La Vanguardia

Hizbulah moviliza a las milicias chiíes para “recuperar” la ciudad santa

- BEIRUT Redacción y agencias

Hizbulah anunció ayer que su prioridad, ahora que ha cantado victoria sobre el Estado Islámico, será la de “recuperar” Jerusalén. Hasan Nasralah, jefe de la organizaci­ón política y militar libanesa, llamó a una movilizaci­ón del “eje de resistenci­a”, es decir de las milicias chiíes en Irán, Irak, Siria y Líbano, para expulsar a Israel de la ciudad santa que EE.UU. acaba de reconocer como su capital.

La decisión del presidente Donald Trump da alas a Hizbulah, uno de los principale­s enemigos de Israel. Nasralah pidió a sus aliados que definan “una estrategia común (...) sobre el terreno” para que los palestinos vuelvan a controlar Jerusalén.

Nasralah habló por videoconfe­rencia con las miles de personas que desfilaron por los suburbios del sur de Beirut, bastión del chiísmo libanés, al grito de “muerte a Israel” y “muerte a América”. “Jerusalén es nuestro”, cantaban asimismo los manifestan­tes, animados por la victoria militar en Siria, donde han sido un aliado fiel del régimen de Damasco.

De esta guerra contra el Estado Islámico y los rebeldes sirios ha salido una fuerte alianza chií, financiada por Irán. El sábado, por ejemplo, pudo verse en la frontera sur de Líbano, a tiro de piedra de Israel, al jefe de una de las guerrillas chiíes iraquíes. Estaba de visita, acompañado por un militar de Hizbulah. La organizaci­ón difundió el vídeo de la noticia para demostrar su ampliada capacidad de hacer frente al Estado judío.

Quien también está sacando partido de la capital israelí en Jerusalén es el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. La decisión de Trump le ha permitido tirar de retórica; decir, por ejemplo, que ahora “Estados Unidos es cómplice del derramamie­nto de sangre” en los territorio­s palestinos. Lo importante, sin embargo, es que la crisis de Jerusalén le permite asumir la causa palestina ante la, de momento, tibia respuesta de las capitales árabes.

Esta tibieza ha enfurecido al presidente palestino, Mahmud Abas, que ayer llevó su enfado hasta el despacho de su colega egipcio, Abdul Fatah al Sisi. Allí, en El Cairo exigió una respuesta “audaz” del mundo árabe al nuevo desafío americano-israelí.

Abas, sin embargo, se fue de vacío. Egipto está ahora alineado con Arabia Saudí. Al Sisi depende del apoyo de los Saud para gobernar, y estos están en perfecta sintonía con Estados Unidos. A los palestinos, en su mayoría suníes, parece que no les quedan más aliados que los chiíes.

Nasralah plantea una estrategia “sobre el terreno” para expulsar a Israel de la ciudad santa

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