Catalunya en el diván
Tengo que reconocer que últimamente y como consecuencia del mencionado proceso me siento triste por ver dónde nos ha llevado. Es cierto que todo ello no es imputable únicamente a los partidarios de la DUI, pues el inmovilismo del Gobierno central es conocido.
Por otro lado, siento ira por recordar todas las promesas incumplidas por los profetas del independentismo, como que en una Catalunya independiente se aumentarán las pensiones y habrá más riquezas para repartir, toda Europa nos reconocerá, se acabará la corrupción, lo tenemos todo preparado...
Finalmente, me siento preocupado por el futuro, pues no veo en los representantes de los partidos independentistas ningún atisbo de la sana autocrítica ni propósito de enmienda, sino todo lo contrario, pretenden seguir con la misma estrategia. Es su razón de ser.
He hablado de tres sentimientos que forman parte de las cuatro emociones básicas del ser humano, la cuarta –la alegría– está ausente por el momento. Todo psicoterapeuta sabe que con las emociones no se puede jugar, son “reacciones instintivas” del ser humano y que, por tanto, suponen lo opuesto al proceso racional y predictivo.
Pues resulta que en los últimos tiempos se recurre continuamente al uso inconsciente de la palabra emoción en las declaraciones de los partidarios de la independencia, y eso significa que se prefiere relegar a la razón
(seny) recurriendo al imperio de la emoción (rauxa).
ALFONSO CASANOVAS
Suscriptor
Barcelona