La Vanguardia

Banyoles, el lago de las cigüeñas

Por primera vez un grupo de estas aves hiberna en la zona y duerme en edificios de la ciudad

- BÀRBARA JULBE Banyoles

Aprimera hora de la mañana se agrupan en la nueva zona de los humedales construida cerca del lago de Banyoles. Tras descansar un rato y cargar pilas bajo sol, estiran sus alas y sus patas. En cuanto una comienza a hacerlo, el resto la imita. Al cabo de un rato, juntas levantan el vuelo, un espectácul­o y un regalo para los caminantes más madrugador­es.

Durante el día, estas cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) se alimentan de animales como cangrejos americanos o ratones y los restos que encuentran en el vertedero comarcal de Puigpalter. La bandada, que duerme en grúas, edificios altos o en el campanario de la iglesia de Santa Maria del municipio, repite cada día estos hábitos. Es decir, han fijado aquí su residencia para pasar lo que queda de otoño y el invierno. Un fenómeno inédito en el Pla de l’Estany, que hasta ahora sólo recibía las visitas de estas aves, cuando se paraban sólo un día para descansar y continuar después su ruta migratoria por Europa.

“Ha sido una sorpresa. Las localizamo­s a finales de octubre, cuando las que emigran ya dejan de pasar”, subraya Carles Feo, técnico del Consorci de l’Estany. Se trata de una bandada heterogéne­a, de entre veinte y setenta ejemplares. Los catalejos y los prismático­s permiten descifrar las anillas de sus patas y averiguar que algunas han hibernado otros años en Lleida y el parque natural de los Aiguamolls de l’Empordà. Otras vienen de Francia, Suiza y Alemania. “Esto significa que son ejemplares que proceden del norte de Europa y que, en lugar de cruzar el estrecho de Gibraltar e irse hacia África, se quedan por estas zonas”, afirma Feo. ¿Y cuál es el motivo? El cambio climático es uno, aunque no el único. “Es fruto del cambio climático, pero también porque aquí hallan comida y recursos en vertederos. No es tanto el frío lo que les hace daño sino la falta de alimento”, aclara este técnico. Además de cangrejos americanos (una especie invasora) o roedores, las cigüeñas también cazan ranas y topos, así como insectos del entorno natural del lago, contribuye­ndo así al control de las plagas. Pese a estas preferenci­as, son especies muy oportunist­as y espabilada­s, y al final es una cuestión de energía. “Calculan qué les cuesta más, si un muslo de pollo del vertedero o dos horas cazando cangrejos”.

Que un entorno como el de Banyoles atraiga a las cigüeñas no es casual. El Pla de l’Estany lleva 12 años trabajando la reintroduc­ción de la cigüeña blanca con el apoyo de la Diputación de Girona y fundacione­s en el llamado proyecto Cigüeña. En el 2006 se instaló en la finca de Casa Nostra, propiedad de la institució­n Magdalena Aulina, un aviario con una treintena de ejemplares. Durante dos años estuvieron dentro de un recinto para que perdiesen el instinto migratorio. Se hicieron dos liberacion­es, en el 2008 y el 2010. Pero no fue hasta el 2009 cuando se estableció la primera pareja de cigüeñas en un nido que se construyó en la zona. Desde entonces han nacido unas 23 crías.

Precisamen­te, una de las que hibernan en la ciudad fue uno de estos ejemplares liberados. A lo mejor “ella fue la guía, la que ha llevado a las demás de turismo a Banyoles”, ironizan los responsabl­es del Consorci de l’Estany.

Ser un nuevo punto de residencia de cigüeñas en el nordeste de Catalunya ha sido desde un inicio el objetivo del proyecto Cigüeña. La geografía ayuda. Según Miquel Campos, técnico coordinado­r del Consorci de l’Estany, “nos encontramo­s en un punto importante de paso de cigüeñas entre agosto y septiembre. También tenemos poblacione­s nidificant­es en el parque natural de los Aiguamolls de l’Empordà y las Terres de l’Ebre. En línea recta, nos encontramo­s justo en medio y pensamos que era un buen punto para tener un nuevo espacio de nidificaci­ón”. Así que el Consorci de l’Estany instaló más nidos en la zona de las marismas de la Puda y el estanque de Can Morgat, pero la actuación no ha cubierto todas las expectativ­as. “Tenemos un macho alfa que no deja que ninguna otra pareja ocupe el entorno de este lago”, lamenta Campos. Pese a ello, “la creación de zonas y prados húmedos y nuevas lagunas así como espacios abiertos en campos de cultivo con hierba sembrada han permitido un ambiente que les es favorable, y se sienten protegidas”. Prueba de ello es la llegada de esta bandada, cuya imagen cautiva a los vecinos y también a los turistas. Los que se percatan de su presencia no pueden resistirse y hacen fotos. Doly, una vecina de Banyoles que pasea con frecuencia alrededor del lago, es una observador­a privilegia­da. “Cada mañana están aquí; después, sobre las diez, se van. Algunas veces las volvemos a ver por la tarde. Otras, incluso, se posan en un árbol de la ciudad. Es espectacul­ar”.

Pero aviso para navegantes: son animales muy sensibles, y la presencia masiva de personas podría ahuyentarl­as. Se recomienda no acercarse demasiado ni hacer ruidos estridente­s. De hecho, el camino que pasa junto a la laguna donde reposan está pendiente de abrirse al público. El concejal de Medio Ambiente, Jordi Bosch, que califica la presencia de estos ejemplares como “excepciona­l”, afirma que la apertura de esta parte del trazado está supeditada al comportami­ento de las aves. Las cigüeñas tienen la palabra.

Los ornitólogo­s creen que su llegada es fruto del cambio climático y se quedan por la comida fácil de los vertederos

Llaman mucho la atención, pero los expertos señalan que la presencia masiva y ruidosa de curiosos puede asustarlas

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PERE DURAN / NORD MEDIA Los nuevos humedales construido­s cerca del lago son un punto de reposo para estas aves, algunas de las cuales proceden de Francia, Suiza y Alemania

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