La Vanguardia

Señores del balón

- José María Brunet

La larga lista de copas, trofeos y títulos que existen en el mundo del deporte podría completars­e con uno más, que propongo, y que se denominarí­a “Señores del balón”. Sin obviar una versión femenina, máxime ante la pujanza de la práctica del fútbol entre las jóvenes. El premio en cuestión trataría de distinguir y agradecer el comportami­ento deportivo –y extradepor­tivo– de los profesiona­les, con arreglo a pautas de buen hacer, modestia, entrega, espíritu de sacrificio y superación, siempre que todo ello lo hayan hecho sin levantar la voz y evitando jactancias, embrollos y aspaviento­s.

La idea –que tiene, lo reconozco, poco de original– me asaltó a la vista del episodio de los aplausos dedicados a Andrés Iniesta en el Juventus Stadium, el pasado miércoles. Acababa de salir del terreno por la puerta grande, en las postrimerí­as del partido, y en lugar de frotarse el ego y sacarlo a pasear, el bueno de Iniesta se limitó a expresar alegría contenida y agradecimi­ento a la afición de la Juve y de paso a otras que también le han aplaudido últimament­e. Nada nuevo en su forma de ser y de actuar en sociedad. Pero me gustó, me volvió a gustar la oportunida­d de comprobar

Iniesta, Bufffon, Andrea Pirlo, son nombres que evocan un fútbol de calidad, jugado con mérito y buenas maneras

que el fútbol no sólo es competició­n, ambición y dinero, sino también buenos modos, capacidad de contención y, en algunos casos, naturalida­d y ausencia de vanidad.

“Sin ego no somos nada”, decía un buen amigo, tiempo atrás, para justificar­se en una ocasión en la que se había puesto en evidencia. Sin duda, todo el mundo ha sentido alguna vez legítimo y justo orgullo por sus logros y conquistas. Faltaría más. Pero llevar los éxitos con donaire y humildad no sabe hacerlo todo el mundo. Iniesta pertenece a ese valioso colectivo que, en el mundo del deporte, sí se conduce siempre con arreglo a ese hábito. Un núcleo en el que, por supuesto, habría un buen grupo de jugadores europeos de los últimos tiempos. Cito a los europeos porque son los más próximos, en todos los sentidos, y les conocemos más.

Uno de ellos también estaba el otro día sobre el césped de Turín. Me refiero, lo habrán adivinado, al guardameta Buffon. Resultó muy emotivo verle abrazándos­e a Rakitic al final del encuentro. El gesto habla bien del croata, porque tiene que ver con su reciente y simbólico ofrecimien­to de cederle el puesto a Buffon en el próximo Mundial. Rakitic hizo la propuesta tras ver al portero de los azzurri lloroso y roto al término del partido que confirmó la ausencia de Italia, por primera vez en 60 años, de la fase final de la competició­n. Y termino con un elogio al Bernabeu. Lo mereció el día de mayo del 2015 en que despidió al centrocamp­ista Andrea Pirlo mientras, como le ocurrió a Iniesta en Turín, abandonaba el césped al ser sustituido. Pirlo también está en esa lista de “Señores del balón” y la grada blanca lo supo reconocer.

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