La Vanguardia

“Lo recuerdo bien, nevaba”

Esther Guerrero, referente del medio fondo catalán, regresa a escena en la Jean Bouin

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Gandhi

Esther Guerrero recuerda aquel día.

Estaba nevando. Entonces, aquello podía ocurrir en el otoño en Barcelona. Podía hacer frío, cerrarse el cielo y teñirse de blanco las calles.

Era el tiempo de recoger castañas. De aquello no hace tanto. Si acaso, 18 años. El 21 de noviembre de 1999, la Jean Bouin, la prueba que organiza Mundo Deportivo ,se disputó bajo la nieve. Hubo caos y un montón de preguntas. Todas las miradas se habían vuelto hacia Ricard Amador. Era el juez árbitro de la carrera.

–Si nieva, ¿habrá carreras? –andaban todos preguntánd­ole.

–Por supuesto. Se puede correr –contestaba el hombre.

–Pero habrá resbalones, más de uno se resfriará... –se le insistía.

–Se corre, y punto.

Alberto Juzdado ganó la carrera internacio­nal: quebró la racha de Isaac Viciosa, que llevaba tres victorias seguidas.

Otros se quedaron en casa. Muchos, realmente. Tres cuartas partes de los inscritos. En días así, la estufa y el sofá tienen muy buena pinta. Apenas mil atletas se asomaron a Montjuïc. Entre ellos, Esther Guerrero.

Esther Guerrero venía en autocar desde el pueblo. Llegaba con la gente de su club, el CN Banyoles. Era una niña de ocho años. Categoría benjamín. Aquella era su primera carrera como federada.

Más o menos, mil metros.

Ganó.

–¿Recuerda algo?

–Recuerdo que nevaba y hacía mucho frío. Y que gané.

–Y volvió al año siguiente.

–Lo hice muchas otras veces. He disputado la Bouin en nueve ocasiones. Pero nunca

he vuelto a ganarla. He acabado segunda a menudo, en diversas categorías.

–¿Siempre le ganaba la misma adversaria?

–No, una chica distinta en cada ocasión...

La Jean Bouin, digámoslo ya, no está hecha a su medida.

Esther Guerrero es una especialis­ta de 800 m. La mejor que ha habido nunca en Catalunya. Lo que pasa es que las suyas son carreras de apenas dos minutos. Y mañana se enfrenta a 6.600 m. Cerca de 25 minutos. Dos largas rampas hasta el MNAC. Muy pocos tramos en llano.

–¿Qué se le ha perdido aquí? –Disputar estas pruebas es bueno para nosotros. Suponen un entrenamie­nto intenso a nivel físico y psicológic­o. Además, competir me gusta mucho.

Nadie se lo discutirá. Nadie que la haya visto competir.

A Esther Guerrero le importa poco, o nada, quién haya a su lado en la pista. Si nadie más lo hace, ella toma el mando. Sean los Juegos de Río o los Mundiales de Londres. Tira fuerte. Se deja la vida.

–Vamos a ver, ¿qué sentido tiene correr en menos de lo que vales? Si me entreno duro es para luego poder demostrarl­o. Es cierto, a veces he arriesgado demasiado. Pero siempre he llegado a la meta con la sensación de haber hecho lo que tenía que haber hecho. –¿Y cómo vive?

–Desde hace cuatro años soy atleta las 24 horas al día.

–¿Qué quiere decir con eso? –Hasta los 23 años, el atletismo era para mí como un entretenim­iento. Me entrenaba y competía. Pero también estudiaba.

En su día, Esther Guerrero se sacó la diplomatur­a en Magisterio. Y un posgrado en Dirección Técnica Deportiva.

Y luego se sentó junto a su entrenador, Joan Lleonart. Y juntos, ambos tomaron una decisión.

Sería una profesiona­l del atletismo. Atleta 24 horas.

–¿Y la apuesta dio resultados? –Totalmente.

Hubo un salto de calidad. En un año, rebajó su marca de los 800 m en casi cinco segundos. De 2m08s53 a 2m03s88. Hoy ya está en 2m00s77. En la antesala de los dos minutos.

En el mundo, muy pocas mediofondi­stas se encuentran en esos parámetros.

Y gana su dinerillo.

–¿ Y cómo vive?

–Me paso el día en el club, el CN Banyoles. A veces me entreno a primera hora. Luego coordino la dirección técnica del atletismo del club. Y por las tardes vuelvo a las pistas, con mis compañeros de entrenamie­nto.

–¿Son muchos?

–Seis o siete. Cuando toca el entrenamie­nto intenso, tres o cuatro de ellos me pueden ayudar. Y también está mi hermana, Marina, que corre los 1.500 y los 3.000 m obstáculos. ¿Pero sabe una cosa...?

–Diga, diga.

–Estoy preparando el paso a los 1.500 m. –¿Y eso?

–Yo vengo del cross. Más o menos, siempre me he defendido en distancias más largas. Esta temporada, me costó hacer la mínima para ir al Mundial en los 800 m. Noto que me falta un punto de velocidad para pelear con las mejores. Es posible que subir de distancia me haga más competitiv­a. Por ahora, probaré. Pero también tengo claro algo: si no me veo capaz de bajar de 4m05s, tampoco me sentiré competitiv­a en los 1.500 m. Si eso ocurre, no profundiza­ré por ahí.

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LLIBERT TEIXIDÓ Esther Guerrero posando para La Vanguardia el martes, en el Auditori Allianz
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