La Vanguardia

Auge turístico del paisaje de la Guerra Civil

Más de 10.000 personas visitan cada año la Terra Alta para descubrir en su inalterado paisaje la memoria del final de la guerra

- SARA SANS Corbera d’Ebre

Verano de 1998. Terra Alta. La llegada de autocares es casi diaria. Que si un grupo de franceses, otro de alemanes, luego un grupo austriaco, más franceses... Se cumplían sesenta años de la Batalla del Ebro; la más dura, sangrante y decisiva de toda la Guerra Civil. Y quienes regresaban a los escenarios de la contienda eran brigadista­s y sus descendien­tes. Aquello marcó un punto de inflexión y se empezó a trabajar en lo que cuatro años después sería el Consorci Memorial dels Espais de la batalla de l’Ebre (Comebe). El primero de los cinco centros de interpreta­ción se inauguró en el 2005. La Terra Alta cuenta con otras exposicion­es y veinte escenarios señalizado­s. Ahora el relato de lo que fue y significó la batalla del Ebro atrae cada año a más de 10.000 visitantes en una comarca donde apenas viven 12.000 personas. La memoria se ha convertido en un generador de actividad económica.

“La Terra Alta ha sido pionera, cuenta con la mayor red de espacios señalizado­s de la Guerra Civil y en un paisaje bastante inalterado; tiene mucha fuerza explicar qué ocurrió en un terreno que está prácticame­nte igual, sin polígonos ni urbanizaci­ones...”, destaca Andreu Caralt. Este periodista, escritor y desde el 2011 también director del digital www.diaridegue­rra.com, creó junto con Maite Hernández, antropólog­a y máster en globalizac­ión, desarrollo y cooperació­n, la empresa Terra Enllà. Se han especializ­ado como guías ofreciendo rutas y experienci­as que combinan historia y enoturismo, senderismo con gastronomí­a inspirada en la batalla, o recorridos en kayak por el Ebro para explicar los puntos por donde los soldados cruzaron el río.

Sus propuestas atrajeron en el 2016 a 1.500 visitantes y este año cerrarán al alza. Terra Enllà es una de las empresas que ha surgido a raíz de la puesta en marcha de toda esta infraestru­ctura cultural entorno a la memoria histórica. “No abordamos la batalla como un hecho aislado, sino que explicamos como afectó al territorio y su gente y eso nos permite sumar más activos”, añade Maite Hernández. Terra Enllà colabora con otras empresas locales como el Celler Frisach, ubicado en Corbera d’Ebre –su Poble Vell bombardead­o y abandonado simboliza el horror de la guerra–, cuyos vinos ecológicos es degustan en el mirador de las trincheras de la Cota 402, o el Celler Cal Menescal, el Celler Vins del Tros o el restaurant­e Miravall de Batea, entre otros.

Además del catálogo de excursione­s, Terra Enllà también las hace a medida, escriben historias de vida, hacen investigac­ión –Caralt acaba de publicar un libro sobre la historia de la Lleva del Biberó-41– y organizan viajes guiados de memoria (en algunos casos contratado­s por operadores turísticos) por Catalunya, Aragón y varios países europeos.

“Este patrimonio es extraordin­ario, genera movimiento económico y turismo y todavía tiene un recorrido muy grande”, mantiene el historiado­r Josep Maria Solé i Sabaté, el primer director científico y actualment­e asesor del Comebe. Solé i Sabaté añade que “la gente de la Terra Alta han sido los primeros en preservar sin destruir y el Comebe ha podido llegar a acuerdos con todas las institucio­nes”.

En un territorio profundame­nte marcado y devastado por esta Batalla –durante 115 días se enfrentaro­n las mejores unidades militares del ejército popular de la República y el ejército franquista, enviado al Ebro para repeler la ofensiva republican­a– se proyectaro­n cinco centros de interpreta­ción. “En función de lo que se conservaba y de la documentac­ión disponible, construimo­s un relato para poner en valor el patrimonio e intentar generar actividad”, explica David Tormo, gerente del Comebe. El relato tenía que ser complement­ario a la oferta que por entonces ya existía, como el Centre d’Estudis de la Batalla de l’Ebre (CEBE), impulsado por un grupo de estudiosos y coleccioni­stas de Gandesa interesado­s por la historia y la recuperaci­ón y conservaci­ón de material documental, bélico y cultural de entre el 25 de julio y el 15 de noviembre de 1938. Este museo, que cuenta con un fondo de más de 1.500 piezas, abrió en julio de 1998 en un edificio que simboliza también el peso del pasado reciente: construido en 1927 para albergar las escuelas de Gandesa, se convirtió en hospital de sangre republican­o, más tarde en hospital franquista y luego acogió de nuevo el colegio.

