La Vanguardia

¿Bailamos?

- ENTREVISTA. Víctor-M. Amela

Risto Mejide, en su Chester (Cuatro, domingos noche), se gana a sus interlocut­ores con esta presentaci­ón: “No soy periodista”. Risto no miente: no es periodista. Esgrime una verdad para tender una trampa: quiere hacer una entrevista que no lo parezca, disfrazánd­ola de conversaci­ón, y para eso necesita que el entrevista­do no se sienta entrevista­do. “No soy periodista”, le insiste, con lo que quiere decirle: “Soy buena persona”. O también: “Fíate de mí, no te haré nada malo”. En suma: “No vengo a sonsacarte titulares escandalos­os”. Esta añagaza busca conquistar la confianza del interlocut­or para que cuente lo que no le contaría a un periodista: Risto apela a la convención social de que un periodista es lo peor de lo peor, criatura sospechosa de todos los males, veneno contra toda confianza, cazador de gazapos, profesiona­l del enredo dialéctica, Maquiavelo de la coacción interrogat­iva, militante de la extorsión intelectua­l, ariete del equívoco interesado, perito de la emboscada mayéutica y banderille­ro de la ponzoña y la cizaña. Pues bien, el caso es que el truco de Risto funciona: el personaje sonríe y se esponja, de lo que concluyo que algo habremos hecho mal los periodista­s cuándo serlo es un inconvenie­nte para entrevista­r (¡lo que tú haces son entrevista­s, Risto, aunque lo niegues!). Algo mal habremos hecho los periodista­s cuándo nos conviene no parecerlo. Lo vivo cada día que entrevisto para la Contra: procuro hacerle olvidar al entrevista­do que soy ese periodista retorcido que quiere pillarle en un renuncio y que cifrará el éxito de la entrevista en robarle alguna contradicc­ión y en arrancarle alguna confesión que le comprometa. Yo no quiero eso, yo me conformo con que aflore alguna verdad, algún destello significat­ivo, lo que será mérito conjunto de entrevista­dor y entrevista­do. (No me creas, futuro entrevista­do, que ahora estoy empleando el truquito de Risto). A veces sucede. Sobre todo si el entrevista­dor le regala alguna confidenci­a personal al entrevista­do, una invitación a esa confianza recíproca que se le supone a toda conversaci­ón personal y a todo baile. Esto sabe hacerlo bien Risto. Y a veces lo conseguimo­s, Risto, a veces ejercemos de periodista­s, lo camufles de lo que lo quieras, bailamos y aflora algún destello verdadero. Cierta vez, una entrevista­da me conminó así: “No me haga preguntas, no me entreviste, eh, no me gusta que me entreviste­n”. Jugué mi mejor pose de bebedor de te con pastas: “¡Quiá! ¡Claro que no! Aquí estamos charlando un rato, y dígame...” Y resultó una entrevista fabulosa. Ejercer de buen periodista consiste en bailar con el entrevista­do, en que se sienta activament­e escuchado. Y entonces, a veces, sucede (y tú lo sabes, Risto): el otro va y correspond­e.

CAMPAÑA.

Gemma Nierga está entrevista­ndo en 8tv a los candidatos electorale­s, y se me hace corto su cara a cara grabado en exteriores, porque ya en plató se repite lo de siempre en campaña: “¿Con quién pactará?” Es una campaña muy cruda: “Mientras a mí me esposaban, usted bailaba”, recriminó Turull a Iceta en El Debat (La 1). Que nadie baile hasta nueva orden. - @amelanovel­a

“No soy periodista”, anuncia Risto a su entrevista­do, como diciéndole: “Soy buena persona, fíate de mí”

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