El belén del 21-D
Ya sabía yo que lo de celebrar las elecciones un 21 de diciembre podía no ser tan buena idea. De aquí a Fin de Año, nos espera un larguísimo mes plagado de estímulos y provocaciones, tantos como Camboya de minas. Me hizo caer en ello mi hermana hace un par de días. Medio en broma medio en serio, ella es así, me mandó este watsap y puso a rodar la pelota:
–Supongo que en Nochebuena pondrás cuchillos de plástico, ¿no?
Por frases bienintencionadas como esta, una escribe esta columna. Así que cuchillos de plástico. No hay Nochebuena sin bronca entre cuñados, claro. Ya sabemos que no existe nada mejor que desenfundar la política para llevarse mal, y con los resultados de las elecciones recién salidos del horno, este año seguro que se lía antes del postre. ¿Pensó don Mariano en la salud familiar de los conciudadanos catalanes?
Fíjense en el calendario de actos previo a Nochebuena. Del 5 al 19, campaña electoral. Antes y de por medio, un black friday frenético que no dura 24 horas sino una semana entera y las peleas en la cola del supermercado por el último kilo de gambas en oferta. El día 20, jornada (laborable) para reflexionar sobre el voto y sobre quién se queda con los niños el 21, que no hay cole. Por fin, el 21-D, jueves, primeras elecciones en 32 años que caen en laborable. Eso significa que tenemos por ley ¡cuatro! horas libres para ir a votar. El 22, el gordo que nunca toca. Y el 23, un Madrid-Barça a la hora del aperitivo, a la una.
Es que no nos da la vida para tanto. Si antes de Navidad no hemos enloquecido, será un milagro. Seguro que caemos en una confusión mental sin precedentes. Ya lo estoy imaginando.
La moda de invierno y los catálogos de regalos nos perseguirán por la calle, en las marquesinas de las paradas de autobús, en las revistas, por todas partes. Como los políticos en campaña, igual.
Los anuncios de la televisión y los diarios nos animarán a comprar. Los políticos en campaña, también: “Vótame”.
Los anuncios de colonias caras se mezclarán con los eslóganes electorales baratos. Las luces de Navidad colgarán de las mismas farolas que las fotografías de los aspirantes a president...
En el belén viviente del colegio, en vez de los pastores, se nos aparecerán los candidatos siguiendo a su estrella. Los niños, pobres criaturas, cantarán villancicos mientras los adultos tararean Els segadors en algún mitin independentista al aire libre.
En la puerta de los grandes almacenes, un político disfrazado de Papá Noel nos saldrá al paso para darnos su programa. Y en la Fira de Santa Llúcia dudaremos si llevarnos a casa el caganer del político que toque o su versión en carne y hueso.
Quienes aman las Navidades y quienes las odian deberían organizarse para evitar que su amor o su odio quede contaminado para siempre por la política, que últimamente se empeña en joderlo todo. Seguro que al final ni usted ni yo nos contaminamos, menos mal, pero por si acaso tengan la cubertería de plástico a mano.
La política contaminará estas Navidades las comidas y las cenas familiares: nada mejor para llevarse mal