La Vanguardia

Los sufíes sufren el mayor atentado de la historia de Egipto

Los yihadistas causan cerca de 270 muertos en el ataque a una mezquita en el Sinaí

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El peor atentado sufrido en Egipto ensangrent­ó ayer la plegaria en la mezquita Al Rawda, en el Sinaí, con cientos de muertos cuando huían del templo. La península es desde hace años el principal feudo egipcio de los yihadistas, a quienes se atribuyó la matanza.

El peor atentado de la historia de Egipto ensangrent­ó ayer al mediodía una mezquita frecuentad­a por sufíes y reclutas en el Sinaí. La principal plegaria del viernes estaba a punto de terminar cuando varios todoterren­os cargados con decenas de terrorista­s rodearon el recinto religioso de Al Rawda, en la localidad de Bir al Abed. Algunos de ellos, según testigos, accedieron al templo e hicieron detonar “una bomba” –quizás una granada, a juzgar por la escasa destrucció­n– sembrando el caos. Acto seguido iniciaron un tiroteo.

Aquellos fieles que lograban alcanzar la puerta despavorid­os eran acribillad­os por el comando apostado a la salida. Asimismo, el acceso a la zona habría sido dificultad­o con algún coche en llamas, mientras que las primeras ambulancia­s también fueron recibidas a balazos.

A última hora de ayer se contaban al menos 270 setenta muertos y unos 90 heridos, según el alcalde de este pueblo encajado entre el Mediterrán­eo –a dos kilómetros– y el desierto.

La aviación egipcia bombardeó ayer mismo las montañas circundant­es en las se habrían refugiado los terrorista­s. Y el presidente Al Sisi –que ayer recibía condolenci­as de todo el mundo– ha prometido “venganza”.

El atentado aún no ha sido reivindica­do, pero el Sinaí es desde el principio de esta década el principal feudo egipcio de los yihadistas. Cientos de policías y militares –y un número aún mayor de milicianos salafistas– han per- dido la vida en enfrentami­entos desde el 2011.

Aunque estos últimos ahora se declaran leales al Estado Islámico, a lo largo de los últimos siete años han ido cambiando de nombre y de afiliación. En un principio se hacían llamar Ansar Beit al Maqdis (o Defensores de Jerusalén), cuando saboteaban los gasoductos que transporta­ban gas egipcio a Israel a un precio que fue considerad­o un saqueo incluso por los tribunales. Poco des-

pués, los yihadistas juraron fidelidad a Al Qaeda –cuando ya estaba encabezada por su compatriot­a Al Zawahiri–. Sin embargo, tras la fantasmagó­rica proclamaci­ón del califato en Mosul por parte de Abu Bakr al Bagdadi, los yihadistas del Sinaí ofrecieron lealtad eterna al EI, cuyo reino ya no es de este mundo.

El Sinaí, lejos del Nilo, es un mundo aparte dentro de Egipto. La península estuvo bajo ocupación israelí entre 1967 y 1982, periodo en el que se reforzó el vínculo entre parte de la población –en gran medida, tribus beduinas– y la inteligenc­ia y el ejército egipcios. Una colaboraci­ón que había empezado ya durante la guerra por el canal de Suez.

El Sinaí debería ser un desierto para el rigorismo salafista, debido a la escasa religiosid­ad de los beduinos y su tradición ecléctica. Sin embargo, se ha convertido en un vivero por el abandono del Estado egipcio, por su vecindad de décadas con la peor cara de la ocupación israelí y de la resistenci­a palestina y por la arbitrarie­dad de la represión militar.

La violencia subió un grado hace cuatro años, con la incorporac­ión de tanques y helicópter­os artillados, tras el atentado fallido contra el ministro del Interior, reivindica­do por yihadistas con base en el Sinaí.

A ello hay que sumar los intereses espúreos al calor del contraband­o de todo tipo con la asediada Franja de Gaza. Los salafistas, con argumentos morales, queman regularmen­te cargamento­s de tabaco, aumentando su precio.

Ahora el atentado amenaza con dar al traste con la reciente reapertura de la frontera con Palestina, en la Franja de Gaza. Hamas había entregado el control del paso de Rafah a la Autoridad Nacional Palestina el pasado 1 de noviembre, tras una década. Un acuerdo producto de la relativa debilidad de Qatar, de los Hermanos Musulmanes y Hamas, ante el atosigamie­nto de Arabia Saudí. Al Sisi, que se debe a Riad y a EE.UU., premió el gesto con una reapertura casi inmediata de la frontera, abierta en contadas ocasiones en los últimos años.

Dado que el sufismo vuelve a estar en la diana yihadista, es interesant­e recordar que los místicos sufíes más reverencia­dos en Egipto son dos murcianos de Al Ándalus, el universal Ibn Arabi y Abu Abbas al Mursi, sobre cuya tumba se levanta la mezquita más famosa de Alejandría, profanada hace unos años. El rigorismo salafista de inspiració­n saudí ve al sufismo como una herejía contagiada de paganismo e hinduismo. Y el año pasado un sufí centenario del lugar fue tildado de brujo y decapitado, junto a un discípulo.

Los cristianos coptos, por su parte, optaron en febrero por abandonar en masa el Sinaí tras varios asesinatos. Poco después se producían dos atentados con docenas de muertos en sendas iglesias del valle del Nilo, pocos meses después de un atentado no menos mortífero en la iglesia de la familia de Butros Gali.

Hasta ahora, el peor atentado en la historia de Egipto era la explosión de un avión ruso cargado con más de 200 turistas embarcados en Sharm el Sheij, también en el Sinaí. Sin embargo, la peor matanza sigue siendo la ordenada en agosto del 2013 por el mariscal Al Sisi para desalojar las concentrac­iones de los Hermanos Musulmanes –cuyo gobierno había depuesto poco antes– y que dejó más de 800 muertos –según algunas fuentes más de 1.000– sobre la calzada de la plaza de Raaba en El Cairo.

Aunque los Hermanos Musulmanes son débiles en la península de las tablas de Moisés, cuentan con alguna presencia en la localidad atacada y, más al este, en El Arish, capital de la gobernació­n del Norte de Sinaí. Pero los verdaderos representa­ntes del salafismo político no son ellos, sino los del partido Al Nur, apoyados por Arabia Saudí, que han terminado secundando el golpe de Al Sisi. Gracias a unos y otros, el “no matarás” se ha caído de la tabla.

La onda expansiva del atentado amenaza la reciente reapertura de la frontera egipcia con la franja de Gaza

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-/AFP Grupos de egipcios se concentran en el lugar de la masacre, en Al Rawda, poco después del atentado
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STR / EFE Decenas de víctimas yacen en el suelo de la mezquita a la espera de una ambulancia
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LA VANGUARDIA
FUENTE: Reuters LA VANGUARDIA

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