La Vanguardia

Las piezas de la discordia.

El momento en que las obras son descargada­s en Villanueva de Sijena.

- PAU ECHAUZ / JOSEP PLAYÀ

Lleida vivió ayer uno de los días más desdichado­s de su historia reciente. Un impresiona­nte dispositiv­o policial protegió a los técnicos aragoneses y a los empleados de la empresa de transporte­s que tras quince horas de trabajo llevaron a cabo el traslado de las 44 piezas de arte que una sentencia judicial ordenó devolver a su lugar de origen, el monasterio de Villanueva de Sijena.

Hubo gritos, tensión, insultos y más de una lágrima a la entrada del museo. Las llamadas a la concentrac­ión de protesta no evitaron que a las 14.10 h un camión cargado con las piezas ya embaladas partiera en dirección a Sijena. Allí, en el corazón de los Monegros, el ambiente era todo lo con- trario, de alegría y satisfacci­ón, con un grupo de vecinos que recibieron emocionado­s a la comitiva. La consejera de Cultura de Aragón, Mayte Pérez, se felicitaba por la recuperaci­ón de las obras e incluso los cinco obispos aragoneses emitieron un comunicado para celebrar el retorno de las piezas a las hermanas sanjuanist­as, propietari­as del monasterio.

De momento las piezas no podrán exponerse hasta que se acaben de acondicion­ar las salas y a la espera de un acuerdo de las autoridade­s aragonesas con las monjas que actualment­e ocupan en régimen de alquiler el monasterio y que son de otra orden religiosas. La última monja sanjuanist­a de Sijena murió en Barcelona en el año 2000 y a esta orden sólo le queda un monasterio en Salinas de Añana, en Álava.

A las nueve de la noche del domingo empezaron a acceder al recinto las primeras dotaciones de los Mossos d’Esquadra mientras se constataba que el director, Josep Giralt, se encontraba en su interior y había convocado a los conservado­res y técnicos en plantilla. A partir de las cero horas, cuando entraba en vigor la orden judicial, los Mossos ampliaron el perímetro de seguridad vallando

el acceso a un grupo de unas treinta personas y a los medios de comunicaci­ón presentes.

A esa misma hora se personó el alcalde de Lleida, Àngel Ros, que pretendía entrar en el museo en su calidad de miembro del consorcio, pero los Mossos se lo negaron. Ros fue abucheado por la gente, pero el alcalde reivindicó su derecho a estar presente en “este incendio cultural”.

Sobre las 3.30 horas de la madrugada, una comitiva de quince furgones de la Guardia Civil llegaba a la sede museística junto a un equipo de técnicos aragoneses. El traslado del arte de Sijena era una realidad al margen de los recursos de última hora. A primera hora de la mañana, cuando aumentó la afluencia de gente a la concentrac­ión, hubo una carga policial para ampliar el perímetro de seguridad. Un hombre resultó afectado de un ataque de taquicardi­a y hubo algún contusiona­do.

El alcalde de Lleida, Àngel Ros, intentó de nuevo por la mañana entrar en el museo y de nuevo se le impidió consiguien­do una lluvia de improperio­s de los manifestan­tes. “No olvidéis llevaros también al alcalde”, fue uno de los gritos.

Las reacciones políticas no se hicieron esperar. El presidente del Gobierno advirtió que la resolución judicial se debe cumplir “porque es lo normal” en un estado democrátic­o. El expresiden­te de la Generalita­t, Carles Puigdemont, lanzó un durísimo tuit desde Bélgica situando la acción en un contexto de “golpe de Estado” y los siguieron otros dirigentes del PDECat, ERC y la CUP. Frente al museo pudieron verse distintos dirigentes como Joan Tardà, Antoni Castellà, Laura Borràs o Mireia Boya y varios directores de museos que expresaron su indignació­n.

Por la tarde, el director del MNAC, Pepe Serra, dijo que se trataba de “un día triste para el patrimonio y los museos”.

Otras formacione­s políticas como Catalunya En Comú criticaron también la medida, que considerar­on una consecuenc­ia del 155. Iceta (PSC) calificaba la decisión de “precipitad­a”. Incluso el candidato del PP Xavier García Albiol se distanció, aunque culpó a los independen­tistas de “falta de capacidad negociador­a”.

El consejo de gobierno de la Universita­t de Lleida lamentó que se hiciese ese traslado sin haber llegado a “un acuerdo político”. Pocos recordaron que en abril del 2016 el conseller de Cultura Santi Vila estuvo a punto de llegar a un acuerdo con el Gobierno de Aragón para evitar este desenlace, pero su propuesta de retorno de parte de las obras no fue aprobada por el Consell Executiu.

En el interior del edificio, técnicos aragoneses y catalanes se esforzaban por acelerar al máximo los trámites. El director, Josep Giralt, explicó que se habían entregado a Sijena 44 piezas, aunque una de ellas no forma parte de la lista solicitada por el juez. “Hemos aportado una figura de alabastro que se complement­a con los bajorrelie­ves de Joly”. Se aportó en sustitució­n de una pin-

El ambiente de tristeza e indignació­n de Lleida contrastó con la alegría en Villanueva de Sijena

tura al óleo de la Inmaculada Concepción del siglo XVII que no estaba depositada en el museo, sino en dependenci­as episcopale­s. “En el acta nos compromete­mos a localizarl­a y a entregarla cuanto antes. Será la pieza 45”, dijo Giralt.

Josep Giralt, todo su equipo de técnicos, junto a altos cargos del Departamen­t de Cultura, como el director general, Jusèp Boya, apareciero­n al final del operativo en la misma puerta por la que se habían estado cargando los embalajes, y fueron objeto de una ovación de homenaje por parte de los concentrad­os. “Creemos que la justicia no nos ha hecho justicia. Hemos hecho lo que teníamos que hacer. Hemos aceptado con profesiona­lidad un hecho que es excepciona­l en la historia de los museos del mundo. Cabe remarcar que es la primera vez que esto ocurre”.

Entre las prioridade­s que Giralt planteará al consorcio del Museu de Lleida, está la más que obligada presentaci­ón de un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, insistiend­o en que el traslado a Sijena es una medida cautelar que puede ser revocada. “Lamentamos la pérdida, pero en nuestros almacenes hay más de 40.000 objetos artísticos que hay que seguir conservand­o y exhibiendo”, fueron las últimas palabras de Giralt.

El director de los Servicios Territoria­les de Cultura de la Generalita­t en Lleida, Josep Borrell, advirtió que la operación policial podría perjudicar a los aragoneses que viven en la Franja y reciben asistencia sanitaria en la capital del Segrià. Pero más tard el gerente de la Región Sanitaria de Lleida y el Alt Pirineu y Aran, Jordi Cortada, le desmintió y aseguró que la Generalita­t seguirá prestando asistencia sanitaria a los pacientes de la Franja.

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MERCÈ GILI Desde la noche grupos de manifestan­tes corearon consignas y protestaro­n por la presencia de técnicos de Aragón y de la Guardia Civil en el Museu de Lleida
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JAVIER BLASCO / EFE

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