Ser o no ser president
El 2 de noviembre, cuando la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela ordenó el ingreso en prisión de Oriol Junqueras y otros siete consellers cesados, el líder de ERC trasladó un mensaje de urgencia a sus colaboradores: nada de lista unitaria, que cada uno haga su camino y, sobre todo, “no os peleéis”.
En una semana, ERC sorteó las presiones del PDECat y familias exconvergentes sin herencia orgánica para concurrir juntos a las elecciones y Junqueras señaló por carta a Marta Rovira como su sucesora institucional. Rovira había sido la pared –vehemente y muy emocional en privado– contra la que chocó cada intento desesperado de Carles Puigdemont de alejar el proceso soberanista de la declaración unilateral de independencia, y con la experiencia de horas y horas de reuniones en el Palau de la Generalitat, incluso el president cesado había visto en la secretaria general de ERC una buena alternativa para relevarle en el cargo.
Pero ERC reivindicó su derecho a ganar y gobernar: tiene una marca al alza desde hace dos años y ahora un líder en prisión. Puigdemont, desde su retiro belga, decidió aferrarse al mismo derecho, con la “presidencia legítima” como principal activo y el PDECat entre la espada y la pared. “Pues que gane el mejor”, se emplazaron los respectivos equipos. La relación no pasa ahora de conversaciones “técnicas”.
El junquerismo no ha dejado de ser amor, pero la distancia y las rejas de la prisión de Extremera lo enfrían todo. Recuperado anímicamente del golpe que supuso el lunes la confirmación de la prisión preventiva, al líder de los republicanos le duele el discurso de la candidatura de Junts per Catalunya. “¿Sólo puede ser president Puigdemont?”.
Así que Carles Mundó, el menos sospechoso de los consellers que ERC había nombrado en el Govern de Puigdemont, el que tenía dudas sobre la declaración unilateral de independencia, se atrevió a verbalizar más dudas aún. ¿Podrá Puigdemont recoger su acta de diputado? ¿Podría Puigdemont ser investido president si sigue en Bruselas? ¿Por qué no designa una alternativa?
El president cesado cree que “las cosas se tienen que retomar allí donde se dejaron”, y en ERC replican que la verdad es la mejor manera de lograr la confianza de la gente y que Mundó no dijo nada que no haya admitido el propio Puigdemont: a partir del día 22, Catalunya necesita “un gobierno fuerte y de verdad”.
No se puede hablar de fin de la tregua entre la antigua Convergència y ERC porque nunca la hubo. La cohabitación en el Govern no ha pasado de conllevancia, y la directora de la campaña de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, como directora general de Coordinación Interdepartamental, tiene registrados en sus libretas de colores cada roce, cada colisión de los últimos dos años. También con el PDECat.
En ERC dicen que no hurgarán en la herida, pero Puigdemont sigue con su rol presidencial, y Raül Romeva apeló a elegir a ERC y a Junqueras como el voto útil republicano contra los partidos que apoyan el 155.
No obstante, todos son conscientes de que el enfrentamiento entre fuerzas independentistas desmoviliza a su electorado y la batalla se está jugando contra Ciudadanos. Así que el primer objetivo sobre el papel es que haya mayoría absoluta independentista para negociar una resolución política al conflicto catalán. Después, aunque en Junts per Catalunya sostienen que no hay plan B, ya se verá quién es o puede ser el president. Puigdemont, Junqueras, Rovira, Artadi, Mundó o hasta algún alcalde del PDECat, esta vez de las comarcas de Lleida.
No obstante, por un principio de supervivencia, Puigdemont no puede aceptar la posibilidad de que no recuperará la presidencia, y ERC ha devuelto la figura de Junqueras a la primera línea. Así que el relato independel dentismo vuelve a instalarse en la inocencia del “alguien hará algo”, el “no se atreverán” y los cálculos con el calendario.
El Tribunal Supremo ha retirado la euroorden reclamando la extradición de Puigdemont, pero el presidente cesado ha decidido mantener su residencia en Bruselas, ya que en caso de volver a territorio español sería detenido de inmediato. A partir de ahí, ERC echa mano de jurisprudencia para sostener que Junqueras tiene más posibilidades de ser investido desde la cárcel que Puigdemont desde Bruselas.
En Junts per Catalunya tienen más teorías sobre la mesa. La constitución del Parlament se prevé dentro de los veinte días hábiles posteriores a la proclamación de los resultados, así que la investidura se sitúa en febrero o más allá. Y se vuelve a abrir el escenario: ¿Y si Junqueras, Joaquim Forn y los Jordis están en libertad? ¿Puidemont podría volver? ¿El fiscal no pedirá prisión? ¿No se atreverán?
A Junqueras le duele que Puigdemont se arrogue desde Bruselas la única posibilidad de ser president
La relación entre equipos de campaña es meramente técnica; en lo político, se miran de reojo