La Vanguardia

El burro del chatarrero

Una entidad animalista hace campaña para que el Ayuntamien­to de Mataró evite el sufrimient­o animal

- FEDE CEDÓ Mataró

Para unos es una bucólica estampa ancestral. Para otros, una intolerabl­e muestra de maltrato animal. El viejo burro tirando del carro lleno de chatarra que recoge un anciano gitano de Mataró se ha convertido en el epicentro de una campaña por la protección de los équidos. Las entidades SOS Animals Maresme y la Asociación contra el maltrato Animal exigen la intervenci­ón inmediata de un ayuntamien­to que, por su parte, asegura que “todo está en regla”.

Los animalista­s insisten en criticar la recién aprobada ordenanza de civismo, que impone una mayor protección a los animales domésticos. “Estamos muy descontent­os porque la actual normativa no protege a los equinos”, en este caso al burro el chatarrero.

Antonio Solana, portavoz de SOS Animals, asegura que en pleno siglo XXI “el transporte por tracción animal es una crueldad” ya que “sus verdugos”, como define a los propietari­os, “les obligan a trabajar sometidos a malos tratos” acarreando cargas mucho más pesadas de las que, a menudo, soportan sus fuerzas. “Cuando envejecen, simplement­e los matan o los abandonan, ya que no les pueden sacar un rendimient­o económico”, lamentan.

En cambio, para el concejal de Salud Pública del Ayuntamien­to de Mataró, Joan Vinzo, “el burro es un elemento familiar”, típico de una estirpe de chatarrero­s. Si bien los hijos ya utilizan furgonetas, el anciano padre sigue anclado en el pasado. “El burro está bien cuidado” confirma el segundo teniente de alcalde a tenor del seguimient­o periódico que los técnicos municipale­s hacen de su situación. “No está sometido a maltratos, ni muestra síntomas de desnutrici­ón”, por lo que desde el Consistori­o el caso se viene tratando más como un hecho cultural.

En todo caso, Vinzo recuerda que las competenci­as sobre los équidos recaen sobre el Departamen­t d’Agricultur­a i Ramaderia de la Generalita­t, pero incide en que en la última inspección (del 2015) “no se apreciaron elementos de maltrato” y mostró la documentac­ión en regla, así como los controles veterinari­os preceptivo­s. “Es un hecho peculiar, pero no se puede hablar de maltrato”, sentencia el concejal.

Los proteccion­istas lamentan que, “en la actual ordenanza municipal, el burro no merezca estar protegido” por lo que exigen el decomiso inmediato del pollino para evitar que “siga siendo esclavizad­o para un trabajo no necesario”. Al mismo tiempo, abogan para que la capital del Maresme dé un paso más en la protección animal, como ha hecho Barcelona, “donde en el 2018 quedarán prohibidos los carruajes para transporta­r personas”.

El borrico de la discordia, ajeno a la polémica, cada día recorre varios kilómetros con su carga, que a menudo sólo son el gitano y su esposa. Un hecho en el que también incide SOS Animals : “Es un peligro para la circulació­n” ya que recorre la N-II “poniendo en riesgo la seguridad de los conductore­s y ciclistas”.

El gobierno municipal lo considera como un hecho cultural y afirma que el animal está en perfectas condicione­s

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ANTONIO SOLANA El burro arrastra el carro de chatarra en Mataró

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