche a principios de los años ochenta y de quien algunas chicas que habían compartido su cama me explicaban maravillas– cantó la versión en catalán, traducida por Josep M. Espinàs.

Eso de “je fais mon cinéma” que decía Trierweile­r el martes y el miércoles me remitía a aquella canción, pero no acabé de sacar agua clara hasta leer el reportaje que Anna Buj publicó el miércoles en este diario. Explica que la ministra de Sanidad sugiere prohibir las escenas de fumadores en los filmes, para “desnatural­izar la imagen del tabaco en la sociedad”. No entiende por qué los cigarrillo­s “son tan importante­s en el cine francés”. De todas las respuestas a la sugerencia de la ministra, la más clara es la del fundador de la Tribune de l’Art: “Es absurdo, es presentar el cine como algo integrista. El cine está llamado a representa­r la vida del día a día, y en la vida hay gente que fuma. Si prohibimos la gente que fuma para no incitar a fumar, tendríamos que prohibir la gente que bebe, que se droga, que conduce rápido, que cruza mal los pasos cebra...”.

Hasta ahora hemos visto como a Lucky Luke le quitaban el cigarrillo de la boca y lo sustituían por una ramita de árbol, igual que se los quitan a André Malraux y Jean-Paul Sartre en los carteles. En el metro de París, con motivo de un ciclo en la Cinemateca Francesa dedicado a Jacques Tati, al personaje del señor Hulot le cambiaron su eterna pipa por un molinillo de viento. En el cartel de Coco avant Chanel, Audrey Tautou, que interpreta al personaje, vio cómo le borraban el cigarrillo que llevaba en la mano. Queda claro por qué Trierweile­r cuelga fotos suyas mientras, fumando, se monta su cinemascop­e: porque no quiere que la ministra de turno esterilice las películas y haga que no se eleven nunca del charco en el que chapotean los adictos a esa variante de la heroína llamada moralina.

La ministra de Sanidad francesa sugiere prohibir las escenas de fumadores en los filmes

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