La UE rebaja sus ambiciones en el Este
La cumbre con el flanco oriental evita los roces
Cita tras cita, las ambiciones de la Asociación Oriental se diluyen. El proyecto lanzado por la Unión Europea en el 2009 para estrechar lazos con sus vecinos del flanco oriental celebró ayer en Bruselas su cuarta cumbre con una agenda menos ambiciosa y conflictiva que en su lanzamiento y ediciones previas.
La cita, celebrada en Bruselas en lugar de Estonia (el país exsoviético que ostenta la presidencia de turno de la UE y que podría haberla acogido), dejó de lado cualquier mención a temas que pudieran haber incomodado no sólo al Kremlin, sino también a los países más cercanos a Rusia que también participan de la iniciativa. Al mismo tiempo, la tibieza de la declaración de la cumbre incomodó a Georgia y Ucrania, que veían en la ausencia de menciones a las agresiones rusas un triunfo de la teoría rusa sobre las esferas de influencia en Europa.
“La Asociación Oriental no está dirigida contra Rusia. Tampoco es un concurso de geopolítica entre Rusia y la UE. Somos una asociación real entre países soberanos, unidos por lazos políticos y económicos, no por la coerción de la fuerza militar”, recalcó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Estrechar la cooperación política y económica se ha probado más conflictivo y decisivo de lo que se anticipaba, como se vio en la cumbre del 2013, cuando el entonces primer ministro ucraniano, Viktor Janukovich, decidió en el último minuto no firmar el acuerdo de asociación que le ofrecía la UE para, en cambio, acercarse a Moscú. Este movimiento provocó la revolución de la Maidán, punto de arranque del conflicto militar con Rusia que se ha cobrado 10.000 muertos y un declive económico que los 12.000 millones que la UE lleva prestados al país apenas han logrado aliviar.
La cumbre de ayer, como la del 2015, se alejó de las grandes discusiones geoestratégicas y se conformó con pactar 20 medidas concretas que ofrecen “beneficios concretos a la ciudadanía” de aquí al 2020, afirma la declaración final suscrita por los Veintiocho y los seis países orientales asociados (Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Moldavia. Armenia y Azerbaiyán). La UE se ha comprometido a invertir sobre todo en la juventud, el desarrollo de internet y cuestiones más estratégicas como el desarrollo de redes de energía, el refuerzo de la ciberseguridad y proyectos para “atajar las amenazas híbridas”, afirma el texto, que evita señalar su origen.
A diferencia de lo ocurrido en el 2015, la declaración de la cumbre evita citar la situación al Este de Ucrania o conflictos territoriales como el de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, en Georgia o en Transnistria, al norte de Moldavia, conflictos en los que la UE ve la mano de Rusia. En rueda de prensa, Tusk hizo una enérgica condena a las acciones de Rusia. “Los conflictos congelados y armados siguen impidiendo el desarrollo y siguen generando sufrimientos” en algunos países de la región, criticó. La muerte de cinco soldados ucranianos en un enfrentamiento con rebeldes prorrusos “ilustra una vez más las consecuencias trágicas de la agresión rusa en Ucrania”, recalcó el presidente del Consejo Europeo, que recordó que la UE “nunca reconocerá la agresión ilegal de Crimea”. “Debemos abrir los ojos a las acciones de estados hostiles como Rusia, que amenazan el potencial de crecimiento de estos vecinos y que intentan romper nuestra fuerza colectiva”, alertó por su parte la premier británica, Theresa May. La canciller alemana, Angela Merkel, se reunió con el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, para tran-
La UE evita criticar el papel de Rusia en los conflictos fronterizos y se centra en apoyar proyectos prácticos
quilizarle sobre la posición europea y las cautelas con Moscú.
Hay otras opiniones. “Bielorrusia se encuentra entre dos fuegos. Rusia por un lado y la UE por otro, que son rivales. Nos gustaría alejarnos de esa retórica de confrontación”, reclamó su ministro de Exteriores, Vladimir Makeï (vetado en anteriores ocasiones, su presidente, Alexánder Lukashenko, declinó la invitación). Sí participó otro dirigente con un pésimo historial de respeto a los derechos humanos, el presidente azerí, Ilham Alíyev.
Finalmente, el actual Gobierno ucraniano firmó el acuerdo de asociación con la UE, que ha entrado en vigor parcialmente este año tras superar un último escollo por parte europea, el no de Holanda, en referéndum, a su ratificación. El asunto fue abanderado por fuerzas antieuropeas y prorrusas, que difundieron la idea falsa de que su firma equivalía a aceptar la adhesión de Ucrania a la Unión.
El acuerdo fue validado en un clima de profunda desconfianza en la UE hacia Kíev por la falta de esfuerzos para luchar contra la corrupción y sanear las finanzas públicas. También Georgia y Moldavia han firmado estos convenios, que abren la puerta a una relación comercial más estrecha, apoyo institucional y la exención de visados.
El polémico acuerdo de asociación con Kíev ha entrado en vigor, pero ya en un ambiente de desconfianza