Monstruos ridículos
En estos tiempos de Donald Trump parece que todo gira a su alrededor. Incluso una película como Suburbicon. Clooney, su director, lo tiene claro: algo huele a podrido en Estados Unidos, y ese algo lleva el nombre del presidente. Es Suburbicon un divertimento con aire de crítica que habla de una familia típica americana, blanca, más o menos rica, y protestante. Superficialmente perfecta. Aunque bajo la capa de normalidad bulle la mentira, la hipocresía
y el odio, como no podía ser de otra manera en un guión firmado por los Coen.
Arranca en clave de comedia, pero va tomando un tono más agrio, y del thriller llega a la comedia negrísima. El resultado de una amalgama de géneros que destila toda la rabia que siente Clooney ante la hipocresía de esa América que quiere ser grande otra vez y cada vez parece mas pequeña y limitada.
Pero Suburbicon no es un panfleto ni lo quiere ser, no nos equivoquemos. Cuenta la historia de familia Lodge, formada por Gardner Lodge (Matt Damon), Margaret y su hermana gemela (ambas a cargo de Julianne Moore), y el hijo de Gardner y Margaret, un chaval sensible y considerado llamado Nicky (el joven Noah Jupe, toda una revelación). Transcurre en el año 1959, cuando la locura de los sesenta están a la vuelta de la esquina. Tan lejos y tan cerca de ahora mismo (en cuanto a la locura y al racismo). Viven los Lodge en una de esas urbanizaciones de ensueño donde todos caben; todos, menos la gente de color. Esa es la mayoir aportación de Clooney al guion de los Coen en el que se basa la película. Añadir, como contrapunto a la hipocresía de los Lodge, otra hipocresía más: la de los blancos del barrio, salvajemente amotinados ante la presencia de una familia negra.
Bajo una apariencia de normalidad, Suburbicon avanza a golpe de asesinatos y traiciones, incluso contra el propio hijo. Con unos personajes que, en todos y en cada uno de lo momentos decisivos, toman la decisión equivocada. Son monstruos, sí. Por bobos. O mejor, por falta de coraje moral. Monstruos ridículos, si nos ponemos críticos. E igual de peligrosos que Trump , que diría el bello George.