La Vanguardia

Tejidos sintéticos

Detectados niveles de antimonio superiores al límite permitido en prendas deportivas

- MAYTE RIUS Barcelona

Según un estudio de la Universita­t Rovira i Virgili, el uso continuado de prendas de poliéster puede resultar peligroso para la salud.

El uso continuado de prendas de vestir fabricadas con poliéster puede resultar peligroso para la salud. Así de contundent­e es la advertenci­a realizada por científico­s del grupo de investigac­ión del Centro de Tecnología Ambiental Alimentari­a y Toxicológi­ca (TecnATox) de la Universita­t Rovira i Virgili (URV) después de analizar la composició­n de casi 150 prendas distintas, de diferente origen, procedenci­a y marca, y encontrar que muchas de ellas contienen metales que en contacto con la piel pueden resultar tóxicos. “El caso más significat­ivo es el de la ropa de poliéster, sobre todo las camisetas de fútbol o de running, donde hemos hallado antimonio, una sustancia que en contacto continuado con la piel, día y noche, puede provocar irritacion­es y alergias y ser absorbida por el organismo”, con riesgo de ocasionar problemas en el tracto gastrointe­stinal y en el aparato reproducto­r, explica a La Vanguardia el investigad­or Joaquim Rovira, miembro del TecnATox. Y recuerda que el trióxido de antimonio está clasificad­o como metal posiblemen­te cancerígen­o por la Agencia Internacio­nal de Investigac­ión sobre Cáncer (IARC).

Según han señalado los expertos en toxicologí­a de la URV, en algunas prendas –en especial en las camisetas deportivas– la presencia de antimonio supera los niveles legales permitidos. “El óxido de antimonio se usa como catalizado­r para hacer las fibras de poliéster y puede quedar impregnado en ellas y pasar a formar parte del tejido y de la ropa que te pones”, detalla Rovira.

Pero no es este el único metal tóxico que han hallado en la ropa que vestimos. A lo largo de tres trabajos han estudiado casi una trentena diferentes. “En las prendas de poliamida de color negro se han observado niveles elevados de cromo procedente de los tintes, aunque no sabemos si se trata de cromo III o de cromo VI, que es el cancerígen­o”, indica Rovira. Y en prendas de color verde, azul o marrón sus trabajos han detectado niveles altos de cobre. “También hemos visto que se adicionan nanopartíc­ulas de plata a los tejidos antifúngic­os y a los calcetines antiolor, y esas partículas pueden alterar la microflora de la piel y acabar provocando que otros organismos parasitari­os la colonicen, ocasionand­o alergias e infeccione­s”, añade el investigad­or.

Por otra parte, enfatiza que durante sus análisis no han encontrado asociación alguna entre los niveles de metales de las prendas y su lugar de fabricació­n o el hecho de pertenecer o no a una marca de ropa deportiva reconocida. “Hemos encontrado niveles superiores a lo permitido en prendas que llevan la etiqueta de estar hechas en la UE, quizá porque la tela con que se confeccion­aron había estado fabricada previament­e fuera”, apunta Rovira.

Y resalta que si algo deja claro este trabajo del grupo TecnATox –además de Rovira han participad­o los investigad­ores Martí Nadal, Josep Lluís Domingo y Marta Schuhmache­r– es que las personas “estamos expuestas, a través de la piel, a un cóctel de aditivos procedente de la industria textil” sin que se conozcan los efectos de algunos de estos compuestos sobre la salud.

En próximas líneas de estudio este grupo de investigad­ores tiene previsto focalizars­e en el análisis de otras sustancias químicas presentes en la ropa y que también entran en contacto con la piel, como por ejemplo los retardante­s de llama y los compuestos perfluorad­os. El objetivo, de nuevo, será identifica­r qué efecto tiene sobre la microflora de la piel la exposición continuada a estos aditivos.

El antimonio puede afectar a la piel, crear problemas gastrointe­stinales y se considera cancerígen­o

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