Trump evita la polémica en su visita al museo de los derechos civiles
El boicot contra el presidente lleva a un acto fugaz y a eludir la inauguración
Estados Unidos es un país sumido en la contradicción total.
El sur de California se quema, un infierno propiciado, dicen los científicos, por una larga sequía.
Nieva en Texas. Muchos niños de ese estado árido han experimentado algo que sólo conocían por lo que les habían contado.
En este proceso de cambio climático y social, Donald Trump, el presidente más próximo a los supremacistas blancos en décadas –hay quien le acusa de serlo sin timideces– se encargó de inaugurar, en Jackson (Misisipi), el museo dedicado a los derechos civiles y a los que se sacrificaron por acabar con la segregación. El mismo Trump que arrancó su campaña con uno de los más perniciosos insultos raciales. Sembró la infamia, a sabiendas, de que Barack Obama, el primer presidente negro de EE.UU y figura de culto entre la mayoría de afroamericanos, era un usurpador del poder por ser africano.
Así se entiende que no pocos experimentaran ayer una sensación de consternación. Que se les pusiera cuerpo de boicot, a pesar de ser ellos los verdaderos protagonistas de esta larga marcha, o los que aún sufren las consecuencias, al saber que el actual inquilino de la Casa Blanca asistiría al acto.
Trump hizo caso omiso de las protestas y mantuvo su cita. Le montaron un recorrido privado y ofreció unas palabras –nueve minutos– en el interior del complejo. Sin embargo, en una visita que entre el aterrizaje y el despegue le llevó hora y media, el presidente no participó en la ceremonia pública. No era bienvenido.
A muchos les cogió por sorpresa descubrir que le había invitado el republicano Phil Bryant, gobernador del estado, que es la entidad que ha financiado el proyecto. El pastor Darrell Scott, afroamericano que formó parte del equipo de transición de Donald Trump, replicó que el presidente se limitó a responder a esa invitación. “Se le critica por venir y si no hubiese venido se le calificaría de racista”, declaró a la MSNBC.
Su participación provocó que una figura como el congresista John Lewis, uno de los más venerados iconos de aquella época, uno de los trece iniciales “viajeros por la libertad” contra la separación en los autobuses y amigo de Martin Luther King, cancelara su asistencia. “La presencia de Trump es un insulto a aquellos que se retrata en el museo”, dijo.
Le secundó otro legislador. Bennie Thompson, y diversos líderes negros. “Honramos el legado de nuestros héroes y antepasados hablando sobre la verdad al poder y denunciando las políticas divisivas de esta administración que suponen una regresión en los derechos civiles”, aseguró Derrick Johnson, presidente de la Naacp, la principal organización que aglutina a los negros.
A diferencia del tono mitinero y agresivo de la noche anterior en Pensacola (Florida), Trump tuvo en Jackson una intervención en la que apeló al simbolismo. “Queremos que nuestro país sea un lugar donde cada niño pueda crecer libre de miedo, inocente del odio y rodeado por amor, oportunidades y esperanzas”, afirmó.
“Este museo registra la opresión, crueldad e injusticia infligida a la comunidad afroamericana, la lucha por acabar con la segregación, ganar el derecho al voto y lograr el sagrado derecho por nacimiento de la igualdad”, insistió. Para escándalo de no pocos que
Trump cita a héroes por los derechos civiles pero olvida a John Lewis, que había llamado al boicot
aludieron a sus intentos por recortar los derechos electorales, su muro contra los hispanos, su orden contra los musulmanes o el ataque continuo a los deportistas negros que se arrodillan al sonar el himno como protesta por la brutalidad policial.
Trump nombró a Luther King –“hombre al que he admirado toda mi vida”– y otros protagonistas del movimiento a los que calificó de héroes. “Nos esforzamos –indicó– para ser merecedores de su sacrificio y rezamos por su inspiración desde el ejemplo”.
¿De quién se olvidó? Por supuesto de la figura más relevante que queda: John Lewis.
Flotó en el aire un aroma propio de un proverbio africano: “Cuando el cazador explica la historia, el león siempre pierde”.