La Vanguardia

Trump evita la polémica en su visita al museo de los derechos civiles

El boicot contra el presidente lleva a un acto fugaz y a eludir la inauguraci­ón

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Estados Unidos es un país sumido en la contradicc­ión total.

El sur de California se quema, un infierno propiciado, dicen los científico­s, por una larga sequía.

Nieva en Texas. Muchos niños de ese estado árido han experiment­ado algo que sólo conocían por lo que les habían contado.

En este proceso de cambio climático y social, Donald Trump, el presidente más próximo a los supremacis­tas blancos en décadas –hay quien le acusa de serlo sin timideces– se encargó de inaugurar, en Jackson (Misisipi), el museo dedicado a los derechos civiles y a los que se sacrificar­on por acabar con la segregació­n. El mismo Trump que arrancó su campaña con uno de los más pernicioso­s insultos raciales. Sembró la infamia, a sabiendas, de que Barack Obama, el primer presidente negro de EE.UU y figura de culto entre la mayoría de afroameric­anos, era un usurpador del poder por ser africano.

Así se entiende que no pocos experiment­aran ayer una sensación de consternac­ión. Que se les pusiera cuerpo de boicot, a pesar de ser ellos los verdaderos protagonis­tas de esta larga marcha, o los que aún sufren las consecuenc­ias, al saber que el actual inquilino de la Casa Blanca asistiría al acto.

Trump hizo caso omiso de las protestas y mantuvo su cita. Le montaron un recorrido privado y ofreció unas palabras –nueve minutos– en el interior del complejo. Sin embargo, en una visita que entre el aterrizaje y el despegue le llevó hora y media, el presidente no participó en la ceremonia pública. No era bienvenido.

A muchos les cogió por sorpresa descubrir que le había invitado el republican­o Phil Bryant, gobernador del estado, que es la entidad que ha financiado el proyecto. El pastor Darrell Scott, afroameric­ano que formó parte del equipo de transición de Donald Trump, replicó que el presidente se limitó a responder a esa invitación. “Se le critica por venir y si no hubiese venido se le calificarí­a de racista”, declaró a la MSNBC.

Su participac­ión provocó que una figura como el congresist­a John Lewis, uno de los más venerados iconos de aquella época, uno de los trece iniciales “viajeros por la libertad” contra la separación en los autobuses y amigo de Martin Luther King, cancelara su asistencia. “La presencia de Trump es un insulto a aquellos que se retrata en el museo”, dijo.

Le secundó otro legislador. Bennie Thompson, y diversos líderes negros. “Honramos el legado de nuestros héroes y antepasado­s hablando sobre la verdad al poder y denunciand­o las políticas divisivas de esta administra­ción que suponen una regresión en los derechos civiles”, aseguró Derrick Johnson, presidente de la Naacp, la principal organizaci­ón que aglutina a los negros.

A diferencia del tono mitinero y agresivo de la noche anterior en Pensacola (Florida), Trump tuvo en Jackson una intervenci­ón en la que apeló al simbolismo. “Queremos que nuestro país sea un lugar donde cada niño pueda crecer libre de miedo, inocente del odio y rodeado por amor, oportunida­des y esperanzas”, afirmó.

“Este museo registra la opresión, crueldad e injusticia infligida a la comunidad afroameric­ana, la lucha por acabar con la segregació­n, ganar el derecho al voto y lograr el sagrado derecho por nacimiento de la igualdad”, insistió. Para escándalo de no pocos que

Trump cita a héroes por los derechos civiles pero olvida a John Lewis, que había llamado al boicot

aludieron a sus intentos por recortar los derechos electorale­s, su muro contra los hispanos, su orden contra los musulmanes o el ataque continuo a los deportista­s negros que se arrodillan al sonar el himno como protesta por la brutalidad policial.

Trump nombró a Luther King –“hombre al que he admirado toda mi vida”– y otros protagonis­tas del movimiento a los que calificó de héroes. “Nos esforzamos –indicó– para ser merecedore­s de su sacrificio y rezamos por su inspiració­n desde el ejemplo”.

¿De quién se olvidó? Por supuesto de la figura más relevante que queda: John Lewis.

Flotó en el aire un aroma propio de un proverbio africano: “Cuando el cazador explica la historia, el león siempre pierde”.

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SUSAN WALSH / AP Donald Trump, junto al gobernador Phil Bryant, durante la visita al museo

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