La Vanguardia

El fracaso de la diplomacia en Siria agrava el sufrimient­o de la población

El asedio militar al enclave rebelde de La Guta causa decenas de muertos

- GINEBRA, DAMASCO

Mientras la oposición y el régimen de Damasco se disponen a iniciar hoy en Ginebra la octava ronda de negociacio­nes de paz, la situación es desesperad­a en La Guta Oriental, último enclave rebelde en la periferia de Damasco. Sólo en la última semana han muerto allí casi 200 personas a causa de los bombardeos de la aviación rusa y la artillería gubernamen­tal. La falta de alimentos y medicinas, de electricid­ad, combustibl­e y agua potable causan incluso más muertos entre la población civil.

En La Guta Oriental 400.000 personas resisten un asedio que dura desde el 2013 –cuando hubo un bombardeo con gas sarín– y que Amnistía Internacio­nal califica de crimen contra la humanidad.

El Gobierno accedió ayer a un alto el fuego a propuesta de Rusia, una pausa ante la inminencia de las negociacio­nes en Ginebra. Las conversaci­ones tendrían que haber empezado ayer pero la delegación gubernamen­tal no se presentó. Quiso así remarcar su desacuerdo con el punto esencial de las demandas de la oposición: que el presidente Bashar el Asad no tenga ningún papel en la transición política que debe abrirse una vez se ponga punto final a una guerra que dura ya siete años y ha causado cerca de medio millón de muertos.

Las posiciones están tan alejadas y la determinac­ión de Damasco a ganar la guerra es tan clara que no se espera nada nuevo en Ginebra.

El ejército sirio, apoyado por Rusia, Irán y milicias chiíes de Irak y Líbano, tiene la victoria al alcance de la mano. Lo más probable es que los bombardeos en La Guta y otras zonas bajo control rebelde se reanuden tan pronto como termine la ronda negociador­a en Ginebra.

Las organizaci­ones humanitari­as llevan meses denunciand­o la situación en La Guta Oriental. Una ofensiva del Gobierno en abril cortó las vías de acceso que utilizaba el contraband­o. La falta de higiene ante la carestía del agua ha disparado las infeccione­s. El ejército sirio permite la entrada de ayuda con cuentagota­s. La población resiste con una comida al día, sacando a pulso agua de pozos contaminad­os. El kilo de pan cuesta unos cinco euros, un precio que casi nadie puede pagar. The Guardian informaba hace unos días de una madre que llevó a sus hijos malnutrido­s al hospital y le dijo al médico que los había alimentado con papel de diario mojado en agua. La malnutrici­ón ha provocado casos de enanismo, niños de cinco años con la altura de uno de dos.

El sufrimient­o de la población nunca ha sido prioritari­o en Siria. La Guta Oriental es una de las cuatro zonas que a principios de año se marcaron como prioritari­as para desescalar el conflicto. Rusia, Irán y

Las conversaci­ones de Ginebra no avanzan ante la negativa de la oposición a que Bashar el Asad siga

Turquía apoyaban un plan del que casi nada se ha cumplido.

Cuesta imaginar de qué hablarán hoy las dos delegacion­es en Ginebra. La ONU les ofrecerá, por primera vez, la opción de verse cara a cara. La oposición, que cuenta con el aval de Arabia Saudí, está de acuerdo pero Damasco no ha dicho nada. Mientras los rebeldes no acepten una transición política dirigida por El Asad, el Gobierno sirio considera que no hay nada de qué hablar. Los muertos, mientras tanto, seguirán amontonánd­ose.

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ABDULMONAM EASSA / AFP Tres personas murieron en este ataque ayer, antes de la tregua, en Hamuria, La Guta Oriental

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