Vivica Genaux
¿Es el canto un don natural? La mezzo lo desmiente con su plan de microejercicios musculares
MEZZOSOPRANO
La cantante de Alaska Vivica Genaux (48), que este domingo ofrece un concierto de barroco en L’Auditori, ha puesto en marcha un programa formativo de la voz que desmiente la idea de que la coloratura o la versatilidad son dones naturales.
Primero fue su voz, su increíble técnica natural, su coloratura, el fiato y la versatilidad canora. Luego, su insaciable deseo de comprender el porqué de su facilidad. Y en última instancia, qué papel tiene el cerebro en el canto.
“La coloratura, por ejemplo, funciona a través de un mecanismo de presionar y soltar el músculo, y de la rapidez con que eres capaz de hacer estas acciones precisas”, comienza explicando al teléfono la mezzosoprano Vivica Genaux (Fairbanks, Alaska, 1969). “Tal vez hay gente que no tiene esa facilidad –dice desde su casa de Italia, donde vive con su marido–, pero lo que he constatado en esos casos es que hay una conexión entre el cerebro y el músculo que se echa en falta. Ahora estoy haciendo un programa de ejercicios para hacer que el cerebro envíe las señales correctas al músculo, porque hay movimientos musculares micromilimétricos que tienen un gran impacto fuera, en la voz”.
La cantante estadounidense, especialista en el periodo barroco, regresa a Barcelona este domingo (L’Auditori, 19 h) junto a Les Musiciens du Louvre y un programa que confronta a Händel y Porpora en el Londres del siglo XVIII, cuando rivalizaban estrenando en la misma calle. Genaux, que está dedicada a los conciertos y tiene una sola producción de ópera al año –“los conciertos son más satisfactorios, por su concentración de intensidad, la creación inmediata, la compenetración con los músicos que hablan mi lengua, hablan Händel, hablan Porpora, hablan Rossini o Donizetti, lenguas diferentes...”–, cuenta hasta qué punto los avances científicos, que permiten observar claramente el funcionamiento no ya del aparato fonador, sino del cerebro, le han abierto la mente respecto al canto.
“La idea de que es una habilidad natural es errónea –advierte–. Porque como con cualquier otra actividad atlética o musical hay que entrenar el cuerpo y el cerebro, no viene de forma natural. No conozco ningún pianista que pueda tocar rápido o lento sin hacer ejercicios para construir los músculos del cuerpo y las conexiones del cerebro”.
¿Y cuál es la propuesta de la artista también metida además a profesora, cosa que le ha dado la oportunidad de analizarse a sí misma?
“Lo que propongo es empezar a trabajar con lentitud, dividiendo la actividad. Es aburrido pero es efectivo. Cuando aprendes ballet no empiezas con grand jeté y bouré, sino en la barra, descongestionando la musculatura. Cada día hay que empezar por ahí en el canto, para así construir una autoconciencia de la respiración, de la lengua, el cuello, los hombros. Hay muchos cantantes que no son conscientes, algunos incluso dicen que se aburren calentando y alegan que les hace crear malos hábitos. Yo soy muy analítica. Y cuando tuve que empezar a mejorar mi técnica porque mi cuerpo comenzaba a ser menos flexible y debía cuidar más mi instrumento, me puse a investigar y vi qué es lo que movemos exactamente al presionar y al soltar el aire. Quedé fascinada. ¡Me había pasado 30 años apoyando cuando debía haber empujado!”.
Genaux tenía 13 años cuando comenzó a cantar. Le gustaba el musical, no sabía lo que era un aria de ópera, pero su maestra la lanzó a cantar Musetta, Cherubino... Descubrió que sentía un gran placer cantando. Y cuando lo dejó para ir a la universidad a intentar graduarse en Genética lo pasó fatal. “Yo en Alaska me levantaba y a las 7 h tenía
“Hay que entrenar el cuerpo y el cerebro, no viene de forma natural”, dice la mezzo, que canta el domingo en L’Auditori
big-band, y cantaba Ella Fitzgerald y cosas así. Y luego por la noche tenía coros, danza, aeróbics, clases de violín... No tenía tiempo para eso estando en la universidad. Sentí que mi identidad se desvanecía. Y llegó un momento en que mi madre aceptó y me envió a Indiana, a una gran escuela de música. Porque, imagínese, en Alaska no teníamos ni idea de adónde ir ni de cómo aprender”.
Un día alguien le dijo que quizás era mezzo y no soprano. Y descubrió que el repertorio barroco era la horma de su zapato, su carrera despegó en el ámbito de la música antigua. Sobre el concierto del domingo, asegura que la comparación entre Händel y Porpora es interesante. “Händel es más preciso, tienes que mirar con una lupa por el ojo de la aguja, no tienes tiempo de dejarte llevar, cosa que sí haces con Porpora. En Porpora la belleza consiste en doblegar la estructura”.