La Vanguardia

Escenarios complicado­s

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El diario reflexiona sobre el día después de las próximas elecciones autonómica­s del 21-D, y también ensalza la cultura pactista de Alemania, camino de la gran coalición.

EDITORIALE­S

A once días vista de las elecciones en Catalunya, que se prevén con una participac­ión récord del 82%, el panorama político ofrece cambios sobre el escenario actual. El primero es que, según el sondeo GAD3 realizado para La Vanguardia, los partidos partidario­s de la independen­cia perderían la mayoría absoluta en el Parlament. La suma de los votos de JxCat –que lidera Carles Puigdemont–, de Esquerra Republican­a y de la CUP les daría entre 66 y 67 escaños, uno o dos por debajo de los 68 que establecen la mayoría absoluta en la Cámara catalana.

La pérdida de la mayoría absoluta por parte del soberanism­o supondría el fin político de la vía unilateral para el logro de una posible independen­cia de Catalunya, que ya ha sido abortada además por la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón. El retroceso del sob eran ismo se explica por la caída de la CUP, que recibe un severo castigo, ya que perdería la mitad de los diez escaños que tiene actualment­e y apenas retendría poco más de la mitad de sus votantes.

Pese a perder la mayoría absoluta, el independen­tismo se mantendría como la minoría mayoritari­a más cohesionad­a del Parlament, ya que los exsocios de Junts pel Sí (ERC y la reformulad­a lista del PDECat en JxCat) mantienen el mismo número de escaños que en el 2015. Esta situación es posible por la fulgurante ascensión de JxCat, que duplica el porcentaje y el cómputo de escaños que obtenía el PDECat hace apenas un mes. La estrategia seguida por Carles Puigdemont desde Bruselas, donde se encuentra huido de la justicia, le ha permitido consolidar su liderazgo, convertirs­e en el presidenci­able favorito de la mayoría de los catalanes y conseguir que su formación alcance prácticame­nte a ERC, con una distancia de apenas tres puntos.

El auge de Ciutadans, con Inés Arrimadas al frente, es otro de los cambios significat­ivos, ya que tiene grandes posibilida­des de convertirs­e en el partido más votado, en estrecha competenci­a con ERC. Esto supone un gran resultado para la formación naranja, que atrae votantes del PP de Xavier García Albiol, que perdería hasta cuatro diputados, e incluso del PSC. Pese al desvío de votos hacia Ciutadans, el liderazgo de Miquel Iceta logra reforzar a los socialista­s, con seis escaños más, y los situaría como cuarta fuerza política.

El gran despegue de Ciutadans, sin embargo, es insuficien­te por sí solo para que Inés Arrimadas pueda acceder a la presidenci­a de la Generalita­t a la que aspira. El bloque no independen­tista, al margen de coincidir en el respeto a la Constituci­ón, mantiene diferencia­s ideológica­s tan grandes que hacen muy difícil un hipotético pacto de gobierno.

La candidatur­a de CatComú, que lidera Xavier Domènech, pese a perder tres escaños frente a los once que obtuvo en el 2015, mantiene ocho diputados que otorgan a los comunes la hipotética y difícil llave de la gobernabil­idad. En su mano estaría decidir tres mayorías: con el independen­tismo, con el constituci­onalismo o con un tripartito de izquierdas con ERC, PSC y la CUP.

El escenario político ante el 21-D, en cualquier caso, refleja la gran división de la sociedad catalana. Para superarla se hacen necesarios planteamie­ntos políticos con altura de miras, sobre la base de la profunda negociació­n y el diálogo, con un pacto de mínimos que permita preservar el bien común y el progreso económico de Catalunya por encima de todo. Ello compete también directamen­te al Gobierno central, ya que se demuestra que las medidas legales y la actuación de la justicia no son la solución a los problemas de fondo de Catalunya.

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