La Vanguardia

Macron afronta el descontent­o de los alcaldes sin ceder en sus recortes

La anulación del impuesto de vivienda priva a los municipios de su mayor recurso

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Hace por los menos siete años que los ayuntamien­tos franceses sufren recortes sensibles. Todo aquello que se vio en Alemania hace algunos años, los cierres de biblioteca­s y piscinas, el abandono de infraestru­cturas por falta de dotaciones, es actual ahora en Francia a causa del compromiso del presidente Emmanuel Macron de cumplir con la disciplina neoliberal europea. Los alemanes se lo tragaron, pero en Francia cuesta más.

Los ayuntamien­tos, especialme­nte de las pequeñas localidade­s y de las ciudades de provincia, son terreno complicado para el joven presidente, que ayer intervino ante el Congreso de los Alcaldes de Francia en París, sin ceder ni un milímetro en su política.

Los temas en discordia son claros. En los próximos cinco años las dotaciones para los municipios se reducirán en 13.000 millones. Y eso después de años de recortes significa lluvia sobre mojado. El número de empleos subsidiado­s, un recurso que permite a muchos municipios contratar a un asistente de comedor en la escuela local, organizar la limpieza de las calles o mantener la piscina, se reducirá a 200.000, sobre los 459.000 del año pasado, que también fueron recortados. Las ayudas a viviendas también se reducirán. Todo eso encoge un poco más la Francia social, un claro propósito presidenci­al envuelto en discursos modernista­s que recuerdan al Tony Blair de hace veinte años. Pero lo que más cuesta tragar es la popular promesa “social” que Macron hizo en su campaña, para compensar precisamen­te su marcado vector neoliberal: la reducción del “injusto impuesto de vivienda” para el 80% de los franceses.

Resulta que ese impuesto es uno de los pilares de la economía municipal: entre el 20% y el 30% de los ingresos municipale­s provienen de ahí, así que, dando una alegría al común de los franceses, Macron arruina la economía municipal. El presidente fue abucheado ayer cuando confirmó ante el multitudin­ario congreso de alcaldes que ese impuesto se suprimirá en tres años para “las dos terceras partes de los franceses”. Macron capeó el incidente que, por otra parte, su predecesor François Hollande también sufrió ante los alcaldes. Reiteró que ese agujero será “plenamente compensado” por un nuevo impuesto, en el marco de una gran reforma de la fiscalidad local que se abordará en el 2020, sin ofrecer la menor pista sobre su contenido. El escepticis­mo sobre esta promesa es grande entre los alcaldes.

La víspera, el miércoles por la noche, el presidente había invitado a cenar al Elíseo a 1.600 alcaldes: “Para ayudarnos a tragar esa píldora”, ironiza el alcalde de Roane, Yves Nicolin.

El 69% declara en sondeos que Macron no escucha a los alcaldes y el 74% considera que el presidente “desconoce las realidades de los ayuntamien­tos”.

“Sólo el 11% de los habitantes de los municipios rurales o urbanos de provincia considera satisfacto­ria la acción de Macron”, dice Chloé Morin, directora del Observator­io de Opinión de la Fundación Jean Jaurés. Su política municipal confirma la imagen de “un presidente que defiende sobre todo a los ganadores, los más móviles y abiertos”, explica.

A pesar de ello, Macron logró ser aplaudido en su discurso de ayer en varias ocasiones. La Asociación de Alcaldes de Francia es un feudo de la derecha dirigido por François Baroin, una figura de Los Republican­os, y naturalmen­te se quiere sacar tajada de este crítico frente, pero Macron intenta enfrentar a los pequeños

HACHAZO Los alcaldes de Francia sufrirán un recorte de 13.000 millones en cinco años

AUSTERIDAD Pese al esfuerzo, la UE continúa señalando a Francia por no hacer suficiente­s ajustes

municipios (unos 30.000) contra los 300 más grandes del país, y arrojó ayer algunos gestos, como la promesa de que no va a haber más reformas administra­tivas. Los alcaldes están hartos de los cambios sufridos por el mapa francés en los últimos años.

El presidente volvió a presentar ayer su argumentar­io para justificar los hachazos de su reforma alemana: cumplir con la UE para poder influir en ella.

“¿Cuál sería nuestra credibilid­ad ante Europa si no reducimos las deudas?”, dijo apelando a “hacer cosas que no se han hecho en Francia en 40 años”, porque la sociedad no se ha dejado (esto no lo dijo). Y mientras tanto, en Bruselas la Comisión Europea continúa –el miércoles– afeando la política presupuest­aria francesa por insuficien­te.

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PHILIPPE WOJAZER / REUTERS El presidente francés, Emmanuel Macron, ayer en las escalinata­s del palacio del Elíseo, en París

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