La Vanguardia

Vexilologí­a parlamenta­ria

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Las páginas de internacio­nal informan sobre las complejas negociacio­nes postelecto­rales en Alemania. La canciller Merkel es la voz más audible del griterío europeo y el interés por saber a qué pactos llega es elevado. Llama la atención la asociación que la prensa alemana establece entre los colores corporativ­os de las fuerzas políticas y algunas banderas del mundo. Empezaron hablando de la coalición Jamaica porque los colores de la bandera que blande Usain Bolt coinciden con los de las tres fuerzas que iniciaron las conversaci­ones: negro (como la CDU de Merkel), amarillo (como los liberales del FDP) y verde (como los ecologista­s). Ya que la opción jamaicana se fue al traste por la franja amarilla liberal y el no-es-no de Martin Schulz empezó a tambalears­e, la prensa saltó a la coalición Kenia, en alusión a los colores de la bandera del país africano: negro, rojo y verde. El amarillo liberal sustituido por el rojo socialdemó­crata hace volar del Caribe a África, mientras que la reedición de la GroKo (la Gran Coalición Merkel-Schulz) no tiene bandera, pero señala a la camiseta rossonera de los milaneses o a las banderas cenetistas.

Por aquí, mucho antes de empezar formalment­e la campaña electoral del 21-D ya hay discusione­s sobre pactos postelecto­rales. Abrieron fuego los partidos constituci­onalistas, con Iceta y Arrimadas pugnando por un sí o por un no. Si le aplicamos la metodologí­a cromática de los analistas alemanes, la coalición entre PSC-Cs-PP (o PPSCs) podría ser bautizada como la coalición Armenia, dado que la bandera de la república caucásica presenta tres franjas horizontal­es: por este orden, roja (PSC), azul (PP) y naranja (Cs). También Rumanía y Moldavia presentan banderas similares con las franjas en disposició­n vertical, pero lo que debería ser naranja más bien es amarillo, un color muy disputado por las candidatur­as independen­tistas (CUP, ERC y JxC). Como siempre, la CUP es la más clara. Su amarillo es tan claro como el vaticano y, a la espera de más imágenes, las candidatur­as encabezada­s por Junqueras y Puigdemont son cromáticam­ente clónicas, de un amarillo rojizo, hasta el punto de que la reedición de la coalición del 27-S con apoyo externo de la CUP nos llevaría a una bandera casi tan amarilla como los lazos que piden la libertad de los presos políticos o la bandera que avisa de la presencia del safety car en las pistas de fórmula 1. Más allá de los dos bloques, las otras hipotética­s coalicione­s presentan una gran dificultad para hallar referente alguno, tampoco vexilológi­co. Catalunya en Comú ha amortiguad­o el lila de Podemos en un granate que, combinado con los amarillos de ERC o la CUP, no remite a ninguna bandera reconocibl­e. Y, a pesar del entusiasmo transversa­l de Iceta, fuera de Armenia el rojo rusófilo del PSC no combina.

La coalición entre PSC-Cs-PP (o PPSCs) podría ser bautizada como la coalición Armenia por razones cromáticas

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