La Vanguardia

Birmania y Bangladesh pactan la repatriaci­ón de 623.000 rohinyás

El compromiso señala que la operación de retorno deberá empezar en dos meses

- ISIDRE AMBRÓS Madrid

Birmania y Bangladesh se pusieron de acuerdo ayer para que dentro de dos meses empiece el proceso de repatriaci­ón de los 623.000 rohinyás que en los últimos tres meses han llegado a territorio bangladesí huyendo de la violencia del ejército birmano. El compromiso alcanzado entre los dos países, sin tener en cuenta para nada la opinión de los refugiados, confirma la idea de que esta minoría musulmana continuará su vida errante y con su estatuto de apátrida.

Los ministros de Exteriores de Bangladesh y de Birmania, Mahmud Ali y Kyaw Tint Swe, anunciaron ayer en Naypyidaw que se habían puesto de acuerdo para que los 623.000 rohinyás que huyeron del estado birmano de Rakhine al sur de Bangladesh regresen a sus hogares. El pacto, sin embargo, se reduce a un memorando de intencione­s genérico de difícil aplicación y que ha suscitado dudas y escepticis­mo en las filas de los refugiados.

El compromiso, titulado “Acuerdo sobre el regreso de personas desplazada­s del estado Rakhine”, intenta poner fin a una de las peores crisis humanitari­as de este siglo. Una huida masiva del estado birmano Rakhine de cientos de miles rohinyás, una minoría musulmana no reconocida por Birmania, que atravesaro­n la frontera con Bangladesh en busca de refugio. Un éxodo impulsado por una violenta campaña de represión lanzada por las fuerzas armadas birmanas contra el grupo rebelde Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), que defiende los derechos de esta minoría y que a finales de agosto asaltó una treintena de puestos militares y de la policía.

El acuerdo, que evita citar a los rohinyás por su nombre –un término que las autoridade­s birmanas se niegan a aceptar–, se limita a esbozar unos principios generales para resolver lo que se ha considerad­o como la crisis humanitari­a más grave en lo que va de siglo. “El memorando contiene la guía general de principios y políticas acordadas para sistemátic­amente verificar y recibir a las personas desplazada­s del estado Rakhine”, señala en una nota la Oficina de la Asesora del Estado birmano, Aung San Suu Kyi.

La realidad, sin embargo, es que tras meses de negociacio­nes entre las autoridade­s de los dos países, sus representa­ntes tan sólo se han puesto de acuerdo en que la repatriaci­ón deberá empezar en un plazo de dos meses, pero nada más.

Ni Dacca ni Naypyidaw han explicado los detalles de cómo se aplicará este acuerdo. Se desconocen los criterios para la repatriaci­ón y el número de personas afectadas. Sólo han subrayado que se establecer­á un grupo de trabajo conjunto y que se creará un “instrument­o bilateral específico” para la repatriaci­ón.

Unos principios generales que sugieren la existencia de profundos desacuerdo­s entre los dos países. Y es que Bangladesh quiere que Birmania les facilite el retorno y Naypyidaw advierte que sólo les permitirá regresar tras identifica­rlos, determinar su procedenci­a y compartir su informació­n con Dacca. Esta falta de concreción

AVISO DEL EJÉRCITO BIRMANO El jefe de las fuerzas armadas considera imposible el regreso masivo de los rohinyás

GARANTÍAS

Los refugiados reclaman la ciudadanía y que les reconozcan como minoría

sumió ayer a los refugiados en el escepticis­mo. Se niegan a volver si no tienen garantías de que las autoridade­s birmanas les reconozcan como minoría y le otorguen la ciudadanía que les quitaron en 1982. Y desconfían, asimismo, de que su retorno acabe con la discrimina­ción de que son objeto. No olvidan que los soldados birmanos les obligaron a abandonar sus localidade­s y quemaron sus casas, su ganado y sus tierras.

Daban a entender que prefieren seguir en los enormes campos para refugiados creados en el sur de Bangladesh, en unas condicione­s insalubres, que amenazan con desencaden­ar una crisis sanitaria, antes que regresar a Birmania sin garantía alguna.

Un temor generado por las recientes declaracio­nes del jefe del ejército birmano, el general Min Aung Hlaing, acusado por la ONU de “limpieza étnica”, quien ha dicho que el retorno masivo de estos refugiados es imposible.

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BERNAT ARMANGUE / AP Una familia rohinyá en el campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh

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