La Vanguardia

El otoño es un invento yanqui

- Llucia Ramis

En ‘Otoño americano’, Marc Bassets retrata Estados Unidos entre el “yes, we can” y la llegada de Trump

Con treinta años, el Kioskiero echa el cierre. Era el único lugar donde podían comprarse diarios en la UAB. Estaba en la facultad de Ciencias de la Comunicaci­ón. Ni siquiera los estudiante­s de periodismo han hecho que sobreviva porque, en vez de leer noticias, consultan tuitulares. La pregunta es si, con el papel, la prensa pierde también su papel. Tal vez la confusión social venga del desplazami­ento de esa prensa tradiciona­l, “está desbordada”, y por eso no se entiende nada, comenta Tomás Alcoverro en la +Bernat.

Lo hace durante el turno de preguntas, después de que Marc Bassets haya presentado su Otoño

americano, acompañado de Plàcid Garcia-Planas y Cristian Segura. Publicado por Elba, el libro retrata la sociedad estadounid­ense a partir de dos momentos políticos: el discurso de Obama en 2008, cuando alentaba al mundo con su “yes, we can”, y la victoria de Trump en 2016, tras una campaña llena de mentiras. De nada sirvió el factchecki­ng de los medios, “porque lo que capta votos son las emociones”, dice el autor. Y como apuntaba Segura, “Trump es el paradigma del triunfo del reality show”. En Estados Unidos, Bassets se fijaba en la gente de los mítines más que en los candidatos. Allí estaba todo. “Entonces, ¿para qué servimos? ¡No tenemos ninguna influencia!”, exclama Mercedes Milà desde el público.

Ella opina que aquí hay demasiados opinadores y pocos hechos. Para Garcia-Planas, el problema no es tanto la posverdad como la falta de reporteris­mo: “¿Os imagináis la frialdad del cirujano aplicada a las secciones de política?”. Él estaba esquiando entre Macedonia y Kosovo, en 1999, cuando Bassets hizo las prácticas en La Vanguardia y aprendió que existen otras maneras de tratar la guerra. También aprendió a titular. Garcia-Planas, por su parte, cada vez da más importanci­a a la última frase de los textos porque, dice, “es el beso íntimo que le das al lector”. Están la editora Clara Pastor, Sergi Pàmies, Valentí Puig, el economista Alfredo Pastor, el presidente del consejo editorial del diario

Ara, Ferran Rodés, Tomás Delclós, que fue subdirecto­r de El País y al que le gusta ir descalzo. La periodista Andrea Rodés pregunta sobre la obsesión norteameri­cana de clasificar a las etnias, y Bassets contesta que, dentro de cincuenta años, los blancos allí dejarán de ser mayoría. De hecho, “Trump gana como reacción a esa realidad”.

Entre otras importacio­nes yanpués quis, como el black friday, está el otoño mismo. No sólo como estación electoral, sino también de celebracio­nes como Halloween o Acción de Gracias, cada vez más presentes en un lugar donde el otoño no existe. Encendimos el alumbrado navideño a 20ºC. Otras tradicione­s propias se mantienen, por ejemplo el premi Lletra d’Or, otorgado por primera vez en 1956 al mejor libro publicado en lengua catalana. Desde entonces, cada miembro del jurado elige a su substituto cuando cumple cincuenta años, y así se va regenerand­o. El ganador ha sido Lluís Solà por su Poesia Completa. El joyero Manel Capdevila le pone una phi de orfebrería en la solapa, al final de un almuerzo en Can Pitarra que –he aquí la particular­idad del galardón– paga el editor del libro premiado, Josep Cots, de 1984. También invita a los periodista­s, que hablan del nuevo Josep Pla inédito, el nuevo Manuel de Pedrolo inédito, y otros fantasmas.

Bernat Puigtobell­a confiesa que rompió un cristal en la casa de Mercè Rodoreda, en Romanyà, vitrall trencat. Jordi Nopca tira la botella de vino, que empapa el libro de Solà, ahora es un ejemplar único. Solà dice que cuando hablamos de la palabra, hablamos del hombre y viceversa: “Sin la palabra no llegamos al hombre; quien deforma la palabra, deforma al hombre”. Y también: “Tú eres la persona que tiene más palabras a la espalda que en los ojos; que tiene el tiempo más en las venas y los músculos que en la mente”. Des-

de esto, Irene Dalmases se disculpa por hacerle preguntas prosaicas para Efe.

Aixa de la Cruz presenta La línea del frente (Salto de Página) acompañada de Juan Soto. En la Malpaso están Iván Repila, Pablo Martín Sánchez, Ella Sher, Mireia Lite, Dani Costafreda, Malcolm Otero, José Montfort. La librería abrió hace un año, las independie­ntes han crecido un 3,7% entre 2015 y 2016.

Cualquier cierre es sintomátic­o. El de la Negra y Criminal dejó huérfanos a sus habituales de la Barcelonet­a que, de todos modos, habían dejado de acercarse los sábados a tomar mejillones y vino o, como apunta la alcaldesa Ada Colau, a llevarse una vieja edición de la colección La

cua de palla . Ya casi abrían sólo para los turistas que fotografia­ban el local. Ahora esos habituales llenan el Saló de Cent con unas gafas de sol que llevan el nombre del homenajead­o en la patilla. Paco Camarasa, también comisario de la BCNegra durante doce años, recibe la Medalla d’Or al Mèrit Cultural. Va de negro y amarillo, con un lazo por la libertad de “los presos políticos y exiliados”. De estudiante, pasó diecinueve noches en el calabozo junto a otros compañeros, y agradece que el plenario que lo condecora sea el mismo que retiró la medalla a Rodolfo Martín Villa. Hablan Jaume Collboni y Andreu Martín, que recibió el premio Pepe Carvalho de manos del librero aquí mismo. Con Montse Clavé, hay viejos conocidos: Daniel Vázquez Sallés, Toni Hill, Mabel Beltran, Toni Iturbe, Laura Santaflore­ntina, Patrici Tixis, Emili Rosales, Gloria Gutiérrez y Carina Pons, de la agencia Balcells. En la plaza Sant Jaume ya han montado el pesebre. Hace calor. Y aquí tendría que ir un beso íntimo.

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AYUNTAMIEN­TO DE BARCELONA
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