La Vanguardia

El doble crimen de Susqueda: lo que el pantano esconde

Paula y Marc, de 21 y 23 años, fueron asesinados al día siguiente de llegar al embalse de Susqueda

- MAYKA NAVARRO PERE DURAN (FOTOS) Susqueda

La pareja de jóvenes fue asesinada al día siguiente de llegar al embalse

Las papeletas para la cesta de Navidad cuestan tres euros. “Lleva un jamón”, advierte Simona Benková, que tiene encendidas dos velas en la barra de La Parada. En su restaurant­e de El Pasteral fueron vistos por última vez con vida Paula Mas Pruna y Marc Hernández López, vecinos del Maresme, de 21 y 23 años. Los asesinaron en el pantano de Susqueda. No hay día que no los recuerde. Ni semana, desde entonces, que no se acerquen los Mossos d’Esquadra preguntand­o si ha visto algo o a alguien que le haya llamado la atención.

En Navidad se cumplirán cuatro meses de los asesinatos. Las aguas del pantano, por debajo de la mitad de su capacidad por la sequía, guardan el secreto de unos crímenes que han transforma­do la zona en un paraje siniestro y misterioso.

El paisaje de ahora nada tiene que ver con aquellos días de agosto en los que Paula y Marc decidieron ir al pantano de Susqueda para hacer una excursión en kayak. Esta semana todavía había nieve en los barrancos que conducen hasta el agua. Con el frío, la belleza se ha apoderado de los caminos con un manto de hojas húmedas de todos los colores del invierno y el musgo forra de verde árboles y piedras.

Una preciosa postal que ahora da miedo. Tras los crímenes, apenas se acercan visitantes al pantano. Lo explica Oliver, el mejor testigo con el que cuentan los investigad­ores. Este belga llegó a Susqueda en junio, tras comprar un terreno y las ruinas de una casa con vistas insuperabl­es. Se instaló en una vieja caravana, junto a otro colega belga y la pareja de este, una coreana.

El 24 de agosto era jueves y Oliver tiene mala memoria. Tanto que los Mossos le ayudaron a recordar que fue el viernes 25 y no el jueves, a media mañana, cuando oyó tres tiros, un grito y un cuarto disparo. El crimen tuvo que ser el viernes, al día siguiente de que llegaran al pantano, porque a la hora que el hombre oyó los tiros, si hubiera sido el jueves, la pareja aún no había tenido tiempo de llegar al lugar en el que los mataron.

“Me llamó la atención porque no era temporada de caza”. Su amigo también los oyó. Aquella tarde, sigue sin recordar el día exacto, dejó para reparar dos de sus vehículos en talleres de Olot y Anglès, y voló a Bélgica para estar con su hijo que celebraba su cumpleaños.

La búsqueda de Marc y Paula ya había empezado. Unos ciclistas vieron al día siguiente el kayak del joven a la deriva, sin los tapones, rajado, boca abajo y medio hundido con una piedra. El Opel Zafira del padre de ella fue rescatado cuatro días después del fondo del pantano, hundido a siete metros de profundida­d, con una gran piedra en el asiento del copiloto, las llaves en el contacto, la primera marcha puesta, el freno de mano quitado y una ventana rota de fuera hacia dentro. En el interior estaban los sacos, el bolso de Paula con las anotacione­s que escribía en sus momentos de intimidad y la cartera de Marc con el cambio del billete de 20 euros con el que pagó el agua y los refrescos que tomaron en el bar de Simona.

Cuando Oliver regresó de Bélgica declaró ante los Mossos que oyó los disparos y el grito. Pero los ubicó en sentido contrario al punto del pantano en el que había aparecido el coche. Cuando 32 días después apareciero­n los cadáveres desnudos, el de Marc flotando y el de Paula enganchado a unas piedras, los policías entendiero­n que los belgas no se habían equivocado.

El campamento de los belgas

queda a medio camino entre el final del barranco en el que apareciero­n los cadáveres y la playa de la Palomera en la que los asesinos sumergiero­n el coche. Es necesario visitar la zona para entender que los asesinos tuvieron que deshacerse primero de los cuerpos.

Nada más acceder al pantano hay una señal que anuncia que a diez minutos a pie está la fuente de Cal Borni. Al llegar, la carretera se ensancha dejando espacio para estacionar el coche. A la izquierda del camino se abre un barranco que llega hasta el agua. Los cuerpos apareciero­n allí. No hay corrientes en el estanque que pudieran mover los cuerpos hasta el interior de ese enclave. La pareja tuvo que ser tiroteada allí mismo. Justo en la zona que señalaron los belgas.

Las autopsias confirmaro­n además su relato. Paula fue asesinada de un tiro en la sien. Un disparo a corta distancia. Marc tenía heridas de origen indetermin­ado pero no mortales en el pecho, y otro disparo que le entró por la espalda. Los desnudaron. Y al menos a él le colgaron su mochila con una piedra y alguna pieza de su ropa. El arma no ha apamera, recido, aunque los orificios son compatible­s con una 9 milímetros parabellum.

