El heredero saudí compró el Cristo del ‘Salvator Mundi’ de Da Vinci
Christie’s hizo una campaña sin precedentes para la subasta del Salvator Mundi de Leonardo da Vinci. Calificó este cuadro, surgido de las tinieblas, como “el grial de nuestro negocio”.
No aclaró, sin embargo, a cuento de qué lo sacaban a puja, el pasado 15 de noviembre, en el apartado de arte contemporáneo. El crítico Jerry Saltz dio una explicación puesta en boca de un amigo, que muchos otros expertos han avalado entre susurros. “Porque el 90% ha sido pintado en los últimos años”, ironizó.
El marketing le pudo, sin embargo, a la valoración de que los trazos del gran maestro renacentistas se han perdido entre tanta restauración y reconstrucción.
Se vendió por el récord de 425,7 millones de euros. El comprador quedó en el anonimato de un tira y afloja por teléfono que se prolongó 19 minutos. Saber quién está detrás se ha convertido en otra competición, esta periodística, y de suspenses. Ayer, The New York Times desveló la identidad del misterioso amante del arte tras revisar la documentación.
Este descubrimiento permitió conocer el lazo entre una imagen de Cristo antiislámica y un príncipe saudí. Respondía por Bader bin Abdullah bin Mohammed bin Farhan al-Saud. Abreviando, el príncipe Bader pertenece a una remota rama de la familia real, sin ningún historial relevante como coleccionista ni se le atribuía públicamente ninguna gran fuente de riqueza. Resultaba tan desconocido que ejecutivos de Christie’s estuvieron revisando documentación para confirmar su identidad y sus finanzas.
La adquisición de esta controvertida pieza se produjo en un momento en que el príncipe heredero Mohamed bin Salman, de 32 años, dirige una operación anticorrupción que implica a muchos miembros de la élite saudí, incluidos algunos vinculados a la familia real. En la noticia se indicó que el príncipe Barder estaba protegido por formar parte del núcleo de amigos de Mohamed bin Salman.
Y tanto que sí por cuanto The Wall Stret Journal, rival del Times, matizó al cabo de unas horas que, en realidad, el comprador era el propio príncipe heredero.
Sólo se sirvió del príncipe Barder, que en su web se califica de “joven emprendedor saudí, como hombre de paja para tapar la adquisición de un Jesucristo por una fortuna en época de limpieza y purga de malgastadores.
Ya antes de aparecer vinculado al Salvador del Mundo, el propio heredero ya era conocido por sus extravagancias millonarias.
El destino del denominado “último Da Vinci” sería el Louvre de Abu Dhabi, la sucursal del famoso museo parisino abierta recientemente. Los monarcas saudíes tienen una próxima relación con sus homólogos de ese emirato.
Este descubrimiento puede poner al heredero de la corona en una situación difícil. El precio del Leonardo puede ser todavía más caro de lo que se pensaba.
Bin Salman usó a otro príncipe como hombre de paja para la compra, según ‘The Wall Street Journal’