Fernando Alonso
PILOTO DE F-1
El bicampeón del mundo (36) concluye su tercer año en el proyecto McLaren-Honda con otra decepción. Tres temporadas en las que, pese a los esfuerzos, el asturiano no ha cumplido las expectativas de reeditar los éxitos de Prost y Senna.
No es de extrañar que Fernando Alonso busque alicientes más divertidos e ilusionantes más allá de la F-1, en los circos de las 500 Millas de Indianápolis, o en el 2018 en las 24 Horas de Le Mans y las de Daytona, sus nuevos retos. Ayer concluyó su tercer curso-parte II en McLaren con otro suspenso general. Insuficiente en resultados, en evolución y en cumplimiento de expectativas. El considerado uno de los mejores pilotos del mundo ha seguido desperdiciando talento, ambición y años de madurez en un proyecto que tratará de enderezar el año próximo con la sociedad inédita McLaren-Renault. En Abu Dabi, ayer, se despidió de la asociación con Honda, tan ilusionante al inicio como frustrante. Una pérdida de tiempo.
Sus resultados estos tres años no dejan lugar a dudas: ni una vez ha subido al podio en 57 GP (5.º fue su mejor posición, dos veces); los abandonos han sido el resultado más habitual, en un 40% de las carreras (23 en 57); en los puntos (top 10) sólo acabó en uno de cada cuatro GP (26%)... “Ha sido una temporada y tres duros años, pero aún me siento orgulloso de este proyecto. No tuvimos éxito en términos de resultados y estuvimos por debajo de las expectativas, pero aun así todo el mundo luchó y trabajó duro”, evaluaba Alonso a modo de conclusión.
Tuvo algo de vidente el asturiano en diciembre del 2014, cuando anunció su regreso a McLaren siete años después de divorciarse de los ingleses: “Llevará algún tiempo lograr los objetivos, pero eso no será un problema. Tenemos margen, albergamos esperanzas y contamos con los recursos necesarios”, prometía Alonso, que soñaba con reeditar los éxitos del histórico tándem McLaren-Honda del lustro 198892, en el que Senna y Prost lograron cuatro títulos. Sin embargo, en estos tres años, el español se ha visto inmerso en el barro del que huía de Ferrari: dejó la Scuderia cansado de ser segundo, porque no podía esperar más a tener un coche ganador. En McLaren nunca ha optado ni al podio. Aunque él se ha aferrado al romanticismo del desafío: “Es el reto más excitante de mi vida: intentar desde cero, desde lo más bajo posible, volver arriba”.
El gran problema que se ha encontrado Alonso ha sido la inmadurez del motor Honda, su falta de evolución respecto a la competencia, de potencia y de fiabilidad, que ha hecho ir a remolque a McLaren. El primer año fue catastrófico. Lógico, por otra parte. Pronto pasó de la comprensible decepción a la resignación y a la frustración, ilustradas en perlas para la hemeroteca: “No podemos frustrarnos cada fin de semana porque quedan 10 carreras de test; quien se aburra, que apague la tele hasta el año que viene”, soltó en Silverstone (julio 2015). O aquel sangrante “¡Me pasan en las rectas como si fuera un GP2! ¡Es muy vergonzoso! ¡Motor de GP2!”, que hirió al orgullo japonés. Fue cuando empezó a abrir la puerta a irse a otros campeonatos, aunque se animaba con que en el 2016 sería mejor. “Podemos dar pasotes”, pronosticaba.
La mejora fue notable. Superado el año de rodaje, el motor Honda apenas se rompió (sólo dos averías en carrera), los ingenieros nipones no forzaron más de la cuenta, y el asturiano incrementó sus prestaciones: terminó casi la mitad de las carreras en los puntos, regaló buenas actuaciones y acabó en un meritorio 10.º puesto en el Mundial. Tal fue el subidón de Alonso que en un
UN TRIENIO DE ESCASEZ
En los 3 años con McLarenHonda ni una vez ha subido al podio y ha abandonado en el 40% de las carreras
alarde de optimismo profetizó que en el 2017 estaría “suficientemente cerca para luchar con los Mercedes. Estoy 100% convencido de que Honda encontrará el rendimiento que necesitamos”.
Pero nada de eso sucedió. Honda comenzó el curso 2017 otra vez un paso por detrás. Los rivales dieron una vuelta de tuerca, y los nipones tuvieron que incrementar la potencia con el riesgo de romper. Como así fue. En la pretemporada acumularon retraso, y afloró el enfado de Alonso ya antes del debut. “En el equipo estamos todos listos para ganar, menos Honda; el motor no tiene
potencia ni fiabilidad”, arrojó. Más vergüenza para los nipones. Como aquel “En mi vida he corrido con menos potencia; me pasan en la recta cuando estaban 300 metros por detrás” de Bahréin, o el “Es verdaderamente vergonzoso” que escupió en Bélgica. Alonso insinuó su adiós de McLaren y de la F-1 después de la aventura en la Indy500, pero hace un mes acabó renovando por un año. No tenía dónde ir a mejor, cerradas las puertas de los tres grandes. El cambio del motor Honda por el Renault y 40 millones anuales de sueldo son dos buenas razones para atarse un cuarto curso a McLaren. Y para volver a vender la moto. “Somos muy optimistas. En el 2018 volveremos a estar arriba”, pronosticaba en Sky Sports. Incluso vaticina que sus rivales serán Hamilton y los Red Bull, y que estará por delante de Ferrari y Bottas. El tiempo dará o quitará razones.
ESPERANZAS RENOVADAS “Somos muy optimistas; en el 2018 volveremos a estar arriba”, pronostica el asturiano, con fe en Renault