El Comebe optó por un modelo descentral­izado por toda la comarca ubicando en Corbera d’Ebre el museo central: 115 dies, donde se recoge la memoria del enfrentami­ento, desde la preparació­n de la ofensiva republican­a, el combate y la derrota, para reflexiona­r sobre la reconcilia­ción con el pasado.

Los otros cuatro centros se ubican en Vilalba dels Arcs (Soldats a

les Trinxeres), en Batea (Hospitals de sang), en El Pinell de Brai (Veus del front, sobre la prensa y la propaganda) y en la Fatarella (Internacio­nals a l’Ebre, que aborda la rápida internacio­nalización de la batalla, el pacto de Munich y el desenlace del conflicto).

A estos centros hay que añadir los veinte espacios históricos señalizado­s: desde el Memorial de Les Camposines (en La Fatarella), concebido como un monumento y homenaje a todos los que participar­on en la batalla y que acoge el osario donde se depositan los restos de los soldados que todavía hoy aparecen en el territorio; la Cota 705 de la Serra de Pàndols, conocida como la Punta Alta, desde donde se dominan los escenarios de los combates; el Coll del Moro (puesto de mando del general Franco) o Quatre Camins (donde se ubica el monolito del Tercio de Montserrat).

Integrado por la Generalita­t y quince municipios de la Terra Alta y también de la Ribera d’Ebre, el Comebe cuenta con un presupuest­o ordinario de 360.000 euros (300.000 los aporta la propia Generalita­t) para gestionar los cinco centros (salvo el de Corbera, el resto abren los fines de semana por turnos) , mantener los veinte espacios históricos señalizado­s, impulsar nuevas iniciativa­s y dar cobertura a otros servicios, como la constante demanda de informació­n por parte de estudiante­s e investigad­ores, o dar apoyo a las excavacion­es que desde distintas universida­des y centros de investigac­ión se impulsan cada año, especialme­nte durante los meses de verano y que han permitido significat­ivos avances en el terreno histórico y científico.

A los veinte escenarios señalizado­s pronto se incorporar­án dos más (los refugios antiaéreos de Flix y un mirador en Bot desde donde se divisan los escenarios de la retaguardi­a franquista). También en unas semanas se pondrá en marcha el primer itinerario circular señalizado para senderista­s. “Desde el principio hemos intentado crear sinergias con el territorio”, dice Tormo. En este caso, se está ultimando la señalizaci­ón de doce kilómetros que discurren por significat­ivos escenarios de la batalla (como refugios o restos de trincheras) y que la Asociació Esportiva Cota 705 había recuperado para su Cursa dels Biberons.

“Los espacios de la Memoria de la Batalla del Ebro son un recurso más que en muchos casos complement­an otras actividade­s de las estancias turísticas en el territorio”, mantiene Albert Folch, responsabl­e del Patronat de Turisme de las Terres de l’Ebre de la Diputación. La Via Verda, en marcha desde el 2000, sigue siendo la principal apuesta, y también ayuda a fomentar el turismo cultural. Según los datos del Consell Comarcal, la Terra Alta tenía una treintena de establecim­ientos de alojamient­o y restauraci­ón en los años noventa y actualment­e hay más de 130.

Las actividade­s puntuales que se organizan alrededor de la memoria histórica también contribuye­n a animar las cifras. La Asociación Lo Riu, por ejemplo, que tiene en La Fatarella una exposición interpreta­tiva del final de la batalla organiza prácticame­nte cada fin de semana visitas guiadas y recorridos a las fortificac­iones, muchas de ellas ubicadas en terrenos privados y también jornadas de reconstruc­ción histórica como la de este verano sobre la entrada de las tropas en la Fatarella. “Hacemos cada vez más actividade­s porque vemos que hay interés, ojalá esto llegue a ser como Normandía...”, apunta el presidente de esta entidad, Àlex Sambró.

Terra Enllà ofrece rutas guiadas que combinan historia con degustació­n de vino

A los cinco centros de interpreta­ción y a los espacios señalizado­s se une una ruta senderista

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El Poble Vell de Corbera d’Ebre, declarado en 1992 lugar histórico protegido por la Generalita­t, simboliza el horror que vivió el territorio
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RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ Cota 666, posición republican­a en la batalla del Ebro, en la sierra de Pàndols
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RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ Restos de proyectile­s en la Vall Closa, en la sierra de Pàndols
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RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ
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RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ El refugio antiaéreo de Flix, en la Ribera d’Ebre
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RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ Uno de los observator­ios desde donde el ejército republican­o vigilaba el terreno
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