Bomberos pirómanos

PLATÓN asegura en Fedón que nada puede hacer el hombre prudente cuando se enfrenta a un loco. En la política actual son tantos los presuntos lelos, que se nos antoja que es imposible cambiar la historia. Nadie le pedía a Donald Trump que reconociera Jerusalén como capital de Israel, trasladando su embajada de Tel Aviv. La decisión es contraria a lo que propugnan las Naciones Unidas, la Unión Europea, el Vaticano o el mundo árabe. El gran valedor de este reconocimiento es Jared Kushner, el yerno y asesor de Donald Trump, que, dentro de esta curiosa empresa familiar en que ha convertido la Casa Blanca, es un caso claro de bombero puesto a ejercer de pirómano. Kushner, encargado de las relaciones con Israel, buscaba un plan de paz para la región y sólo ha conseguido poner a los palestinos en pie de guerra. Jerusalén Oriental es considerada la capital de Palestina y había consenso en que no se tomaría una decisión unilateral para resolver esta delicada cuestión.

La tensión que se vive en la zona, con el anuncio incluso de una nueva intifada tras la firma del decreto de Trump, preocupa a la comunidad internacional. El presidente de Estados Unidos se considera un abanderado del bien. Sólo él se ha atrevido a decir que “podría matar de un tiro a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perdería votantes”. Trump ha aparecido desde el primer día como un político que desprecia la corrección política. En uno de sus mítines de campaña dijo: “Si veis a alguien que está a punto de lanzar un tomate, lo moléis a palos, ¿verdad? Dadle una buena paliza. Prometo asumir los gastos legales”. Esta es en parte la política del inquilino de la Casa Blanca, con guiños constantes a sus votantes más radicales. Con su decisión, sólo hará que empeorar las cosas. Como ha escrito la profesora de Estudios Árabes Luz Gómez en El País, sus electores puede que estén agradecidos, pero el resto del mundo seguirá temblando. Menudo negocio.