El pasaporte no hace al monje
La detención en Francia del empresario y senador ruso Suleimán Kerímov, uno de los hombres más ricos de Rusia, ha provocado el enfado de la clase política de Moscú. El principal argumento esgrimido es que goza de inmunidad al ser un representante público y llevar pasaporte diplomático. Pero ni sus galones ni el color de ese supuesto pasaporte han impresionado a las autoridades francesas, que alegan que el político ruso estaba en suelo galo no por motivos de su cargo, sino personales. El juez de Niza parece tener el mismo criterio y de momento ha decidido que se quede.
Kerímov fue detenido en el aeropuerto de Niza nada más llegar a territorio francés el lunes pasado. La Fiscalía gala le esperaba.
El enfado ruso comenzó un día después, cuando llegaron las noticias del arresto. Konstantín Kosachov, presidente de la Comisión de Exteriores del Consejo de la Federación (la Cámara Alta), anunció el envío de una nota de protesta al Gobierno francés y aseguró que el Ministerio de Exteriores ruso llamó a consultas al encargado de negocios de Francia. “Kerímov es un representante de
Rusia y goza de inmunidad ante acciones coercitivas en territorio de otros estados”, aseguró.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, prometió que “su estatus como senador y el hecho de ser ciudadano de Rusia es garantía de que haremos todo lo posible para defender con el máximo esfuerzo sus derechos legales”. Y el diputado comunista Rizván Kurbánov acusó a Francia de violar la Convención de Viena de 1961 sobre las relaciones diplomáticas.
El pulso ruso fue perdiendo fuerza cuando quedó claro que en realidad Suleimán Kerímov había viajado a Francia con un pasaporte ordinario, como el que tiene la mayoría de los mortales. Un colega de Kerímov, el presidente de la Comisión de Reglamento de la Cámara Alta, Andréi Kutépov, confirmó a la agencia Interfax que los pasaportes diplomáticos de los senadores se guardan en un departamento especial y sólo se entregan cuando hay un viaje oficial. Y esto no sucedió en este caso.
La portavoz del Ministerio de Exteriores francés, Agnès Romatet-Espagne, explicó que “en calidad de representante de un Estado extranjero Kerímov tiene inmunidad ante la jurisdicción penal sólo por acciones cometidas en el desempeño de sus funciones oficiales”. Y añadió que correspondía al juez decidir si, a la vista de la instrucción, estaba protegido por inmunidad.
El juez zanjó la cuestión el miércoles. Imputó al millonario político ruso por blanqueo agravado en banda organizada. “No será encarcelado, pero debe cumplir varias condiciones: quedarse en territorio de los Alpes Marítimos, ir varias veces a la semana a la policía, pagar una fianza de 5 millones de euros, entregar el pasaporte y no contactar con varias personas, de cuya lista no puedo informar”, enumeró el fiscal de Niza, Jean-Michel Prêtre.
La causa contra Kerímov no es nueva, y se instruía desde el 2014. La justicia gala también ha imputado por el mismo caso a un abogado fiscal de la Costa Azul y a dos hombres de negocios de Suiza. Los acusados habrían introducido presuntamente de forma oculta en el país entre 500 y mil millones de euros que Kerímov habría usado para comprar cuatro mansiones en el Cap d’Antibes por medido de testaferros para no pagar impuestos. Estas acciones habrían provocado al fisco francés un perjuicio de “varias decenas de millones de euros”, explica, según la web de Le Temps, una fuente próxima al sumario.
Algunos medios rusos mostraban ayer su sorpresa. El electrónico Gazeta.ru se preguntaba: “Si la información sobre la villa en Niza y otras propiedades de Kerímov en el extranjero son ciertas, ¿quién comprueba en Rusia las declaraciones de propiedades (de los parlamentarios)? Según la declaración de impuestos, el senador Kerímov no tiene ninguna villa ni en Niza ni en ninguna otra costa”.
El oligarca ruso, de 51 años y con una fortuna de 6.300 millones de dólares según la revista Forbes, es un viejo conocido de la Riviera Francesa. Su nombre apareció en las crónicas de sucesos a finales del 2006, al sufrir un accidente con su Ferrari a la entrada del paseo de los Ingleses de Niza.
La Fiscalía de Niza acusa a Kerímov, uno de los hombres más ricos de Rusia, de lavado de dinero