¿Qué pudo pasar? ¿Con quién se encontraro­n Marc y Paula aquel día? Poca gente del entorno de la pareja sabía que iban a Susqueda. Hay quienes aseguran incluso que improvisar­on el destino. ¿Qué vieron? Algunos cuentan que pudieron haber descubiert­o alguna de las plantacion­es ocultas de marihuana que había en el pantano. Pero son meras habladuría­s de bar de la zona.

Estos días cuesta descender hasta el final del barranco de la fuente de Cal Borni. Hay nieve en el camino. En mitad de la ruta hay un viejo Peugeot abandonado en el que llegó a vivir un hombre tras un mal divorcio. El individuo se trasladó hace un tiempo a una cabaña oculta en el bosque. También estaba en la zona el día de los crímenes. Y es de los pocos que siguen en el pantano. Cuentan que ahora marca los alrededore­s de su escondite con trampas para descubrir si hay visitantes.

Mucha gente no ha vuelto al estanque. No hay rastro de los pescadores rumanos de siluro, ni de los cazadores furtivos. El colega belga de Oliver y la coreana también se fueron tras la aparición de los cadáveres. Cuenta Oliver que se asustaron. Antes de irse, el hombre quiso que los Mossos le tomaran una muestra de ADN para cotejar con un resto de sangre que se encontró en el embalse. Declaró que se hirió recogiendo el motor que usan para bombear agua del pantano.

Los asesinos se pusieron después al volante del vehículo, el Opel Zafira de Paula, y recorriero­n ocho kilómetros por un camino intransita­ble en el que tuvieron que invertir más de hora y media, destrozand­o los bajos del coche. Sólo quien conoce la zona puede saber que una de las muchas bifurcacio­nes de la ruta conduce hasta la playa de la Palo- con acceso directo al agua. Y eso hicieron los asesinos. En algún momento intentaron deshacerse del kayak. Y agujerearo­n y procuraron hundir también con piedras una embarcació­n que Oliver tenía en el pantano y que aún está en poder de la Policía.

Los Mossos de la unidad de desapareci­dos trabajan y guardan un escrupulos­o silencio. Estos días los submarinis­tas han vuelto a sumergirse en las profundida­des inhóspitas del pantano en busca del arma. Los especialis­tas siguen trabajando en la zona con los números de todos los móviles que se conectaron ese día, los previos y los posteriore­s, a los repetidore­s. No han aparecido los teléfonos de la pareja, que casualment­e dejaron de tener señal, como si se hubieran apagado, en el momento en que abandonaro­n el bar La Parada. Las cámaras de seguridad de la presa grabaron el Opel Zafira y otros vehículos, aunque la calidad de las imágenes no es buena. Un vehículo llama especialme­nte la atención por los trayectos que hizo.

Es el misterio que esconden las aguas del pantano.

INVESTIGAC­IÓN ABIERTA

Los Mossos trabajan en el pantano en busca de indicios que den con los asesinos de la pareja

 ?? PERE DURAN / NORD MEDIA ?? Un tapacubos del Opel de Paula. La pieza ha aparecido con el descenso del nivel del pantano, en la playa de la Palomera, donde el asesino o asesinos sumergiero­n el coche
PERE DURAN / NORD MEDIA Un tapacubos del Opel de Paula. La pieza ha aparecido con el descenso del nivel del pantano, en la playa de la Palomera, donde el asesino o asesinos sumergiero­n el coche
 ??  ?? Los lugares Arriba, el barranco de la fuente de Cal Borni, donde apareciero­n los cadáveres de los jóvenes. A la izquierda, el bar La Parada, que estos días ya tiene los adornos de la Navidad y una cesta con jamón y papeletas a tres euros. Y a la derecha, el campamento de Oliver, el belga y principal testigo. Este hombre estaba junto a otros dos amigos en la zona el día de los asesinatos y declaró ante los Mossos –una semana después, tras un viaje a Bélgica– que oyó tres disparos, un grito y un disparo más.
Los lugares Arriba, el barranco de la fuente de Cal Borni, donde apareciero­n los cadáveres de los jóvenes. A la izquierda, el bar La Parada, que estos días ya tiene los adornos de la Navidad y una cesta con jamón y papeletas a tres euros. Y a la derecha, el campamento de Oliver, el belga y principal testigo. Este hombre estaba junto a otros dos amigos en la zona el día de los asesinatos y declaró ante los Mossos –una semana después, tras un viaje a Bélgica– que oyó tres disparos, un grito y un disparo más.
 ?? PERE DURAN / NORD MEDIA ??
PERE DURAN / NORD MEDIA
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain