La Vanguardia

May mantiene la ambigüedad sobre el valor legal de lo pactado con la UE

La premier insiste en que “no hay nada acordado hasta que todo esté acordado”

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Lo que ha habido hasta ahora ha sido una simple escaramuza. La auténtica “guerra del Brexit” no ha hecho más que empezar, y es como esos circos de tres pistas que ideó el legendario empresario del espectácul­o Phineas Taylor Barnum. En una va a pelear Theresa May con la Unión Europea, en otra con la oposición laborista, y en la tercera con su propio partido.

De las tres batallas, esta última es la primera que se tiene que resolver, porque Bruselas ha informado de que no puede empezar a hablar del futuro tratado comercial hasta que el Gobierno de Londres decida qué es lo que quiere. Y por el momento sigue dividido entre los partidario­s de un Brexit duro y un Brexit blando, con la línea oficial de que el Reino Unido aspira a un pacto hecho a medida, con las ventajas del mercado único pero sin libertad de movimiento de trabajador­es. Algo que la UE ha repetido una y otra vez que es sencillame­nte imposible.

La primera ministra compareció ayer ante la Cámara de los Comunes para explicar a los diputados lo que acordó el viernes por la mañana en Bruselas, en medio de la cacofonía de las distintas interpreta­ciones de los propios miembros de su gabinete sobre si tiene valor legal o es una mera declaració­n de intencione­s. May dijo que significa un “firme compromiso” por parte de su administra­ción, pero que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. O sea, que subsiste una considerab­le ambigüedad.

Dublín y Bruselas no ven las cosas de la misma manera, y dicen que obligarán a los británicos a respetar los términos del acuerdo de divorcio para empezar a hablar de comercio. A no ser, claro, que Theresa May o quien la suceda decidan marcharse dando un portazo (como abogan los partidario­s más duros del Brexit) y someterse a las reglas de la Organizaci­ón Mundial de Comercio, por mucho que la economía salga perjudicad­a a corto plazo.

“El compromiso de la semana pasada es una buena noticia para todo el mundo, para los partidario­s de salir y de quedarse en la Unión Europea –señaló May en su intervenci­ón en los Comunes–. Una nueva sensación de optimismo impera en las conversaci­ones, y ahora se trata de conseguir un pacto comercial que tenga en cuenta nuestras necesidade­s concretas y responda a ellas”. O sea, que incluya el sector financiero, clave para la economía nacional.

Tan sólo dos días después del compromiso en Bruselas, el ministro del Brexit, David Davis, sembró la duda al declarar en la BBC que Londres sólo pagará la factura del divorcio si obtiene un acuerdo comercial satisfacto­rio, y que el prometido “alineamien­to regulatori­o” entre el Ulster y la República de Irlanda se halla también sujeto al resultado final. Ayer se vio forzado a matizar esos comentario­s, y aclarar

A Londres le gustaría un pacto de libre comercio como el de Canadá, pero ampliado a los servicios financiero­s

que “existe un compromiso firme por parte de Gran Bretaña”, aunque no una obligación legal. El canciller del Exchequer, Philip Hammond, le respondió: “Sería impensable e impropio de un país como el nuestro dar marcha atrás”.

El martes que viene May presidirá una reunión del gabinete dirigida a empezar a buscar un consenso sobre el tipo de Brexit que negociar con Bruselas, con los ministros divididos entres quienes desean una fórmula parecida a la noruega, con un amplio alineamien­to regulatori­o que permitiría bastante acceso al mercado único, y los que aspiran a un pacto comercial como el de Canadá, que minimiza las tarifas, pero ampliado al sector de los servicios. El Labour, por su parte, no descarta un segundo referéndum y propone “una aproximaci­ón lo más estrecha posible a lo que hay ahora”.

En cualquiera de los casos, el Reino Unido habría de adoptar o imitar la legislació­n de la Unión Europea en cuestiones como el medio ambiente, la sanidad alimentari­a, la agricultur­a, la ganadería y la energía, y renunciar a cualquier tipo de ayudas sectoriale­s que le dieran una ventaja competitiv­a respecto a los 27. Varios países han informado ya a Bruselas de que no aceptarán ningún acuerdo con los británicos más beneficios­o de los que ellos tienen. Y que en caso de que lo haya, exigirán el mismo trato de favor.

 ?? JACK TAYLOR / GETTY ?? La primera ministra británica, Theresa May, saliendo ayer del 10 de Downing Street para dirigirse al Parlamento
JACK TAYLOR / GETTY La primera ministra británica, Theresa May, saliendo ayer del 10 de Downing Street para dirigirse al Parlamento

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain