La Vanguardia

Armas en el altar

El pastor de la iglesia del último tiroteo va armado cuando da sus sermones

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La reciente masacre acaecida en una iglesia de Texas que dejó más de 20 muertos no ha llevado a EE.UU. a plantearse una reforma profunda de la legislació­n sobre armas, pero sí ha convencido al pastor de la mencionada iglesia de acudir armado a los servicios.

El pastor Frank Pomeroy no celebró el servicio en su iglesia de Sutherland Springs (Texas) el domingo 5 de noviembre. Estaba en Oklahoma, en un cursillo para recibir la licencia como tutor y enseñar a los jóvenes a manejar viejos rifles y pistolas de un solo tiro. Pomeroy siempre va armado al platicar sus sermones.

“Pienso que, de estar ahí, tal vez podría haber hecho más”, declaró al The New York Times .Su comentario es una clara alusión a que habría dispuesto de la ocasión de responder con su arma a Devin Keller, el ex militar blanco que entró en el templo y dejó 26 muertos, entre los que se incluye un feto de ocho meses.

La confesión de Pomeroy describe la cotidianei­dad de ir armado, en especial en ese territorio, blanco y republican­o. La matanza del templo de Texas, en la que un vecino se enfrentó con su rifle al asaltante, no animará a modificar las leyes de control. Sin embargo, este caso ha dejado huella en la administra­ción Trump, por tocar en el tejido de su movimiento.

Así que, a falta de nuevas regulacion­es, el fiscal general Jeff Sessions ha ordenado a las autoridade­s federales que revisen las bases de datos sobre antecedent­es a la hora de comprar un arma.

De esta manera se quiere cerrar el agujero que facilitó a Kelley varias compras al omitirse su récord criminal. Había cumplido una pena de doce meses por maltrato a su esposa y a su hija, lo que supuso su expulsión del ejército.

La orden afecta tanto al FBI como a la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas y explosivos.

En un comunicado, Sessions remarcó que el tiroteo de Sutherland Springs demuestra que “informació­n relevante puede quedar excluida” de los archivos. Por tanto, “se han de dar los pasos necesarios para asegurar que no puedan acceder a las armas aquellos a los que se les prohíbe comprarlas”. Sin embargo, una vez que se produjo el tiroteo, los militares reconocier­on que no suministra­ron la informació­n adecuada al FBI, por lo que era imposible que figurara en base alguna.

Kelley adquirió armas el 2016 y

el 2017, varios años después de ser licenciado con deshonor.

La instrucció­n de Sessions pretende que las dos citadas agencias reciban la informació­n correcta. Según su nota, “resulta alarmante” que haya discrepanc­ias.

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DOMINICK REUTER / AFP Rifles a la venta en una tienda de Merrimack, New Hampshire

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